Mikel Santiago: «La vejez está condenada a ser maltratada»

El autor superventas, que empezó autopublicándose en e-book, presenta el thriller psicológico ‘El mentiroso’

15 agosto 2020 06:40 | Actualizado a 15 agosto 2020 08:04
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Mikel Santiago (Vizcaya, 1975) comenzó su andadura como novelista publicando sus propios e-books en internet, con los que consiguió llegar a las listas de best sellers de iTunes, Amazon y Barnes & Noble. Entre sus éxitos se encuentran El mal camino o El extraño verano de Tom Harvey. Su última obra, El mentiroso (Ediciones B) es un thriller que, como su título indica, engañará al lector hasta el final. Un cadáver en una vieja fábrica, un joven amnésico a su lado, ¿qué ha ocurrido?...

Usted confiesa al final de la novela que también miente.
Sí. Miento, señor juez.

¿Y un mentiroso reconoce a otro?
Creo que puedes llegar a calar a la clásica persona que utiliza mucho la fantasía, que exagera, que muchas veces son gente maravillosa y muy divertida. Siempre digo que algunas de las personas más interesantes que conozco son grandes mentirosos. Y tienes que perdonarles esa faceta de su vida porque muchas veces no lo hacen por maldad, sino porque la vida hay que contarla de una manera bonita, divertida y colorista.

«Aunque ETA no existe desde hace diez años, sí existe ese eco de una banda criminal que ha  condicionado nuestras vidas»


‘El mentiroso’ es una historia trepidante con muy poca sangre...
Efectivamente. Con muy poco ‘Ketchup’ se puede conseguir una salsa muy deliciosa. Esto es un misterio muy inglés. Sabes que los ingleses para eso son muy pulcros y en Inglaterra se mata y después no hay entierro. Aquí lo mismo. Es un misterio blanco, entretenido. El muerto, además, a medida que vamos descubriendo su personalidad, era un hombre que se merecía que alguien le diera una pedradita. 

¿Y el secreto de cómo mantener al lector en vilo?
El mentiroso conjuga dos grandes técnicas del mundo de la intriga. De entrada tenemos un interrogante, cuando Álex se despierta con amnesia y encuentra a un hombre muerto. Con este arranque ya le he vendido casi 150 páginas al lector. Sé que ese comienzo vale mucho y por eso lo he tenido conmigo muchos años. Luego, como el anillo de Gollum, en su botecito, lo he observado.

¿La ha tenido guardada?
No es la primera intentona. De esta novela hay una primera versión que no funcionó porque yo sabía que ese arranque valía mucho para el mundo del thriller. Y después está esa especie de doble trama en la que el protagonista no solo tiene que esclarecer un puzzle sino que además tiene que correr más rápido que la policía con lo cual mezclas el deleite de una novela de intriga y un quién lo hizo con una mecánica de persecución, más parecida a una novela de culpabilidad tipo El talento de Mr. Ripley, de Patricia Highsmith. 

«Suelo escribir mucho para hacer terapia de mis cosas. Hablo de la pérdida o del Alzheimer, que son temas que me han tocado en la vida»


Plantea una línea peligrosa y es que es realmente difícil desentrañar la madeja.
Claro. Esto es un thriller psicológico porque la subjetividad de Álex es el elemento principal de toda la tensión. ¿Cuántas veces nos ha pasado que un pequeño problema se hace gigante dentro de nosotros? Y es lo que le pasa a nuestro protagonista. Es un tipo que tiene una doble vida. Y por otra parte, tiene un pequeño complejo de inferioridad respecto a su relación con Erin. 

Las clases sociales.
Esa clase social. Esa chica que él considera que es superior a él, que no se la merece. Él está como embobado y no quiere fastidiar el hechizo contándole a la gente lo que hace y deja de hacer. El problema, que es grande, pero podría ser mucho más pequeño, en manos de Álex se convierte en una barbaridad kafkiana. Pero me gusta ese donquijotismo de Álex, esa especie de ser soñador, de burlarse de la vida, de burlarse de lo que todo el mundo dice que debe hacer y hacer lo que le da la gana y yo creo que eso hace que sea un personaje tierno, que atrae. Y es una de las razones por las que la gente se engancha al Mentiroso.

Habla de años problemáticos y no ha podido dejar de hacer referencia a ETA ¿cómo están?
Dentro de lo que cabe, esta referencia a ETA es realista. Porque aunque no existe desde hace casi diez años, sí existe ese eco de una banda criminal que ha vivido y ha condicionado nuestras vidas. Como algunos escenarios de la novela, hay lugares en el País Vasco que se diseñaron para ser aislados, para ser lugares alejados de poblaciones porque en su momento ETA era un condicionante en todo. Había gente que se quería ocultar de los ojos del que podía estar informando o contando qué tiene este o qué deja de tener y dónde vive. No tenía ningún interés en hacerme rico hablando de ETA, ni quería atraer la atención sobre la banda, pero ahí ha quedado.

