«Me preocupa más lo que vendrá que el coronavirus»

Los vecinos de los barrios de Ponent de Tarragona viven en un ambiente enrarecido desde que se declaró el confinamiento. Cuentan las sensaciones con las que se están enfrentando al Covid-19

12 abril 2020 19:30 | Actualizado a 13 abril 2020 06:19
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El confinamiento, provocado por el coronavirus, decretado hace cuatro semanas atrás y que durará mínimo hasta el 26 de abril, le ha dejado claro a la sociedad que existen pocas cosas peores que enfrentarse a una ruptura casi total del ritmo vital. Lo que antes era cotidiano, hoy es inusual. Lo que antes resultaba hasta perezoso, hoy se anhela con una nostalgia imponente. La rutina se echa más en falta que nunca.

Torreforta y Campclar son dos de los barrios de Ponent que ejemplifican a la perfección el sentir de la ciudadanía. Las colas para comprar están presentes en distintos comercios. Observar con detalle su punto neurológico estos días se convierte en una herramienta perfecta para sentir los efectos en la sociedad del coronavirus. Una de las farmacias del barrio, pasando por la papelería de más renombre, hasta el supermercado situado en el centro de Torreforta son claros escenarios para observar que la normalidad no existe. La aglomeración de personas es ínfima si se compara con la imagen de esos comercios en un día de normalidad, de esos que ya quedan lejanos en el tiempo aunque parezca mentira. Sin embargo, la distancia de seguridad y el hecho de que los establecimientos tengan un aforo limitado provocan que los vecinos tengan que esperar unos minutos haciendo cola a las puertas de los comercios.

El ambiente que se respira en el barrio no invita a la cotidianidad. El ciudadano sale e intenta disfrutar del aire libre, pero en el fondo siente que lo que antes había, ahora no existe. Porque en las calles reina el silencio y la incertidumbre se palpa en el ambiente. Los ojos de los vecinos reflejan que nadie estaba preparado para convivir con este contexto. Miedo, tensión, nerviosismo…

Cada vecino del barrio tiene su propia historia, sus deseos, sus anhelos… una serie de circunstancias que le hacen afrontar el confinamiento desde diferentes perspectivas. Si algo hace maravilloso al ser humano es que en el fondo no existen dos iguales.

Vacaciones recortadas

Juan Alcario es un vecino de Campclar al que el coronavirus le pilló de vacaciones en su pueblo natal de Huelva. Allí llevaba una semana y no dudó en adelantar su vuelta. «Tenía aquí a mis hijos y antes de que se complicaran las cosas decidí volverme», asegura.

«Estaba de vacaciones en Huelva y me volví antes de que se complicaran las cosas», explica Juan Alcario, vecino de Campclar

Su día a día no ha cambiado tanto. El aislamiento le obliga a estar en casa de manera obligatoria, pero lo cierto es que eso ya es algo que hacía anteriormente. «Mi vida no ha cambiado tanto. Yo normalmente salgo por la mañana a comprar el diario y luego por la tarde no salgo de casa. Así que en ese sentido estoy tranquilo», añade el hombre de 66 años.

El confinamiento total está decretado hasta el 26 de abril. Alcario no cree que después de esa fecha todo vuelva a la normalidad, pero es optimista: «Nos quedan más días seguramente de aislamiento, pero poco a poco saldremos de esta como ya se ha salido de otras pandemias como la de la gripe española».

Maricarmen Vázquez es una vecina de Campclar que está viviendo el coronavirus de una manera distinta. Su hija trabaja de enfermera en el Hospital de Joan XXIII y eso lo cambia todo. «Eso es lo que llevo peor. Ella tiene miedo por nosotros y nosotros por ella. El otro día mismo me contaba que ahora tiene una paciente de 46 años sin patologías previas que está peleando por su vida. Eso no es fácil de asimilar», explica.

«Tengo a una hija trabajando en Joan XXIII y eso es lo que más miedo me da de todo», dice Maricarmen Vázquez, vecina de Campclar

Para ella el aislamiento no está siendo lo más difícil de llevar, sino las consecuencias derivadas que se van a ver en un futuro inmediato. «Estoy agobiada pero no porque eche de menos nada. Me gusta mucho estar en casa y me agobio porque le doy muchas vueltas al que pasará. Pienso en todo el mundo, en los que no tenían trabajo en los que lo tienen y lo perderán. No es agradable estar obligatoriamente en casa pero me preocupa más lo que vendrá», relata la vecina de Campclar.

«Estoy desganado. Solo salgo para pasear al perro y lo hago con toda la preocupación del mundo», señala Carlos, vecino de Torreforta

El último testimonio es el de Carlos –nombre ficticio- un vecino de Torreforta al que el coronavirus le atemoriza. «Estoy desganado. Solo salgo para pasear al perro y lo hago con toda la precaución del mundo», relata. Carlos ofrece esa perspectiva temerosa. «No creo que vayamos a volver a la normalidad hasta dentro de muchos meses. Ya hablan de un rebrote en el próximo otoño. Hasta que no saquen la vacuna vamos a estar encerrados en casa», explica el vecino de Torreforta.

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