Un cuento con final feliz en Montblanc

‘La Mariona i la capseta màgica’. Laia Pastor y Jordi Pinyol dan a conocer la historia de su hija prematura 

20 julio 2019 06:15 | Actualizado a 20 julio 2019 06:27
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Una historia real. Una historia con final feliz. La Mariona i la capseta màgica (editorial La Musca, de l’Espluga de Francolí) narra los primeros meses de vida de Mariona, una niña que nació tres meses antes de lo previsto. Sus padres, Laia Pastor y Jordi Pinyol, de Montblanc, han querido explicar y compartir la experiencia que vivieron, desde el momento que decidieron ser padres, a través de un cuento infantil. Las ilustraciones son de Joan Turu y el prólogo de Roser Capdevila. Además, una parte de los beneficios de la venta de la publicación son para la asociación Som Prematurs, que trabaja para mejorar la atención a los prematuros y dar apoyo a las familias. 

«Durante el ingreso de Mariona me apuntaba, en una libreta, todo lo que pasaba y los progresos que hacía: hoy ha perdido 20 gramos, le han quitado un tubo... para guardar todos los detalles en la memoria», explica Laia Pastor. Recuerda que «Mariona pasó 60 días en la incubadora y otro mes ingresada en el hospital para ganar peso, acostumbrase a los biberones...». 

«Cuando tuve muchas notas empecé a escribir todas estas anotaciones en el ordenador y a expresar los sentimientos», explica. Cómo darle forma a todo lo vivido cambió respecto a la idea inicial. Según explica la progenitora «mi primera intención era escribir un libro para adultos, pero después de comentarlo con mi marido consideramos más oportuno escribir un cuento infantil, para llegar tanto a los padres, porque lo leen a sus hijos, como a los niños». 

Después de decidir dar el paso, y plasmar todas y cada una de las vivencias en este cuento infantil, Laia Pastor confiesa que ha sido «muy gratificante porque la respuesta de la gente ha sido positiva». «La Mariona i la capseta màgica es un cuento infantil que está escrito con el corazón es uno de los comentarios que más nos han hecho. Es muy gratificante poder compartir tu historia con otras personas, y entre ellas padres que han atravesado la misma situación», añade esta madre, quien da por cumplido uno de sus propósitos. «Cuando consigues llegar a aquellas personas que han pasado por lo mismo que tú, es cuando te sientes realizado, porque has llegado a donde querías llegar con el cuento». 

La historia 
Durante las semanas, días y horas que Mariona pasó en el hospital, sus padres vivieron momentos que describen como «bestias». «Hay aspectos que en el cuento hemos omitido. Como es una historia dirigida a niños, algunos sentimientos o situaciones más bestias las hemos omitido». 

Relatan, como ejemplo, que «en el transcurso de la hospitalización de Mariona, otros niños no consiguieron salir adelante. No lo hemos explicado a casi nadie porque es remover muchos sentimientos». Los momentos más difíciles para la familia fueron varios. Como si no hubieran pasado los años, Laia Pastor rememora que «el momento más difícil para mi marido fue cuando yo salí del quirófano y me llevaron a la Unidad de Cuidados Intermedios. Yo tenía que estar bajo control y la niña estaba en la incubadora, a vida o muerte durante los primeros quince días. Mi marido en ese momento se encontró solo». 

Para la madre de Mariona el momento más duro fue cuando «una vez recuperada, salí del hospital al quinto día sin mi hija en los brazos. Llegué a casa con las manos vacías y sin la certeza de si viviría o no porque ella estaba en el hospital. Fue una situación muy dura». Salir de casa a las ocho de la mañana y regresar a las diez de la noche, de lunes a domingo, se suma a los momentos complicados que también atravesó la familia. 

Associació Som Prematurs
El cuento pretende dar a conocer la historia de los niños que nacen antes de tiempo, y ayudar a la entidad.

«Los bebés prematuros son un paso hacia delante y dos hacia atrás. Es una carrera que no termina nunca, pero por suerte, en nuestro caso, llegamos a la meta y terminó con final feliz. Es una lucha constante», recuerda y añade que «Mariona sufrió mucho a nivel respiratorio. De hecho, me la llevé a casa con una bombona de oxígeno, y un aparato que me decía si lo necesitaba o no», asegura Laia Pastor.

Esperanza y apoyo
También hubo momentos de esperanza en el centro sanitario. «Todavía no había nacido y una de las ginecólogas, cuando le dije que llevaba una niña, me dijo que estuviera tranquila porque ellas aguantan. Un comentario al que en ese momento no le di importancia, pero después cobró sentido», relata Laia Pastor. 

Durante los días que pasaron en el hospital, los padres anhelaron tener el apoyo de otras personas que hubieran vivido lo mismo. «Llámale cuento, llámale libro, pero me hubiese gustado tener algo o conocer a alguien a quien llamar para desahogarme. Yo no sabía que significaba tener un bebé prematuro... Y en mi entorno no conocía a nadie que hubiese pasado por lo mismo en aquella época», confiesa la madre y añade que «cuando pasa el tiempo y piensas, surge el sentimiento de culpabilidad... Cuando estaba ingresada la primera pregunta que nos hicimos mi marido y yo fue qué hemos hechos para merecernos esto, porqué nosotros». 

Sobre el apoyo que le hubiese gustado tener, la familia también explica que «Mariona por ser prematura no pudo ir a la guardería y eso me representó tener a una persona a su cuidado. En ciertos casos esto debería solucionarse con políticas sociales y económicas». Agradecen que «tuvimos el apoyo del personal del hospital, porque buscaba información por internet y me asustaba. Y los médicos me prohibieron hacerlo». 

Final feliz
El tiempo ha pasado. Mariona tiene un hermano, Guillem. Pero lo ocurrido hizo revivir muchos sentimientos a la familia. «Me sentía decepcionada con la maternidad, porque es como si me hubiesen robado lo que es ser madre. Antes de tener a Guillem, hicimos muchas consultas a médicos. Me hizo falta que una madre me dijese que había pasado por lo mismo y que el segundo embarazo le fue bien», confiesa Laia Pastor. Ahora, Mariona está contenta con el cuento y lo que a sus padres les importa es que «es una niña feliz, y se pasa el día riendo».

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