«Me dijeron que la Plaça de la Font era la más importante, y yo solo veo un parking»

Las furgonetas y los camiones que descargan el género para los bares en la plaza del Ayuntamiento conviven, hasta las once de la mañana, con los turistas que conocen la ciudad

27 julio 2021 19:40 | Actualizado a 28 julio 2021 05:29
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Son las diez y media de la tarde y Lola y Ana Marín, de Málaga, entran en la Plaça de la Font. «¡Ostras! Nos dijeron que esta era la plaza más importante de la ciudad, la que acoge el Ayuntamiento. Y, en cambio, parece que sea el parking municipal», dicen estas dos hermanas. Y es que, hasta las once de la mañana, las furgonetas y camiones tienen permiso para acceder a la plaza a descargar el género para abastecer a los bares y restaurantes. Ayer por la mañana, cuando las hermanas Marín llegaron a la plaza, había un total de doce vehículos, entre repartidores de hielo y de bebidas. Apenas se veían las terrazas. «Un poco más y nos atropellan», dice Lola.

Se trata de un debate que ha generado durante los últimos años diversidad de opiniones. Los vecinos preferirían que se habilitara más espacio de carga y descarga para evitar que los camiones entren al casco antiguo –y en la Plaça de la Font en concreto–, mientras que los propietarios de los establecimientos opinan que no es tanta la molestia que ocasionan durante la mañana. Las empresas que se dedican a ofrecer servicios turísticos respaldan la idea de reducir el horario que, en la actualidad, es hasta las once de la mañana.

Manel Rovira, presidente de la Associació de Veïns de la Part Alta, se muestra contundente. «En la Plaça de la Font no debería entrar ningún vehículo. Por eso hay una zona de carga y descarga a pocos metros, en la Rambla Vella», dice Rovira, quien añade que «damos una imagen pésima a los turistas. Lo de aquí no se ha visto en ningún casco antiguo de nuestras características». La Plaça de la Font no es el único rincón de la Part Alta donde se concentran camiones. En la Plaça del Fòrum y en la calle Major, también.

Los vehículos solo pueden estar en la plaza hasta las once de la mañana, «pero algunos entran antes, y salen cuando les apetece», asegura Rovira, quien añade que «antes la Urbana se ponía fuerte con las multas, ahora ya pasan». El líder vecinal opina que estos camiones deberían estacionar en la Rambla Vella, en la zona habilitada de carga y descarga. «Y lo más importante, que tuvieran un máximo de tiempo. Hay furgonetas que se tiran aparcadas allí toda la mañana, lo que evita que haya una rotación», concluye Rovira.

Entre las empresas que ofrecen visitas turísticas hay de todo. Paco Tovar, de Argos Tarragona, asegura que el problema no es que deban descargar el género, sino el horario, «un pelín exagerado», dice. Tovar, acostumbrado a patearse la ciudad mostrando las virtudes patrimoniales e históricas a los turistas, comenta que «no es ni cómodo ni agradable conocer la ciudad y tener que apartarte para que pase un camión de helados». Tovar defiende que el horario de descarga se vea reducido, por ejemplo, de 7 a 9 de la mañana. Una idea que no gusta a la mayoría de restauradores, quienes, por norma general, abren el negocio más tarde.

Por su parte, Xavier Mejuto, gerente de la empresa Itinere –también de servicios turísticos y culturales–, opina que «si se respetan los horarios no habrá problema. Recuerdo épocas pasadas cuando a cualquier hora nos encontrábamos camiones por el casco antiguo». Mejuto explica que, por norma general, las visitas empiezan a partir de las once de la mañana.

El Diari también ha abierto el debate entre los restauradores. Salvador Arbucias, propietario de uno de los bares más míticos del lugar, no ve normal que la plaza se llene de camiones. «Dejando a parte la mala imagen que damos como ciudad, algún día lamentaremos un accidente. Estos camiones pasan por aquí a gran velocidad, y los turistas van mirando las musarañas. Tendremos un susto», dice Arbucias.

La otra cara de la moneda

La mayoría de restauradores y comerciantes de la plaza defienden que los horarios se respetan. «Prueba de ello es que a las once el pilón se activa y no puede entrar ni salir nadie», dice Josep Lluís Millán, propietario de la pescadería de la Plaça de la Font, quien asegura que «la gente se queja por todo. Es lógico que los bares puedan abastecerse». Millán comenta que él se ve obligado a descargar el género desde la Rambla Vella, ya que la subasta de pescado es por la tarde y, a esa hora, ya no se puede acceder en vehículo a la Plaça de la Font. El empresario ha pedido la ampliación del horario, pero el Ayuntamiento se lo ha denegado en varias ocasiones.

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