Prolifera un poblado detrás del polideportivo de Riuclar

Viven familias vulnerables que lo han perdido todo tras la pandemia. El Ayuntamiento evaluará la situación en las próximas semanas y se compromete a buscar soluciones

27 enero 2021 20:00 | Actualizado a 28 enero 2021 10:16
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La Tarragona escondida y más desconocida. Así podríamos definir la parte de detrás del polideportivo de Riuclar, donde en los últimos meses ha proliferado una especie de poblado alejado de la civilización y lleno de chabolas. Se trata de una de las consecuencias de la crisis económica derivada de la Covid-19. Los residentes en el lugar son personas vulnerables y sin recursos que, antes de la pandemia, vivían en los barrios de Ponent. La crisis les expulsó de sus casas y ahora han encontrado la alternativa. La realidad es que las condiciones no son las mejores. El asentamiento se encuentra entre Riuclar y Torreforta, en la calle conocida como Camí dels Horts. El Ayuntamiento conoce la problemática y fuentes municipales aseguran que en los próximos días se evaluará la situación para buscar soluciones.

Los vecinos empezaron a alarmarse durante el confinamiento. «Cada vez veíamos que llegaban más familias. Hasta ese momento, era un terreno privado, lleno de escombros y basura. Ahora, se ha convertido en un poblado en toda regla, con calles, casas e incluso alcantarillado», explica Lourdes Antolín, una vecina. Desde la ventana de su habitación se puede ver a la perfección el asentamiento.

"Ellos mismos han creado un sistema para recoger el agua de la riera. No es potable"

Las condiciones en las que viven estas familias son deplorables. El terreno y las parcelas están delimitadas con somieres y plásticos que no dejan ver que hay dentro. Las chabolas están hechas con cañas, colchones, cartones, porexpan, maderas, entre otros materiales. Con la llegada del frío, la situación ha empeorado. Los nuevos residentes han montado un sistema –una especie de acueducto casero– para recoger el agua de la riera y suministrarla entre todas las parcelas. En el lugar viven familias enteras, con niños incluidos.

«No sabemos de qué viven. Pero cada día veo como entran y salen con chatarra», explica una trabajadora del servicio de limpieza del Ayuntamiento que habitualmente se encarga de esta zona. Hace unos días, el pasado jueves, la Guàrdia Urbana se desplazó hasta el lugar y detectó una importante acumulación de trastos. Se activó de inmediato el servicio de retirada de residuos y de limpieza. Estos trastos, entre los cuales había colchones y muebles, eran parte de una casa –por decirlo de alguna manera– que se estaba construyendo una familia del asentamiento.

«Lo han perdido todo»

La presidenta de la Associació de Veïns de Riuclar, Cristina Bigorra, entró hace unos días al poblado para conocer de cerca la situación en la que vivían. «Nos preocupa mucho las condiciones en las que están. Sentimos entre pena y asco por cómo viven. Pensar que ellos mismos han ideado un mecanismo para conseguir el agua, directamente de la riera. Es un problema porque creemos que esa agua no es potable», explica Bigorra, quien añade que «la mayoría de gente que vive allí son personas que vivían en los barrios de Ponent y que, con la llegada de la pandemia, lo han perdido todo y la única opción que les queda es esa». Según la presidenta, los nuevos residentes «hacen su vida y no molestan a nadie». Por lo tanto, no existe una sensación de inseguridad en el barrio.

El poblado está delimitado con somieres, vallas y plásticos

Bigorra pide a las administraciones que den una salida digna a estas familias y que «se las ayude a salir de esta pobreza extrema». Además, la líder vecinal exige al propietario del terreno –que se desconoce quién es– que lo limpie y se responsabilice del espacio. «Si el titular no lo hace, pedimos al Ayuntamiento que lo requiera y lo sancione», añade Bigorra, quien asegura que se está trabajando, conjuntamente con la asociación de vecinos de Torreforta, para poner una demanda al propietario.

Las primeras en denunciar la situación en el lugar fueron las Dones per Tarragona, una entidad recientemente formada, que asegura defender los derechos de los tarraconenses «siempre desde la perspectiva femenina». Su presidenta, Nati Caballero, explica que hace unas semanas, la nueva asociación decidió convocar una manifestación cerca del asentamiento para pedir más iluminación. «Nuestra sorpresa fue encontrarnos con un poblado lleno de chabolas. Vimos que había otra Tarragona escondida», explica Caballero. La entidad denunció de inmediato la situación. «Exigimos una solución para estas familias desamparadas. No nos sirve que los expulsen del lugar y listo. Hay que buscar alternativas», añade Caballero.

A la espera de una evaluación

Por su parte, el portavoz del gobierno municipal, Manel Castaño, asegura que el Ayuntamiento es conocedor de esta problemática y que, por eso, «se llevó a cabo la actuación de la semana pasada por parte de la Guàrdia Urbana». Además, el Consistorio se encuentra a la espera de hacer una evaluación extensiva sobre la situación sanitaria y social en la que viven estas familias. «El objetivo es determinar y concretar las necesidades de estas personas y buscar soluciones», añade Castaño. El asunto está en manos de los departamentos de Seguretat Ciutadana y Serveis Socials.

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