Los sufridores

Los españoles, sobre todo esos que se llenan la boca con la palabra Patria, deben ser unos experimentados sufridores. Si no, no se entiende que insistan tanto en que los catalanes nos quedemos en su Una, Grande y Libre (solo para ellos) España. ¿Para qué nos quieren si los catalanes somos tan raros? Debe ser por la bondad sin límites que demuestran Rajoy y su cohorte de pelotas. Son tan buenos que nos quieren salvar de nosotros mismos. ¡Que El Vaticano santifique ya a Rajoy!

L@s catalan@s, esos hombres y mujeres que tienen la costumbre de subirse unos encima de otros para que un chiquillo o una chiquilla levanten el brazo al son de la música de una ‘especie’ de flauta y unos ‘algo así como tambores’. O que cuando la Guardia Civil y la Policía Nacional entran en sus instituciones se ponen a cantar y repartir flores a los agentes. O que se dedican a bailar en círculos cogidos de las manos levantando apenas los pies. O que cuando quieren cargarse su autogobierno, se rebelan sin apenas incidentes en vez de arrodillarse y gritar «¡Señor, sí Señor!». 

Tan miserable es procesar a alguien por intentar poner urnas –ilegales aunque lícitas– como señalar en carteles o gritar a quien se mantiene fiel a sus ideas y respeta el statu quo. Democracia, desde luego, pero para todos.

Con esas costumbres tan extrañas, ¿cómo es que aún nos quieren bajo su yugo? Sólo se entiende porque esos españoles están tan acostumbrados a ‘sufrir’ que aún nos mantienen a su lado. Me emociona su generosidad. Sniff.

Una de las múltiples rajadas en la Red de los últimos días es la de un tal «palote 2011»: «Quiero votar un referendum para echar a todos los catalanes de España... espera eso también es democrático???». Se adivina la mala baba del/la individuo/a en cuestión, pero acierta de pleno. ¡Que lo convoquen ipso facto! 

Para sufrimiento de verdad el de los detenidos anteayer, desde luego, pero también el de los ediles socialistas, asediados por los secesionistas más radicales. Todo mi apoyo para ellos y ellas. Curioso. Los que más apelan a la democracia no respetan que haya responsables políticos que quieran mantenerse en la legalidad (aunque no nos guste). 

Tan miserable es procesar a alguien por intentar poner urnas –ilegales aunque lícitas– como señalar en carteles o gritar a quien se mantiene fiel a sus ideas y respeta el statu quo. Democracia, desde luego, pero para todos.