Tres años de un acuerdo con pequeños avances para Reus y nulos para Tarragona

El pacto bilateral de La Boella sentó las bases de un consenso territorial al que se sumaron los municipios de la costa. Sin embargo, los frutos que ha cosechado son escasos

03 abril 2021 05:39 | Actualizado a 03 abril 2021 16:47
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El 11 de abril de 2018, los alcaldes de Tarragona y Reus, Josep Fèlix Ballesteros y Carles Pellicer, presentaban en La Boella el Acord Bilateral per a l’Impuls Ferroviari, una declaración de intenciones con las reivindicaciones de ambas ciudades. Fue un primer paso para mejorar las conexiones ferroviarias y empezar a solucionar un galimatías de vías y estaciones de difícil resolución, fruto años de desacuerdos y de la falta de planificación. Ballesteros y Pellicer habían escogido el mismo emplazamiento en el que el 19 de mayo de 2003 se firmó el acuerdo para potenciar el aeropuerto de Reus. En aquella ocasión lo impulsaron catorce instituciones y agentes socioeconómicos, que consiguieron entre sus éxitos que Ryanair apostara por el aeródromo reusense, lo que sería el primer gran paso para el despegue de esta infraestructura.

El pacto bilateral fue la muestra de las buenas relaciones entre los máximos responsables de ambas ciudades, que lo presentaron como «el inicio de unos nuevos tiempos» en los que, en materia ferroviaria, «nos comprometemos a mantenernos firmes». Toda una declaración de intenciones que quedó recogida en un manifiesto institucional que ya en aquellos momentos despertó algunas críticas, ya que hubo voces que lo calificaron de carta a los Reyes, en la que los alcaldes lo habían incluido todo sin establecer unas prioridades.

El acuerdo recibía ocho días más tarde el espaldarazo de la Generalitat y de los alcaldes de Salou, Vila-seca y Cambrils, que se sumaban a este consenso y volvía a repetirse la fotografía, en este caso más numerosa y en la sede de la Delegació del Govern, en la calle Sant Francesc.

Cuando está a punto de cumplirse este tercer aniversario, el balance de resultados es bastante pobre. Ninguno de los nueve puntos del documento se ha materializado o está en vías de ejecución. En todo caso, en la redacción del documento ya se utilizó un lenguaje vago, en el que ocho de estos ítems empezaban con un «pedir al Ministerio de Fomento», por lo que podría decirse que los alcaldes ya se cubrieron las espaldas. 

El edil de Reus, Carles Pellicer, explica el cómo se fraguó. «Surgió de los dos. Vimos que teníamos que arrancarlo, aparcar las diferencias y sumar, consiguiendo que el resto del territorio también lo hiciera». Sin embargo, detrás  hubo muchas horas de reuniones entre Josep Maria Milà y Marc Arza, ambos responsables de urbanismo. 

Pellicer afirma que el pacto fue una «suma de voluntades» que debía acabar con el «déficit» en infraestructuras en el territorio «mejorando la movilidad y, por tanto, la calidad de vida de la ciudadanía». Así es que, el máximo representante reusense se muestra convencido de que este aún «sigue vigente». «Los temas ferroviarios son complejos y lentos, pero Bellissens avanza bien, la estación del sur del aeropuerto no está desprogramada y el tranvía también sigue adelante», indica.

El balance que puede hacer la ciudad de Reus es más positivo que el que puede hacerse en clave tarraconense. No se han conseguido trenes directos entre estas dos ciudades con Barcelona, tampoco se ha movido ficha en cuanto al by pass del Gaià, que permitiría conectar la red convencional con la de alta velocidad, reduciendo a menos de una hora el tiempo de viaje con la capital catalana. 

Reus ha obtenido, sin embargo, el compromiso por parte del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana para desencallar la futura estación de Bellissens. «Este es un tema que me ocupa, pero que ya no me preocupa, porque lo tenemos a punta de caramelo», indica Pellicer. 

Según el compromiso adquirido, Adif tiene previsto iniciar los trámites para la licitación de la redacción del proyecto durante los primeros meses de este año, por lo que en «2023 ó 2024» Reus tendrá una segunda estación en la zona sur de la ciudad.  

Pau Ricomà ganó las elecciones trece meses más tarde de que su predecesor firmara este pacto. El máximo responsable de la Plaça de la Font asegura «no saber» si este sigue vigente. «Un pacto en infraestructuras es importante y necesario. No voy a criticarlo, ya que todo lo que sea buscar soluciones en conjunto es bueno, pero hay una cosa pendiente, que es el jerarquizar las propuestas», asegura. Ricomà considera que debería haberse «profundizado» en este sentido, estableciendo un orden de prioridades que hubieran permitido ir a Barcelona o a Madrid a hablar con los deberes hechos desde el territorio. «Los consensos reales no son hacer una lista de cosas, intentando no pisarnos los unos a los otros. Debemos poder discutir lo que sea y llegar a acuerdos gestados en la dificultad. El tema no es hacer una lista sino saber qué queremos realmente y qué estamos dispuestos en hacer cada uno o a ceder», añade. 
Ricomà lo tiene claro. La prioridad debe ser que los trenes de mercancías dejen de pasar por la línea de la costa y se habilite una doble plataforma por el interior. «Si no sacamos las mercancías de la línea por la que pasan los viajeros no resolveremos nunca el problema de la conectividad dentro del Camp de Tarragona y las comunicaciones con Barcelona», afirma. Este era el punto número cuatro del acuerdo, en el que se resolvió «solicitar al Ministerio de Fomento el estudio informativo y la concreción de la variante de mercancías (...)». En los Presupuestos Generales del Estado hay una partida de 200.000 euros para iniciar estos trabajos, una suma insuficiente que debe permitir comenzar los trabajos para que el tercer carril para las mercancías sea una solución provisonal, tal y como se acordó en su momento. 

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