Un huerto para sembrar dignidad

Las primeras lechugas ya crecen en el huerto urbano junto a las escaleras del carrer Vapor. Los artífices son un grupo de familias con una situación económica difícil y muchas ganas de trabajar

19 mayo 2017 20:25 | Actualizado a 22 mayo 2017 07:58
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El trozo de tierra, cercano a las escaleras mecánicas de la calle Vapor, está ubicado entre dos edificios. Hace falta acercarse para ver como en una pequeña mesa de cultivo comienzan a crecer unas lechugas. Son una señal de que aquel espacio comienza a tomar una nueva vida. Alrededor de la mesa un grupo de hombres las riega e inspecciona con mimo. Son usuarios del comedor social Taula Amiga que gestiona la fundación Formació i Treball, y todos se están estrenando en esto de la agricultura urbana. Serán los responsables de que aquí comience a florecer un huerto urbano abierto a la comunidad.

De camino al huerto hablamos con algunos de ellos, tienen una situación económica precaria y largos años de desempleo a sus espaldas. Mfidal, marroquí, y padre de cuatro hijos, dice que se regresaría a su país si no fuera porque su hijo mayor ha comenzado la universidad, comenta con orgullo. Coinciden en que no saben cómo se las apañarían sin el comedor social.

Explica Irene Cabré, coordinadora del proyecto junto a Laia Marbà, que en un principio participan once familias del comedor, pero la intención es que el huerto se convierta en un espacio comunitario abierto a todo los vecinos. La idea es que sea no sólo un sitio de cultivo, sino que se organicen allí actividades para todos, desde talleres hasta acciones más lúdicas.

 

Abierto a los vecinos

El terreno ha sido cedido inicialmente por el Ayuntamiento de Tarragona a Formació i Treball durante cuatro años prorrogables. El método que han elegido, por económico y sostenible, es plantar en mesas de cultivo con materiales que, en general, se intentará que sean reciclados.

Los usuarios están participando ahora una serie de talleres con la colaboración de la fundación ‘Refarm the city’, para obtener los conocimientos básicos que necesitan. La idea es que cada familia decida qué plantar siempre que sean cultivos que se adapten bien en la región. La mayoría no tiene experiencia en estos aspectos, pero están ilusionados con el proyecto.

Al tratarse, además, de personas de diferentes procedencias, se espera que el huerto se convierta también en un espacio para conocer y compartir culturas y gastronomías.

Después de los talleres se iniciará en marzo la fabricación de las mesas para comenzar a plantar. No tienen sistema de riego, así que dependen del agua que pueden recoger en garrafas.

Ahora, explica Cabré, están trabajando para dar a conocer el proyecto a vecinos y comerciantes del barrio. Buscan toda la colaboración posible. Quienes deseen ayudar pueden comunicarse con la fundación en el teléfono 977 396291. Apunta la técnica que el huerto se enmarca dentro de las actividades que organizan para las familias que acuden al comedor por el que pasan cada día entre 70 y 80 personas. Les ofrecen también formación sobre economía doméstica y ahorro energético entre otros.

Más allá de que con el huerto tendrán la satisfacción de poder comer lo que han sembrado, están convencidos de que les aportará muchos beneficios de salud tanto física como mental.

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