Tiempo en familia, el mejor regalo

Los psicólogos advierten que una acumulación de paquetes no hace más felices a los niños y niñas

02 enero 2019 10:22 | Actualizado a 06 enero 2019 11:04
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Paquetes y más paquetes de todos los tamaños, engalanados en llamativos envoltorios, cajas abiertas y papel rasgado en medio del salón... A buen seguro, esta imagen se repetirá en muchas de las casas tarraconenses estos días. Sin embargo, a pesar de que el propósito de todo ello es hacer felices a niños y niñas, a adolescentes, los expertos coinciden en que no es el camino más adecuado. Es lo que se llama el síndrome del niño hiperregalado, muy en boga en la actualidad. 

En este sentido, la psicóloga tarraconense de la educación y coach, Mabel Montserrat, explica que tantos obsequios sobreestimulan a los pequeños, lo que hace que «sean más dispersos. Dedican menos atención y menos tiempo del necesario a los juguetes, van cambiando de regalos, no saben atender». Sin embargo, no es una responsabilidad del menor, como apunta Mabel ya que «emocionalmente son inmaduros y son los padres los que los tienen que ir educando en valores y en salud emocional. Ellos, por sí solos, no saben gestionar sus emociones». 

¿Qué sucede entonces? Una de las consecuencias es la baja tolerancia a la frustración, que muchas veces se traduce en enfados y rabietas. «Son más impulsivos y pueden sufrir cuadros de ansiedad no depresivos», comenta Mabel, «algo que también repercute en su vida, en su día a día escolar porque reaccionan de forma negativa ante cualquier cosa que no salga como ellos quieren o esperan. Están acostumbrados a que todo les venga de cara y la vida no es así».

Aprender a decir «no»
La solución a este tipo de comportamiento existe y está en manos de los progenitores. ¿Qué deben hacer? Decir no. Mabel, que también es coordinadora del grupo de trabajo de psicología educativa del Col·legi Oficial de Psicologia de Catalunya (COPC), es consciente de la dificultad que conlleva la negación. «Es más fácil ceder y evitar el conflicto pero yo no abusaría de la permisividad ante los menores». Y añade que «cuando decimos que «no» se provoca tristeza en el niño o niña y seguramente los progenitores también lo pasan mal, pero hay que tener en cuenta que decir «no» es educar», sentencia esta profesional. 

Como alternativas, Mabel sugiere actividades divertidas, sencillas y que impliquen a todos los miembros de la familia. «Se pueden hacer salidas al aire libre, ya se trate de deporte o jugar con juguetes más creativos y simples porque los tradicionales se han perdido», subraya. Y si se opta por comprar una consola, que «se aproveche también para que los progenitores jueguen con sus hijos e hijas», manifiesta.

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