Y el medio ambiente. Pescar solo lo necesario.
Siempre. De hecho, aquí en la reserva de Urdaibai, que es donde se ambienta la novela, hay una extraconcienciación sobre la pesca responsable. Todavía hay muchísima más vigilancia además. 

Hay mucha comida y vino.
Son los flashes que me vienen a mí de esta vida en la costa vasca o en la costa cantábrica en general. Hay mucho verde, días de mal tiempo, neopreno, surf y alguna comida. Todavía no he terminado de describir bien ese toque salvaje que tienen los pueblos de costa en el País Vasco. Imagino que a Asturias, Galicia y Cantabria les pasa lo mismo. Los pueblos costeros son especiales. Todo el mundo lo sabe. Yo no sé si es por el viento del norte, que les da de cara, pero desde luego que hay muchas drogas, mucho alcohol, hay mucha fiesta y mucho desparrame.

El mar también es protagonista en ‘El mentiroso’. ¿Usted practica el surf?
Soy nadador de aguas abiertas, pero surf... Mi animal totémico es la ballena. Entonces yo sobre una tabla de surf soy un poco torpe. Me va más el rollo de nadar despacito y hacerme mis kilómetros en el agua, como una foca o como una ballena. 

Sus personajes dicen que la verdad es lo más difícil de sacarse del alma, ¿es así?
Es así y todos lo sabemos. Cuántas veces tenemos una verdad y ahí se queda, por los siglos de los siglos. Los secretos inconfesables, los anhelos que nos llevaremos a la tumba sin que nadie más lo sepa. Un escritor tiene la suerte de que puede medio contar sus verdades. Él elige, entre todas las mentiras que cuenta, meter una verdad. Y de alguna manera te lo sacas. Yo suelo escribir mucho sin más para hacer terapia de mis cosas. Por ejemplo, hablo de la pérdida, de la muerte, del Alzheimer, que son temas que me han tocado de lleno en la vida.

¿El Alzheimer?
Mi familia tuvo dos casos de Alzheimer. Y yo quiero hablar de la vejez, de esta enfermedad, de lo injusto que me parece esto, la vida. Me parece mal que una persona mayor tenga que sufrir eso. Me parece mal que exista el cáncer y lo odio. Entonces, lo pongo sobre el papel. Por eso mis novelas siempre tienen niveles. Porque además de escribir un thriller, quiero hablar de más cosas. 

Tradicionalmente la novela negra es una crítica social.
En mi caso más que crítica social es casi un autoanálisis, un análisis de la vida, del entorno familiar, de una pareja, de las relaciones, la infidelidad o las compañías tóxicas. Me interesa mucho el teatro familiar. En las relaciones entre vecinos en pueblos pequeños es donde tengo mi ojo natural.

«Los pueblos costeros son especiales, todo el mundo lo sabe. Hay muchas drogas, mucho alcohol, mucha fiesta y desparrame»

En un pueblo como el del ‘Mentiroso’ no debe ser fácil vivir de forma anónima.
Todo el mundo se tiene controlado. Es una de las ventajas y desventajas de los pueblos pequeños. Compartir la información común, social, es un método defensivo de las comunidades. Saber quién es quién, quién necesita qué, a quién se le puede hablar de qué tema o de qué pie cojea cada uno. Es humano compartir la información para que ese colectivo esté estable y armonioso. Los secretos y las cosas inconfesables también son algo que los pueblos mantienen callado oportunamente para que no explote la convivencia. Y lo que pasa en El mentiroso es que Álex va a tener que desenterrar esos viejos secretos que se han ido olvidando a propósito para intentar salvarse a sí mismo.

La relación con el abuelo no deja de sorprender después de todo lo que ha pasado con los mayores durante esta pandemia. ¿Los maltratamos?
La vejez está condenada a ser maltratada. Es así. Todo falla, ya no eres útil ni atractivo y los que te tendrían que cuidar están viviendo su vida a tope. No les puedes culpar, pero al mismo tiempo te han dejado en la estacada. Entonces, lo que le pasa al abuelo de Álex es que es un tío muy duro, que ha vivido su vida. Y hace ese alegato, ha aprovechado la vida como si fuese una esponja y ahora no quiere ser una cáscara. Él tiene esa actitud un poco suicida. También es una pequeña reflexión sobre la eutanasia, si quieres. ¿Para qué vivir en determinadas condiciones? Pero principalmente lo que me parece mucho más relevante es ese intentar salvar a la familia. Álex es un personaje solitario pero es superfamiliar. Está en un momento de su vida en que está perdiendo una familia y está encontrando otra y ese muerto lo pone todo en peligro. 

Si usted se encontrara en el caso de Álex, ¿exilio o cárcel?
Exilio. Lo intentaría por lo menos. Llegar a Rotterdam y enrolarme en un barco. No tengo ninguna duda. Además, tengo un amigo que trabaja allí. Se lo pediría por favor. Méteme en una bodega. Llevadme a Cuba. Yo ya encontraría algo que hacer allí. 

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