«Necesitaba de todo, no soy de las que se apaña por Internet»

Los centros comerciales reabren sin aglomeraciones pero con un goteo continuo de clientes, mientras los empresarios se afanan en garantizar las medidas de seguridad para todos

25 mayo 2020 17:50 | Actualizado a 26 mayo 2020 07:02
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«Necesitaba de todo, no soy de las que se apaña comprando por Internet», explicaba ayer una vecina de Torreforta mientras esperaba, en torno a las 8.40h, a que el centro comercial Parc Central reabriera sus puertas. Un rótulo daba la bienvenida: «Qué alegría volver a verte», a la par que un cartel señalaba que el aforo máximo es de 4.585 personas.

Y es que esa palabra, aforo, a la que apenas hacíamos caso antes de la pandemia, se ha convertido en una de las obsesiones de las grandes superficies que desde ayer pueden abrir al 40% de su capacidad en los territorios que se encuentran en la fase dos de la desescalada.

Antes de entrar al centro comercial (al cual solo se podrá acceder caminando por la entrada más cercana a la Avinguda de Roma), unas pegatinas indican dónde hay que esperar para ir entrando. El gerente del centro comercial, Miguel Ángel González, está convencido de que de lunes a jueves no habrá problemas para acoger a los clientes, pero asegura que, si fuera necesario, se cerrará temporalmente las puertas para no superar el aforo.

Para quienes acuden en coche también hay la indicación de dejar una plaza libre entre un vehículo y otro.

Una vez dentro, la primera novedad son los dispensadores de mascarillas y de gel hidroalcohólico... Y más pegatinas en el suelo de las cuales también tocará estar pendiente porque ahora los pasillos del centro comercial serán de un único sentido y hay personal de seguridad controlando que nadie se despiste yendo en contra dirección. En cada planta, además, hay personal de información contratado especialmente para resolver las dudas sobre el nuevo funcionamiento del centro.

Las tiendas también anuncian el aforo en la entrada y tienen pegatinas que indican dónde hay que esperar en caso de que el establecimiento esté lleno. Eso sí, la cola solo podrá abarcar la fachada de cada tienda.

Entre la lluvia y la novedad, la mañana de compras de ayer estuvo atípicamente tranquila y eran muchos los que iban buscando ropa para niños, «que de un año para otro ya no les sirve nada», como apuntaba Ana, una madre que había acudido a primera hora con sus dos hijas. Sonia, de una tienda de ropa infantil, confiaba también en que su sector será de los que tendrán más afluencia. «Ya había ganas», reconoce.

En muchos escaparates conviven prendas de invierno con las de verano, como en una zapatería donde compartían espacio en la estantería botas y sandalias. En algunas se ofrecen descuentos del 20% o el 30% bajo el rótulo «welcome back».

En las tiendas donde preguntamos está permitido probarse la ropa, pero si no la llevamos luego la dejan en cuarentena al menos 48 horas. También las hay que, adicionalmente, las planchan con vapor.

También hay cambios en el funcionamiento de los baños. Hay una persona controlando el acceso y solo puede entrar una persona a la vez. Cada vez que alguien los usa, se desinfectan.

Y es que, después del aforo, la limpieza es la otra gran preocupación, así que han incrementado los equipos de limpieza y desinfección de las zonas de mayor riesgo de contagio, como barandillas y botones. El uso de los ascensores ahora es prioritario para personas con movilidad reducida o carritos de bebé.

Aunque ayer ya se podía abrir, no todas las tiendas consiguieron hacerlo, algunas porque son franquicias y esperaban rótulos y equipos de protección y otras porque el escaso margen que dio el anuncio del paso a la fase 2 (que se conoció el sábado pasado) no les permitió sacar a tiempo del ERTE a todo el personal necesario. Se espera que hoy estén abiertas el 95% de las tiendas y el miércoles, el 99%.

El gerente del centro comercial sabe que la falta de turismo hará que los ingresos se resientan, y considera que será mejor esperar a final de año para saber cuál ha sido realmente el impacto.

La experiencia física de comprar

El Corte Inglés también abría ayer sus puertas dando prioridad a los mayores dentro del horario en el cual les está permitido moverse. Una señora en la zapatería aseguraba que, aunque iba a por unas sandalias, también quería satisfacer su curiosidad y ver qué es lo que está de moda.

Aquí controlar el aforo también es una de las prioridades. Por una parte, los arcos de la entrada tienen un sistema que va contando las personas que entran y salen, mientras que también hay personal controlándolo manualmente para saber, además, el aforo por metro cuadrado en cada planta. Unas pegatinas en el suelo recuerdan en cada momento que se debe mantener una distancia de dos metros.

Hay medidas a las cuales ya nos pudimos acostumbrar en las visitas al supermercado, como las mamparas y el uso del gel hidroalcohólico nada más entrar, pero también hay algunas nuevas, como que no se podrán usar todos los probadores a la vez, sino que se dejará uno vacío en medio.

Una de las costumbres más arraigadas, probarse directamente los perfumes y demás productos de cosmética, queda, hasta nuevo aviso, descartada.

Aquí también está permitido probarse la ropa, y si no se compra pasa por un proceso de desinfección que puede incluir el uso de una plancha de vapor o la exposición de luz ultravioleta, según el caso.

Igualmente se da prioridad en los ascensores a las personas con una necesidad de movilidad y se limpian los baños después de cada uso.

En resumen, si algo queda claro tras el recorrido por ambas superficies comerciales es que la experiencia de «ir de compras», al menos por un tiempo, va a cambiar. Tocará planificar más lo que se quiere y dónde se quiere comprar y estar atento a las señales. Pero sobre todo, habrá que tener claro que habrá que esperar: para desinfectarse las manos, para entrar, para probarse, para ir al baño, para pagar... En resumen, que ahora toca tirar atención y de paciencia.

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