«Quiero estudiar para ser como tú»

Educación. El Institut Escola Mediterrani ha organizado el tercer Casal d’Estiu después de ‘soñar’ con las familias en un verano más académico

23 julio 2019 07:20 | Actualizado a 26 julio 2019 11:27
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«Yo quiero estudiar ciencias». Es una de las frases más repetidas tras realizar el taller del día. El Casal d’Estiu del Institut Escola Mediterrani organiza todas las mañanas talleres científicos, culturales y académicos para los niños y niñas, porque entre sus objetivos no solo se encuentra el pasarlo bien, sino también el promover la importancia de estudiar y abrir sus mentes de cara a su futuro ampliando sus referentes académicos en todos los ámbitos. Ya es el tercer año que la actividad está en marcha, y es cien por cien gratuita para que todas las familias de la zona puedan disfrutar de su servicio.

El centro es Comunidad de Aprendizaje desde el año 2012, y en una de las fases del proyecto, la del sueño, las familias soñaron un Casal d’Estiu que diera continuidad a la formación que propone la trayectoria de las Comunidades. La coordinadora del Casal, Regina Gairal, explica que en el centro hay un 80% de alumnos de etnia gitana, y el 20% restante son mayoritariamente de origen marroquí. Son muchas las familias no académicas con un nivel socioeconómico bajo que no pueden pagarse actividades extraescolares en verano, y «eso comportaba que durante dos meses y medio sus hijos y hijas no hacían nada y notaban que perdían los contenidos que habían aprendido durante ese curso», dice, «y eso les preocupaba».

La iniciativa este año ya ha aumentado a seis sus monitoras, en consecuencia del gran éxito que ha tenido la actividad que este año suma casi los 80 niños y niñas. Cuentan con el pleno apoyo del Pla Integral del Poble Gitano de la Generalitat, que subvenciona los gastos que supone el personal, pero también existe la figura del voluntario, esencial para el funcionamiento de las actividades. Es el caso de un ingeniero jubilado que les ayuda con sus matemáticas, o la profesora Núria Ruiz, que trae sus prácticas desde la Facultad de Química de la URV para que vean y toquen la ciencia experimental.

El Casal inicia la jornada a las 9 de la mañana con deberes hasta las 11. «Esta parte es muy importante, no les pueden ayudar en casa y ellos valoran y aprovechan este tiempo», explica la directora del centro, Cristina Lara. Después salen a disfrutar de un patio que procuran guiar siempre, con juegos como por ejemplo ‘el pañuelo’ pero sustituyendo los números con multiplicaciones. Eso les hace desconectar pero no del todo, sin darse cuenta. Por último, hasta la 1 del mediodía realizan todos los días talleres académicos con los voluntarios, que van desde química y paleontología hasta literatura, pasando por robótica y odontología. «Vienen profesores, doctores… como más referentes conozcan, más abrirán sus mentes. No pueden soñar ser algo que no conocen, por eso queremos enseñarles todo aquello que existe», explica Lara. De vez en cuando también cae alguna excursión: en pocos días irán al Aquópolis.

Yo quiero ser...

Una de las cosas que Regina hace al terminar el casal es una entrevista de evaluación a algunos niños y niñas, y ha notado que sus expectativas han cambiado. «La mayoría siempre me decían: yo quiero ser profesora, y lo entiendo, porque somos para muchos el único referente que tienen», explica Cristina Lara. «Ahora hay variedad, algunos querrán ser profesores, pero ya sale el ‘quiero ser científico/a’ o ‘quiero dedicarme a la economía’», dice Regina, «porque conocen otras disciplinas a las que es posible aspirar». Mencionan con gran afecto la participación de Manuel García, doctor en nanotecnología de la URV. «Manuel es gitano, y es un gran referente porque se ven reflejados en él. ¡Les brillan los ojos!», explica la directora. Explican que están consiguiendo romper estereotipos, y que las familias empiezan a preguntar: «Y la universidad, ¿cuánto cuesta?». Antes muchas no se planteaban la opción de ir, y ahora ya investigan poder conseguir una beca.

Regina, emocionada, comenta que «realmente es un casal muy alentador. Es tan bonito ver cómo llegan los niños y niñas, contentos, con ganas de estudiar y aprender», y que es un proyecto que poco a poco han creado entre todos, fruto de las ganas de aprender y de tener un futuro con enormes expectativas.

Comunidad de Aprendizaje

Todo empezó el año 2012. «La escuela vivió una situación muy delicada, con un 50% de absentismo, falta de cohesión social, de confianza con las familias, bajo rendimiento académico y problemas de convivencia», explica la directora. El centro necesitaba una iniciativa muy sólida que pudiera responder a esas necesidades, y descubrieron el proyecto de Comunidades de Aprendizaje, un conjunto de actuaciones educativas de éxito dirigidas a la transformación social y educativa con bases científicas a nivel internacional. A partir de su implementación la situación ha cambiado radicalmente, y aparte de ser el primer Institut Escola Comunidad de Aprendizaje de la zona, ya es un centro con un cambio ejemplar.

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