Los vecinos piden acabar con los solares vacíos en el centro

Algunas de las propuestas pasan por habilitar las zonas para aparcamiento o huertos urbanos que acaben con el abandono y la suciedad que se acumula en estos terrenos

01 agosto 2019 06:50 | Actualizado a 01 agosto 2019 08:04
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Un joven de 25 años sufrió un accidente la madrugada del 10 de febrero, cuando bajaba con su coche por la Avinguda Estanislau Figueres y se encastró contra un muro. El conductor salió ileso, pero la pared quedó completamente destrozada. Se trataba de una construcción de hormigón que perimetraba un solar vacío en la esquina con la Avinguda Pau Casals. Cuando está a punto de cumplirse medio año del incidente, las vallas metálicas que se colocaron de forma provisional y la cinta de plástico que puso la Guàrdia Urbana han desaparecido. El acceso está abierto y en su interior empiezan a acumularse los plásticos, latas y todo tipo de desperdicios.

Es uno de las decenas de solares vacíos que hay en el centro de la ciudad. En la mayoría de los casos, las antiguas viviendas se tiraron al suelo por culpa de problemas estructurales y los propietarios no han vuelto a construir. Es lo que pasó en el caso de este espacio de la calle Estanislau Figueres. Ahora lo vende Altamira, la inmobiliaria del Banco Santander, que no ha conseguido encontrar un comprador a pesar de su ubicación privilegiada.

En el centro urbano de Tarragona existen varios de estos terrenos muertos en los que no se ha edificado. Sin ir más lejos, en esta misma calle hay otro. Está en la esquina con Sant Antoni Maria Claret, un «vacío» de pequeñas dimensiones en el que a penas cabría una vivienda por planta. La propiedad también es privada, aunque el propio Ayuntamiento también tiene algunos. Es el caso de los terrenos en la Rambla Vella. En un primer momento se anunció que allí se levantaría el museo de la Semana Santa, que finalmente se descartó y aún no se ha impulsado. Después se propuso para ampliar el edificio del Ayuntamiento. Pero las obras no han empezado y esta semana Junts per Tarragona pedía al equipo de Gobierno que abriera su acceso como aparcamiento de motocicletas.

El boom inmobiliario dejó pocos espacios sin edificar en el centro de Tarragona. Además, la falta de suelo residencial ha hecho que el que había junto a Joan XXIII y Tabacalera, poco a poco se haya ido construyendo. No obstante, hay agujeros vacíos –algunos desde hace más de veinte años– que se han convertido en una auténtica pesadilla para sus vecinos. Además de dar una imagen de dejadez a las zonas en las que se encuentran, son auténticos imanes para la basura, que suele acumularse en ellos, con el consiguiente riesgo para la salud pública y los malos olores que ocasionan. Un problema que desde hace años sufren los vecinos de la calle Calderers, en la Part Alta.

Mari Carmen Puig, presidenta de la Associació de Veïns de la Part Baixa, los tiene inventariados. Tan solo en el antiguo barrio de la Marina hay una decena, una cifra en la que no se incluyen los edificios vacíos, que mantienen la fachada. «El Ayuntamiento siempre dice que obliga a los propietarios a limpiarlo o que sino lo hacen ellos y después les reclaman el coste, pero aquí nadie hace nada», denuncia esta representante vecinal.

En las calles Smith, Lleó y Del Mar se concentran algunos de estos solares. Los vecinos piden que ya que no se utilizan se habiliten como zonas de aparcamiento. «Aquí no hay zonas naranjas y de verdes no hay las suficientes, ya que hay vecinos que pagan y no pueden aparcar», asegura Puig. El problema se acentúa durante los fines de semana, lo que, según los vecinos, disuade a mucha gente que se marcha porque no puede dejar el coche.

Para aparcar

Los vecinos del Barri del Port incluso hablaron con el propietario de uno de estos solares en la calle Smith. «Nos lo cedía a cambio de que el Ayuntamiento le condonara los impuestos y el Port estaba dispuesto a pagar su acondicionamiento, pero no hubo trato», describe Puig. Es la solución que se adoptó con el antiguo aparcamiento disuasorio de Tabacalera, hasta que sus propietarios decidieron recuperar los terrenos para venderlos a un fondo inmobiliario. Esta cuestión saldrá a la luz en la primera reunión con el nuevo Gobierno.

Por su parte, la Associació de Veïns Tarragona Centre propone que puedan transformarse en huertos urbanos, que podrían dividirse en parcelas para que los vecinos pudieran cultivarlos. Es una propuesta que hizo llegar al anterior alcalde, tras la iniciativa de la URV que utilizó un solar al lado del Campus Catalunya. Con el inicio de las obras de lo que debía ser la futura Facultat d’Educació, el espacio desapareció, pero incluso consiguió algún reconocimiento.

No hay un censo de los solares vacíos existentes en la ciudad. Así lo ha afirmado el Ayuntamiento, que no ha querido hacer declaraciones al respecto. Cuando ERC estaba en la oposición presentó una moción –que fue aprobada por unanimidad en el pleno– en el que precisamente pedía esto: conocer la cifra y su estado «para estudiar todas las posibilidades de crecimiento urbanístico sostenible».

El presidente del Gremi de Promotors del Tarragonès, Diego Reyes, explica que uno de los principales problemas es que «hay muchos que son propiedad de bancos o el precio que piden está fuera de toda lógica». Los que hay en los alrededores de Joan XXIII y la antigua Tabacalera han sido ocupados poco a poco desde que se recuperó la actividad constructiva. Será más difícil para aquellos que quedan más en el centro. «Salida tienen todos, pero es que hay algunos que realmente son muy pequeños para lo que piden», añade Reyes.

Un «problema» adicional es que algunos de estos solares tienen en el subsuelo restos arqueológicos. En el número 22 de la calle Jaume I los hay. Pueden verse desde el exterior. Conviven con la maleza, las vallas abandonadas y los desperdicios. En el exterior, un cartel indica: «Solar en venta, 11 viviendas totalmente exteriores con licencia concedida». Pero los interesados no llegan. También hay restos en los bajos del número 24 de la calle Fortuny, al lado de la Biblioteca. Antiguamente había el Garatge Segarra, que cerró hace unos veinte años. Lo compraron y vendieron en varias ocasiones y ahora es de Servihabitat, la inmobiliaria de La Caixa. «Al ser propietarios más empresarios, en lugar de constructores es más difícil que pueda edificarse, pero debe poder hacerse algo», asegura Manuel Sosa, secretario general de la Cambra de la Propietat Urbana de Tarragona.

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