Las cabinas de teléfonos se enfrentan a un futuro incierto en 2020

El servicio está asegurado hasta el 31 de diciembre y el Gobierno valorará si se renueva un año más su servicio

04 noviembre 2019 07:50 | Actualizado a 06 noviembre 2019 10:33
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Olvidadas entre la maleza del asfalto. Postergada ya su función de supervivencia, las cabinas telefónicas son los árboles más olvidados de los bosques urbanos y a menudo sobreviven, sin pena ni gloria, entre la selva de sotobosque que integran las paradas de autobús, los puntos de pago de aparcamiento y las estafetas de lotería.

A algunos, los más jóvenes, la vieja cabina cuadrada de teléfonos les recordará la mala tarde de Colin Farrell en la película Phone Booth (Última Llamada). A otros, los más avanzado en años, la imagen del teléfono público les recordará el cambio de imagen de Superman o quizás a los ecos de aquella conversación, más o menos importante, que tuvieron mientras las horas danzaban al ritmo de la calle. En todos los casos, cabe recordar el papel importante que jugaron los servicios de telefonía pública, ahora que estos equipamientos se encuentran en un punto perdido, equidistante entre el desuso y el acceso al vandalismo.

Un paseo por la ciudad confirma la fase de desidia por la que atraviesa este servicio público. Una de los modelos de cabinas más antiguos se encuentra frente a la sede del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE), en la calle Sant Antoni Maria Claret. Aunque la estructura de cuatro paredes acristaladas mantiene con entereza el pulso del tiempo, el servicio no se puede usar, ya que falta el auricular necesario para poder efectuar la llamada. En su exterior, los graffitis, adhesivos y carteles son una presencia habitual, a pesar de un cartel que prohibe su colocación.

En la ciudad de Tarragona se contabilizan 44 cabinas y 35 en Reus 

Otras cabinas de la ciudad se encuentran en un estado similar. La que se encuentra ubicada en la Rambla Nova, delante de la estatua dels Castellers, se encuentra sin teléfono, aunque conserva su estructura abierta. Otras, ubicadas en la Plaça Imperial Tarraco, funcionan al 50%, mientras que servicios que se ubican en las calles Joana Jugan o Rambla Lluís Companys sí que dan línea con total normalidad. ¿Son las cabinas de teléfono de la ciudad una rémora del pasado o un servicio todavía válido?

Más de 40 cabinas en Tarragona

En total, Tarragona cuenta con un total de 44 cabinas telefónicas, dispersadas en distintos puntos de la trama urbana, tal como confirman los servicios de Telefónica, que también confirman que en la ciudad de Reus son 25 las que se encuentran diseminadas por la calle. En total, las comarcas de Tarragona acogen hasta 283 puntos de telefonía fija que luchan contra el paso del tiempo y la desamparo impuesto por la hegemonía de los servicios de telefonía móvil.

¿Quién se ocupa de salvaguardar este servicio del vandalismo? Según fuentes de Telefónica, el servicio de mantenimiento de las cabinas de teléfono compete a una de las filiales de la empresa, Cabitel. «Al no presentarse nadie al concurso que aún mantiene el Gobierno, se utiliza un procedimiento de designación directa a Telefónica para la gestión de un servicio que aún es obligatorio prestar, porque así se lo ha autoimpuesto el propio Gobierno», confirman desde Telefónica. Los modelos del servicio de telefonía fija que se encuentran en las cuadrículas de la cuidad, confirman que muchas de las cabinas se encuentran vacías o que no disponen de los medios necesarios para poder desarrollar el uso para el que fueron ubicadas.

Un futuro incierto

¿Cuál es el futuro de este servicio? En un mundo totalmente dominado por la telefonía móvil, el uso venidero de las cabinas se encuentra en una encrucijada más difuminada que nunca.

Tal como confirman fuentes de Telefónica, el servicio que actualmente prestan las cabinas está asegurado hasta el 31 de diciembre. De cara al año que viene, será el Ejecutivo estatal que se forme a partir del 10 de noviembre el que decida si se renueva un año más su servicio, lo que abriría las puertas a un 2020 con las cabinas de teléfono como servicio activo durante un año más.

Según destacan desde Telefónica, el pasado mes de diciembre el Gobierno, decidió mantener la necesidad de que exista un determinado número de teléfonos públicos. El Ejecutivo será el encargado de valorar si el año que viene mantiene esa decisión y se prorroga, un año más, la presencia de las cabinas en las calles.

En este punto, cabe destacar que la normativa que regula el servicio que prestan las cabinas de teléfonos se articula a través del Real Decreto Real Decreto 726/2011, de 20 de mayo. La normativa prescribe que es necesario que exista una oferta de cabinas suficiente para satisfacer las necesidades de los usuarios.

En concreto, la normativa apela a la prestación del servicio universal cuando remarca que «se deberá garantizar la existencia de una oferta suficiente de teléfonos públicos de pago u otros puntos de acceso público». Telefónica confirma que el Real Decreto de las telecomunicaciones establece que debe haber al menos una cabina en los municipios de más de 1.000 habitantes, con una exigencia de un teléfono adicional por cada 3.000 habitantes.

La media estatal de uso de este servicio es únicamente de una llamada cada dos días 

La legislación que prescribe y gestiona la ubicación de las cabinas de teléfono, así como su uso se ha ido renovando durante los últimos ocho años, desde 2011. Este próximo mes de enero, los servicios públicos de telefonía fija se enfrentan a un nuevo desafío, ya que a principios de año se debería revaluar si se mantiene la necesidad de salvaguardar estos equipamientos.

Las grandes desconocidas

Lo cierto es que el uso de las cabinas ha ido decreciendo progresivamente en los últimos años, ya que Telefónica certifica que, durante el último año, los servicios de telefonía fija pública registraron una media de 0,5 llamadas al día, es decir, dos usos cada 48 horas.

Las generaciones más jóvenes no están acostumbrados a usarlas. «Mi hijo tiene 12 años y tan sólo ha visto las cabinas por la televisión», nos comenta Gustavo, que apunta que «creo que nunca ha usado una en su vida». Su caso no es único y, tal como confirmamos en nuestra ruta por la ciudad, son muchos los ciudadanos que consideran estos aparatos de comunicación como un puente que ata pasado y futuro. El futuro de las cabinas de la calle está en el aire.

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