Los ‘sintecho’ que cuidan el planeta

Acción ambiental. Un grupo de personas sin hogar pone en marcha una red informal para recoger tapones de plástico

04 febrero 2020 09:10 | Actualizado a 10 febrero 2020 12:55
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A veces te encuentras a compañeros pidiendo limosna y, cuando te ven, sacan una bolsita con los tapones que nos estaban guardando», explica José Leonardo (Leo) Pérez, quien se autodefine como un «sintecho transitorio». Se refiere al pequeño movimiento que se está iniciando en la ciudad y en el que las protagonistas son personas sin hogar.

Leo, venezolano, junto a otros compañeros como Marek Pechaek, de la República Checa «y otros que prefieren no salir en el periódico», se han decidido a dar salida a sus inquietudes por la salud del planeta recogiendo los tapones de plástico que encuentran por la calle para luego llevarlos a puntos de recogida. Lo que se recopila en estos puntos (como el que se encuentra en la sede del Diari y que gestiona la Fundación Seur) ayuda a financiar tratamientos médicos y ortopedias, especialmente a niños.

Un gesto para sentirse bien

Leo reconoce que «la vida en la calle es dura, pero trabajar por la vida de nuestro planeta nos hace sentir felices». Marek apunta, además, que «cuidar el medio ambiente es una responsabilidad compartida. Yo no tengo economía, ni casa, pero en la Tierra vivimos todos», argumenta.

La propuesta del grupo, que se hace llamar «sintechos por el mundo», es que los ciudadanos usen las garrafas de plástico de cinco y ocho litros para ir recopilando los tapones en casa. Se les ocurre, además, que en las papeleras públicas también se podrían colgar de las garrafas. Nos muestran la foto de cómo las pondrían. «No hace falta un contenedor ni nada especial, no cuesta dinero», argumentan.

Además de recoger por sí mismos también se encargan de explicar a quien se lo pregunte dónde queda el punto más cercano a su casa donde pueden llevar los tapones. De hecho al grupo lo conocimos cuando llegó con un cargamento de tapones a la sede del Diari. Mientras hacíamos la foto delante de la fachada, dos personas les pararon a preguntarles dónde llevar los tapones. «En su caso lo que más cerca le queda es el CAP Muralles», explica Marek a una señora.

También les gustaría que hubiera más sitios donde llevar los tapones para reciclar en sitios como los supermercados «similares a los depósitos de pilas y bombillas», dicen.

Experiencia en la calle

Vienen cargados de argumentos y de su experiencia en la calle. «Tenía que ver la cantidad de plásticos que se veían flotando con la tormenta Glòria», explica Leo, quien recuerda que el problema es que el plástico que va al mar termina enfermando a los peces y después a los que los consumimos. «El bisfenol A que contienen los plásticos es un potente disrruptor endocrino», recuerda.

Justo de ese estar en la calle, aseguran, han podido observar como hay otros plásticos que terminan esparcidos en la calle, como las abrazaderas del material pirotécnico. «Y pare de contar».

Creen, además, que recoger tapones, como hacen ellos, podría mejorar el estado de ánimo y la autoestima de personas que tienen problemas de salud mental y física: «Esto da alegría».

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