Tarragona ciudad cuenta con vecinos de 138 nacionalidades distintas

Dos de cada diez empadronados en Tarragona nacieron fuera de España. Marroquíes, rumanos y colombianos son los más numerosos, pero la variedad de orígenes se acentúa

27 julio 2019 16:59 | Actualizado a 27 julio 2019 17:38
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¿De dónde son los tarraconenses? La respuesta es cada vez más difícil de aventurar. Según los datos del padrón del año pasado publicados por el portal de Dades Obertes del Ayuntamiento de Tarragona, un 21,33% de los habitantes de la ciudad son extranjeros. La peculiaridad llega cuando se va al detalle y se descubre que son de 138 nacionalidades distintas (incluida la española). 

(consulta todas las nacionalidades y el número de vecinos al final de este artículo)

Según estos datos, la ciudad cuenta entre sus vecinos, incluso, con nueve apátridas, personas que no cuentan con un Estado que les considere ciudadanos suyos.

¿Cuántas nacionalidades hay? 

Pero, ¿cuántas nacionalidades hay en el mundo? La respuesta depende del organismo que se consulte, pero como referencia se puede  tener en cuenta que la ONU tiene 193 estados miembros y dos observadores. En ciudades de grandes dimensiones, como Barcelona, el padrón acogía el año pasado 180 nacionalidades distintas. 

En el caso de Tarragona, a pesar de los retornos que se produjeron durante la crisis económica, la proporción de extranjeros vuelve a ser similar a la de una década atrás (2008), cuando los extranjeros ya representaban el 19,65% del padrón. Lo que sí ha cambiado es la variedad de procedencias: hace diez años las nacionalidades eran 112.

La comunidad china, al alza

Las tres comunidades más numerosas, tanto entonces como ahora, siguen siendo la marroquí (representan el 29% del total de extranjeros), la rumana (11%) y la colombiana (7%). 

Lo que tal vez resulte menos conocido es que la cuarta nacionalidad más numerosa en la ciudad es la china. Hay 1.541 habitantes (480 más que una década atrás).

Zhu Rongrong, a quien sus amigos llaman Cristina, cuenta que nota como su comunidad ha ido creciendo en cosas tan simples como el hecho de poder contar con más alimentos típicos.

Ella llegó a Tarragona en 2005 en el marco de un intercambio y se quedó cuando consiguió plaza como profesora en la URV. Cuenta que los chinos que viven en la ciudad pertenecen a dos grandes grupos: quienes vinieron a establecer sus negocios (muchos del sur, de una provincia cerca de Shangai) y los estudiantes de la URV.

En el caso de los primeros, explica que ya hay una generación, la de sus hijos, que ha nacido en España y que está llegando a la universidad. Estos jóvenes están perfectamente integrados y ahora el reto es conseguir que mantengan su idioma, explica. 
También llama la atención el número de vecinos italianos, 1.125, aunque diversas fuentes consultadas apuntan que no se trata sólo de personas procedentes directamente de Italia, sino de latinoamericanos que tienen nacionalidad italiana debido al origen de sus padres y abuelos.

Pakistán en el ‘Top 10’

Otro de los aspectos llamativos es que en el ‘Top 10’ de las nacionalidades entran los pakistaníes en el sexto lugar. Si hace 10 años eran 440, hoy son 780. 

Osaman Muzafar, quien con otros compatriotas ha creado una página de Facebook para que los pakistaníes en Tarragona puedan acceder a información básica, cuenta que muchos de quienes han llegado en los últimos años lo han hecho para montar negocios. Vieron una oportunidad cuando la crisis económica dejó locales vacíos que alquilaron para montar pequeños comercios de alimentación, locutorios o kebabs. Otros vinieron a trabajar en el campo o en fábricas.

En el caso de Tarragona, muchos de los que conoce son del centro del país, de Punjab (él es de la capital, Islamabad). Cuenta que llevan «muchos años trabajando duro y ahora comienzan a ver los frutos». Entre dichos frutos se encuentra el hecho de poder traer a España a sus familias.

Tarragona, opina Muzafar, es una ciudad tranquila para vivir pero cree que todavía no emplea todo su potencial. Entiende que asumir la multiculturalidad es algo que lleva tiempo, pero la ciudad, como el resto, se adaptará. «Lo primero es la gente, es lo que mueve la economía», apunta.

Una foto en movimiento

Pero la composición de la inmigración en la ciudad es una foto en movimiento. En apenas una década, por ejemplo, el número de argentinos empadronados ha bajado de 1.042 a 594; el de nigerianos, de 1.037 a 681, o el de ecuatorianos, de 750 a 327.
Caso aparte merecen los venezolanos, cuyo número se ha más que duplicado en esta década. Pasaron de 249 a 645 y muchos han llegado en el transcurso del último año, tal como confirman entidades como Creu Roja y Cáritas.

¿A quién le sorprende?

A la pregunta de si le sorprende saber la variedad de nacionalidades que conviven en la ciudad, Redouane Ennajy, traductor y presidente del foro Avenzoar de la Amistad hispano marroquí de los estudios del Mediterráneo, responde que «a mí no, en mi despacho de traducciones hemos visto entrar documentación en casi todos los idiomas: árabe, francés, inglés, italiano, portugués, chino, lituano, rumano, serbio...». Cree que la ciudad de Tarragona de por sí es un destino acogedor. «Su gente facilita una convivencia en paz».

El número de nacionalidades tampoco le sorprende a Isabel Iturrieta, responsable del Servei d’Inmigració de Cáritas, quien coincide, por ejemplo, en el hecho de que Tarragona no pone muchas dificultades para empadronarse. Reconoce, eso sí, que en las grandes ciudades puede que haya más recursos para las personas inmigrantes, pero también hay más invisibilidad. 
Entre los colectivos que más han pedido ayuda en el último año desataca especialmente a los menores extranjeros no acompañados y a los venezolanos, cuya llegada antes era más bien esporádica.

Cree que esta variedad de procedencias redundará, a la larga, en riqueza para la ciudad. Asegura que llega a buscar ayuda gente muy preparada en cuya formación Catalunya no ha tenido que invertir. Ahora muchas de esas personas no pueden ejercer por las dificultades para homologar sus estudios o, simplemente, porque comenzar de cero cuesta, pero, a la larga, considera que estos conocimientos se traducirán en riqueza para todos.

A Emma Pérez, responsable de inmigración y refugiados de Creu Roja, tampoco le soprende la variedad de nacionalidades. En lo que se refiere a las personas que atienden en el programa de inmigrantes (por el que este año han pasado 373 personas), destaca el hecho de que las mujeres comienzan a equipararse en número a los hombres, algo que achaca a que han aumentado las peticiones de ayuda de latinoamericanos y en este grupo suele haber más familias monoparentales.

Ella coincide con Iturrieta: uno de los colectivos que actualmente más les preocupa, por su vulnerabilidad, es el de los menores no acompañados. En lo que va de año han atendido a 21 y el problema es que llegan a la mayoría de edad en España sin haber terminado todo el proceso para conseguir sus documentos, lo que les aboca a la calle.

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