Los autobuses de Ponent sufren la mayor saturación de Tarragona

Sucede en las horas puntas y en las líneas 54 y 6. Muchos pasajeros aseguran que los refuerzos no son suficientes. Por su parte, la EMT recalca que no ha recibido ninguna queja

19 mayo 2017 16:20 | Actualizado a 24 diciembre 2019 23:10
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A lo largo del año la Empresa Municipal de Transports acumula cerca de nueve millones de pasajeros. Y más de un 45% de todos ellos es usuario de las líneas 6 o 54, las más usadas en los barrios de Ponent y de Sant Pere i Sant Pau. Justo estas líneas obtuvieron el certificado de calidad ISO 13816:2003 el pasado 2013. Sin embargo, los ciudadanos que habitualmente se montan en estos autobuses se encuentran con problemas en las horas punta. A primera hora de la mañana, a mediodía o a las cinco de la tarde, las líneas 6 y 54 deben absorber más pasajeros de lo habitual. Y esto provoca masificación, agobio en los viajes y pasajeros que no pueden subir al autobús.

Ambas realizan un largo recorrido. La primera, entre Campclar y Sant Pere i Sant Pau, parando también en varias calles del centro. Y la segunda, entre Bonavista y la Cooperativa Tarraco, pero atravesando y deteniéndose en Torreforta, el centro de Tarragona y Sant Pere i Sant Pau. Universitarios, trabajadores, niños que van al colegio, jubilados... El perfil del pasajero en ambas líneas es variopinto.

Un grupo de jóvenes estudiantes del IES Tarragona espera el autobús en la Plaça Imperial Tarraco. «Cogemos el 54 de lunes a viernes casi siempre a la misma hora», cuentan. Son las dos de la tarde y han terminado con el horario escolar. «Más de una vez, alguno de nosotros ha tenido que bajarse del autobús porque no cabía nadie más», aseguran. Pero cuando pueden montarse, el trayecto no es demasiado apacible. «Suele ir muy lleno y es bastante agobiante», declaran.

Algo parecido le sucede a una usuaria que espera el número 6 en la calle Pere Martell. «Voy hacia Sant Pere i Sant Pau. Lo cojo cada día, y muchas veces no cabemos todos», cuenta. Pocos segundos después, el autobús hace acto de presencia. «Hoy he tenido suerte. Va menos lleno de lo habitual», expresa mientras se acerca al vehículo, parcialmente vacío.

Para Carlos, un estudiante de la Universitat Rovira i Virgili, viajar en el número 54 para dirigirse a Sescelades es un auténtico calvario. «Por las mañanas es horrible. Se juntan los estudiantes con la gente mayor que se dirige al hospital. Al final, el chófer siempre tiene que discutir para mandar hacia la parte trasera del autobús a los pasajeros», detalla el joven.

Los refuerzos de la EMT

La saturación de algunas líneas en momentos puntuales es algo que la EMT conoce. Por este motivo, las flotas más conflictivas cuentan con uno o dos autobuses de refuerzo a primera hora de la mañana, justo antes de comer y minutos después de las cinco de la tarde. Sin embargo, los usuarios creen que los refuerzos no son suficientes.

Kevin, estudiante del instituto Vidal i Barraquer, suele montarse en el 54 cuando sale de clase para ir a comer, dirección Sant Pere i Sant Pau. Coge uno de los autobuses que cuenta con refuerzo, el que sale desde la Plaça Imperial y se dirige a la Cooperativa Tarraco. «Da igual si coges el autobús normal, que sale a las 14.25, o el refuerzo, que llega minutos después. Uno y otro van llenos hasta arriba», asegura el joven.

Una situación distinta es la que vive Álvaro, también estudiante. Él es usuario diario de la línea 6, reforzada a primera hora de la mañana con un autobús a las 07.37h en la parada de la calle Riu Montsant, de Torreforta. «El problema está en que el refuerzo llega cinco minutos antes que el autobús normal y la gente no llega antes», cuenta. Esto provoca que el resultado sea el siguiente: el refuerzo empieza el recorrido vacío y el otro se llena rápidamente.

Frente a esta situación, fuentes del Consistorio aseguran que la EMT «no tiene constancia de que se produzcan saturaciones más allá de las que pueden darse en horas punta y por las que ya tiene establecido una ampliación del servicio con refuerzos». Aunque esto choca con la versión de los usuarios, la empresa deja claro que «cualquier incidencia de la que tenga conocimiento la EMT, mediante una queja o aviso del inspector o del conductor, los técnicos comprueban cuál es la situación y resuelven el problema». Además, recalca que «pueden darse casos puntuales, como grupos de escolares que quieren subir al autobús y llenan el vehículo sin avisar. Si la EMT no tiene el aviso, no lo puede resolver».

La clave: buena distribución

Tal y como relata Carlos, estudiante de la Universitat Rovira i Virgili, «el chófer tiene que discutir cada mañana con los pasajeros para que se distribuyan correctamente y se dirijan al fondo del vehículo». Según afirman la EMT y uno de sus chóferes más veteranos, este es uno de los mayores problemas con los que se encuentran. Los pasajeros no saben distribuirse correctamente en el autobús, algo que provoca, a menudo, que pueda subirse menos gente de la que realmente cabe.

Los autobuses estándar de la EMT cuentan con una capacidad para 80 pasajeros. La empresa ha detectado este problema, por lo que «para ir corrigiendo esta situación, los autobuses disponen de un indicador que invita a los pasajeros a pasar a la parte trasera del autobús, hacia la tercera puerta». Según la empresa, esto será mejor « tanto por su comodidad, como para permitir llenar su capacidad, que es de 80 personas».

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