Sant Magí: primera entrada del agua sin carro de autoridades

Una gran multitud de gente se esperó en las calles de la Part Alta para ver el desfile de carruajes, que acabó en la ermita de Sant Magí, donde se registraron colas para comprar el botijo

18 agosto 2019 22:10 | Actualizado a 19 agosto 2019 06:58
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El olor a albahaca y a lavanda precede la llegada del agua de Sant Magí a Tarragona. Un acto que este año fue especialmente emotivo para Teresa Duch y Francesc Xavier del Amo. La esposa e hijo del difunto exconcejal Manuel del Almo fueron ayer actores principales inesperados del evento.

Ambos iban subidos en el último carro, el que tradicionalmente ocupaban las autoridades durante la celebración. Sin embargo, este año el Consistorio decidió que los concejales no serían protagonistas y que cederían su espacio a los Portants de l’Aigua. Así que el colectivo acordó que el honor debía recaer sobre los familiares de quien en el año 1994 fue uno de los principales precursores de establecer la tradición de la Baixada de l’Aigua. «Era un momento en el que las Festes de Sant Magí estaban un poco en decadencia y él, que era muy devoto del patrón, decidió volver a impulsarlas y reactivar la Baixada», explicaba emocionada Teresa Duch.

Xavier del Amo, que era concejal y diputado provincial, movilizó a los apoyos necesarios. Y con su empeño consiguió establecer una tradición que se ha convertido en uno de los principales actos de la fiesta mayor en honor al patrón de la ciudad. Del Amo falleció hace 17 años. «Estoy muy contenta y agradecida de que después de tanto tiempo sigan acordándose de ello», decía Duch.

Ella la acompañó durante mucho tiempo en el camino desde la Brufaganya. Ahora ya se ha retirado, aunque sigue formando parte de los Portants de l’Aigua y continúa sumándose a las veladas que pasan durante el camino, como la del pasado sábado en Bràfim. Teresa Duch también se encargará de llevar el pendón durante la procesión de hoy.

Multitudinario recibimiento

La ausencia del carro de autoridades no pasó inadvertida entre aquellos habituales al acto. «No teníamos ni idea de que este año no estarían, pero me parece bien», comentaban Antoni Dalmau, que iba con su esposa.

Una gran multitud de personas se congregó a partir de las siete de la tarde en las calles más céntricas de la Part Alta. En la Plaça de les Cols, Vanessa Cano se encontraba con un grupo de siete voluntarios del colectivo Llegat 2018. Cano coordinaba la intervención de este grupo, que es herencia de los Juegos Mediterráneos. Un grupo que en total suma a unas sesenta personas y que colabora en la organización de actividades deportivas, culturales y sociales.

Ayer se encargaron de que la gente dejara el espacio suficiente en dos de los puntos más complicados, como son delante de las escaleras de la Catedral y en la calle de Les Coques. «La idea es que todo el mundo pueda verlo y disfrutarlo, pero que pueda hacerlo con tranquilidad», explicaba Cano.

Recibieron formación por parte de los técnicos de Cultura y ayer se estrenaban en un acto de estas características. Y trabajo no les faltó. Sobretodo a medida que empezaron a subir los caballos y los elementos del Seguici de Sant Magí y la gente se tiraba encima, sin dejar un camino de paso suficientemente ancho.

Cuando faltaban escasos minutos para las 19.30 horas subían por la calle Major los carros de los Portants. La cara de su coordinador, Carles Salvadó, era de satisfacción. «Ha ido todo muy bien. No ha habido ningún incidente y el tiempo nos ha acompañado», decía. Durante estos días tuvieron que aguantar el bochorno. No obstante, atrás quedaba el chaparrón del año pasado y los nueve carruajes podían hacer su entrada a la ciudad con tranquilidad.

«Un éxito»

Salvadó destacaba también que la protección de goma, que desde el año pasado llevan los caballos en las herraduras para evitar que resbalen en las angostas calles de la Part Alta, «son un éxito. Han volado». Y el público lo notó y vitoreó a los animales cuando enfilaban a toda velocidad por la calle Del Pare Iglesias.

Sin lugar a dudas, uno de los puntos más concurridos era la ermita de Sant Magí. Allí fueron recibidos por las autoridades y mosén Gallart daba las gracias a los portantes y, en especial, a los más pequeños. «Muchas gracias en nombre de Sant Magí y de la ciudad de Tarragona», les decía.

El sofocante calor en el interior de la pequeña parroquia hacía que mucha gente diera un paso atrás en el momento de entrar. Aunque el ambiente sofocante no les disuadía de hacer la cola para comprar los botijos de agua y dar el primer trago nada más acabar de adquirirlo. Un momento que muchos de los allí presentes no podían dejar de inmortalizar con su móvil.

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