Las entidades culturales de Tarragona, preocupadas por la posible pérdida de la masa social

El tejido asociativo de la ciudad habla de su futuro tras un año de inactividad por la pandemia. «Habrá quien haya descubierto que hay vida más allá de los ‘castells’», dicen

08 marzo 2021 19:00 | Actualizado a 09 marzo 2021 05:56
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Pocos nos pensábamos que la rua de Carnaval de febrero del año pasado sería la última expresión multitudinaria, festiva y cultural que los tarraconenses viviríamos. Desde entonces ha pasado más de un año y aún queda lejos la celebración de actos populares a los que estábamos acostumbrados. Castells en la Plaça de les Cols, una procesión de Setmana Santa, una carretillada de los diables, un concierto en la Plaça de la Font, la cabalgata de Reyes o un sábado de julio viendo fuegos artificiales desde la playa. Son imágenes que tenemos guardadas en forma de recuerdo y nostalgia.

Las entidades que conforman el tejido asociativo de la ciudad, y que en muchos casos son organizadoras de actos festivos y culturales, temen que la vuelta a la normalidad no sea tal y como se espera y aseguran que la pandemia les acabará pasando factura.

"Tenemos la esperanza de que no se quede nadie por el camino"

Tarragona, como la mayoría de ciudades, lleva un año sin llenar plazas ni teatros al aire libre. Pese a ello, el Ayuntamiento, gracias al saber hacer de los técnicos municipales, consiguió salvar las fiestas de Sant Magí y Santa Tecla, coincidiendo con una época en la que los datos de la Covid-19 estaban relajados. Los actos eran de pequeño formato y la mayoría requerían de inscripción previa. El Carnaval se saldó con alguna exposición y un documental. La Setmana Santa –cabe recordar que ya será el segundo año que se suspende– irá en la misma línea y apostará por un formato telemático. La pandemia ha cambiado los hábitos en general y puede ser que el parón tenga consecuencias en las entidades que dan vida a la ciudad.

Uno de los colectivos más afectados es, sin duda, las collas castelleras. La última actuación importante fue la de Tots Sants de 2019, en Vilafranca del Penedès. Desde entonces, apenas dos o tres ensayos durante el mes de febrero y nada más. La principal preocupación de los responsables es la pérdida de masa social. «Es mucho tiempo sin castells. La gente habrá descubierto que hay otras cosas por hacer los fines de semana. Pertenecer a una colla de castells implica un sacrificio importante», asegura Rafa Segarra, presidente de los Xiquets de Tarragona. Las otras dos preocupaciones son el estirón que habrá pegado la canalla y el tiempo que se tardará en recuperar el nivel de castells que se había alcanzado en los últimos años. «Tenemos claro que seremos los últimos en volver a la actividad, por las características de los castells. Contacto puro y duro», añade Segarra.

"No nos preocupa tanto el nivel de castells como la cohesión del grupo"

Por su lado, el cap de colla de la Colla Castellera Sant Pere i Sant Pau, David Lobo, asegura que existe «cierta incertidumbre y confusión» sobre la vuelta a la normalidad. «No nos preocupa tanto la técnica o el nivel de los castells, como la cohesión de grupo y el sentimiento de pertenencia a una colla. Esto costará», explica Lobo, quien reconoce que, para hacer castells, es imprescindible que haya público. Los responsables de estas entidades están convencidos de que la pandemia tendrá consecuencias en el futuro inmediato del fet casteller.

«Es hora de llamar a filas»

Quienes también llevan meses inactivas son las entidades del Seguici Popular. Las Festes de Santa Tecla se celebraron en formato reducido y, después de mucho debate, se decidió que el Seguici no saliera. En este caso, hay asociaciones de todo tipo y forma. El Diari habla con dos de ellas para conocer sus inquietudes. Dani Montero es el presidente del Ball de Diables de Tarragona. «Personalmente, creo que a nosotros no nos va a afectar tanto como a otras entidades, como pueden ser las collas castelleras o los Esbarts, que requieren de más ensayo y sacrificio», opina Montero. La única cosa que preocupa al presidente del Ball de Diables es el futuro de la sección infantil. «Puede ser que los pequeños hayan pegado el estirón y que los vestidos no les vayan bien. Por lo demás, estamos tranquilos y con ganas de volver a estar al pie del cañón», acaba Montero.

"Ha llegado el momento de llamar a filas, de recuperar la masa social"

Un poco más preocupada está Rosa Llorach, presidenta del Esbart Santa Tecla, entidad matriz de algunos balls del Seguici. «En una asociación de este tipo, donde no se cobra, el futuro siempre es incierto. Y ahora, con la pandemia, todavía más», explica Llorach, quien asegura que «ha llegado la hora de llamar a filas, de reclutar y recuperar la masa social. No sabemos todavía cómo lo haremos, porque lo tenemos casi todo en contra, pero ha llegado el momento».

Otro de los colectivos que arrastra un grupo importante de población es el Carnaval. Fue la última festividad que se celebró y las esperanzas de volver a vivirla este año han sido nulas. Lo tenían claro. «El parón nos va muy mal, y no solo por la pérdida de componentes, sino por la dificultad a la hora de buscar financiación», explica Laura Pérez, responsable de la comparsa Som i Serem-Urban Style. Y es que la mayoría de estas entidades pueden hacer frente a los gastos gracias a los beneficios que sacan en actos como la TeclaTapa –la oferta gastronómica que hay durante las Festes de Santa Tecla en la Plaça Verdaguer–. «Si la cosa no despega en septiembre, tendremos que buscar alternativas económicas», asegura Pérez.

A las puertas de la Setmana Santa, la preocupación de perder socios llega a las congregaciones y cofradías, que aglutinan una importante masa social. «Tenemos la esperanza de que no se quede nadie por el camino. Al fin y al cabo, estos grupos se han convertido en una familia para algunos de nosotros», explica Francesc Seritjol, presidente de la Agrupació d’Associacions de Setmana Santa de Tarragona, quien añade que «la pandemia, a parte de cosas malas, también nos habrá enseñado otras de buenas, como por ejemplo, actos alternativos, aprovechando las herramientas que tenemos al abasto, como la tecnología». El futuro de estas entidades es incierto y dependerá seguramente de la actitud que tengan sus miembros. Veremos lo que ocurre.

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