«Sé que soy la esperanza de mi familia»

18 menas (menores extranjeros no acompañados) acaban de terminar un curso de ‘Primera oportunidad’. Así están viviendo su camino hacia la integración

06 marzo 2019 09:45 | Actualizado a 06 marzo 2019 09:48
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«Sé que soy la esperanza de mi familia, así que tengo que esforzarme y estudiar.... Si tuviera que volver a hacerlo (emigrar), lo haría otra vez», cuenta M. (17 años), un menor extranjero no acompañado, un mena, que llegó a España hace un año y cinco meses. Tiene cinco hermanos menores en su Marruecos natal y entró en España en los bajos de un camión. 

Pero ayer era un día para construir recuerdos más alegres: él era uno de los 18 jóvenes que recibían el diploma tras completar el curso de ‘Primera oportunidad’ que se desarrolló en el Centre de Noves Oportunitats (CNO) del Camp de Tarragona. 

Aquí han estado desde noviembre aprendiendo catalán, algunas herramientas digitales, cocina... Pero sobre todo han comenzado a situarse en un entorno social y laboral.  

Tanto M. como Mohamed Oulhaj, quien ya cumplió los 18 años, viven en un piso tutelado. Ambos participaron en el curso y comparten respuesta cuando se les pregunta qué van hacer ahora. Lo tienen claro: si quieren encontrar trabajo «no queda otra, hay que estudiar». Mohamed, que en su país había cursado el equivalente a la ESO (M. no la terminó), dice que le gustaría ser mecánico. 

Azahara González, directora del CNO, explica que justamente ese ha sido uno de los trabajos del curso, ponerles en el contexto en el que se van a mover y que no siempre está acorde con las expectativas que se habían creado. A partir de ahora en el mismo centro podrán seguir formándose, esta vez en pintura y carpintería, aunque sin dejar de estudiar idiomas y seguir trabajando en las habilidades sociales. 

Nuevas oportunidades 
Más allá del trabajo con los mena, el CNO ofrece recursos a jóvenes de 16 a 24 años que no estudian ni trabajan. Están en la Avenida Francesc Macià 8 (Tarragona) Tlf. 977 786 030

González explica que una de las cosas que les ha sorprendido es el compromiso de estos chicos: «Son puntuales, nunca fallan ni se han puesto enfermos... Tenemos, incluso, uno que nos pide deberes extra para llevarse a casa». También los hay que por las tardes hacen voluntariado acompañando a personas mayores o en la protectora de animales. 

El CNO es un centro que se dedica especialmente a buscar oportunidades para jóvenes que no estudian ni trabajan, pero en este caso les ha tocado adaptarse a un nuevo perfil. Algunos menores vienen de zonas rurales donde no han terminado ni la primaria. 

El centro también tiene convenio con escuelas de adultos, así que en un futuro los jóvenes podrían obtener allí el título de Educación Secundaria Obligatoria. 

La formación es promovida por el Servei Públic d’Ocupació de Catalunya (SOC), en colaboración con la Secretaria d’Igualtat, Migracions i Ciutadania i la Direcció General d’Atenció a la Infància i l’Adolescència de la Generalitat. El CNO del Camp de Tarragona está gestionado por la Fundació Intermedia y la Fundació Formació i Treball. 

No olvidar: ‘Son adolescentes’
Pero la formación no termina en el centro; aquí están en comunicación con los responsables de los pisos tutelados en los que viven los jóvenes. Aunque alguno ya ha cumplido los 18, pueden seguir en los pisos de la DGAIA siempre que firmen un compromiso de comportamiento y lo cumplan. De momento en Tarragona todos los menas son hombres, aunque en Barcelona ya comienzan a llegar mujeres. 

La directora del centro está contenta, los chicos no faltan nunca. Algunos hacen voluntariado

Inma Lorite Bosque, directora de un piso asistido, reconoce que la tarea de llevar adelante un recurso de estas características no es fácil, sobre todo porque no hay que perder de vista que se trata de adolescentes y a los educadores les toca poner todo tipo de normas para la convivencia. Igual que en cualquier casa, la confianza hay que ganársela y se aprende que los actos tienen consecuencias. 

También se les ofrece, cuando hace falta, asesoramiento psicológico, teniendo en cuenta que han pasado momentos traumáticos y que están lejos de la familia. En muchos se repite la situación que describía M. Ellos, en España, se convierten en la esperanza de sus familias para tener un futuro mejor, y eso es mucha presión. 

La idea, apunta, es que los jóvenes puedan ser autónomos y, aunque cuentan con un educador social todo el tiempo, son ellos quienes deben hacer la compra, limpiar la casa, cocinar... De hecho, el taller de cocina les ha venido muy bien en este sentido y preparan por igual una tortilla de patatas que comida marroquí. 

M. y Mohamed dicen que el trato de la gente en la calle a veces es amable y a veces no, pero están a gusto en Tarragona y les gustaría trabajar y vivir aquí.

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