Unas 120 familias, en vilo por la suspensión del POUM de Tarragona

Las obras del sector Culubret debían arrancar a inicios de año. Algunas empresas ya se habían trasladado y otras tenía previsto hacerlo muy pronto. Ahora desconocen qué pasará

09 enero 2021 07:10 | Actualizado a 09 enero 2021 07:20
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Cuando el pasado 16 de noviembre se daba a conocer la sentencia del Tribunal Supremo que suspendió el POUM de Tarragona, las obras del plan parcial urbanístico 62, conocido como el del sector Culubret, prácticamente estaban a punto de arrancar. El proyecto de reparcelación estaba en fase de exposición pública, por lo que sus impulsores preveían que las máquinas encargadas de la demolición de las naves podrían iniciar su trabajo «en un par de meses».

«Ya teníamos encargado el edificio de prefabricados para el centro comercial, la empresa constructora y había el acuerdo con un distribuidor para el supermercado, y lo hemos tenido que parar todo», indica Quim Culubret. De un día para otro, la situación dio un giro de 180 grados. En un primer momento, la sociedad Terbuluc, mandaba las treinta personas que tenía encargadas de esta fase final del proyecto a casa. Ahora, ha recuperado a la mitad de la plantilla a la espera de poner negro sobre blanco sobre este proceso de indefinición en el que se encuentran. «Ha sido un caos y un desastre», sigue explicando este empresario del sector de la construcción.

De las dieciséis empresas que hace aproximadamente un año y medio había en los almacenes, ubicados junto a la carretera del Pont d’Armentera, actualmente tan solo quedan diez. Las otras ya habían iniciado en los últimos meses su traslado, a la espera de que pudieran iniciarse las obras. «La gente estaba empezando a vaciar expositores y lo teníamos todo preparado», añade Quim Culubret.

Es el caso de Pashlimp, una empresa del sector de la limpieza que hace aproximadamente un año se marchó al polígono Riu Clar, con el compromiso adquirido de regresar cuando hubiera finalizado el proceso de construcción de la nueva zona comercial. Joan Escudero, de la empresa de parqué Decasa Park, también se estaba preparando. Junto con otros empresarios de la zona habían alquilado unos locales en Sant Pere i Sant Pau para seguir trabajando durante los doce meses en los que estaba previsto que se acondicionara el nuevo espacio. «Ahora en enero teníamos que hacer la mudanza, pero lo tenemos todo parado. Estamos pagando el alquiler, pero lo hemos dejado en stand by, porque realmente no sabemos el qué», lamentaba Joan Escudero.

Entre las empresas que siguen allí y las que se ya se habían trasladado, alrededor de 120 familias están pendientes de qué acaba pasando con este proyecto.

‘Cooperativa’ de la construcción

Joan Escudero hace 25 años que se trasladó a la zona de Culubret. «Cada uno de nosotros tiene un negocio en el que aporta lo suyo en el ámbito de la construcción», indica. El proyecto puede decirse que lo arrancó el abuelo de Quim Culubret. «Nosotros no somos promotores, sino que siempre hemos sido comerciantes industriales», señala el nieto. Se abrieron una puerta en el ámbito de los materiales de la construcción, hasta que la llegada de las grandes superficies comerciales les obligó a hacer un cambio. «Nos asustamos y decidimos que como almacén de materiales de la construcción desistíamos de vender determinados productos y creábamos dieciséis oficios», sigue explicando. Con la especialización como bandera y una filosofía similar a la de una cooperativa se sentaban las bases de un proyecto que ahora debía dar un nuevo paso adelante.

La idea empezó a gestarse hace unos doce años. Sin embargo, el POUM de 2013 contemplaba que la urbanización de esta parte de la ciudad debía dejarse para el tercer sexenio, lo que obligó a hacer una modificación puntual del plan general para poder iniciar las obras. «Hemos estado nueve años haciendo un máster jurídico y de urbanismo», añade.

La joya de la corona del proyecto son los 6.628 metros cuadrados dedicados al sector comercial. Estos se distribuirán en un edificio de cuatro plantas, con un supermercado en la parte de arriba, un aparcamiento en la tercera y un gran almacén de la construcción en las dos primeras. En estos 2.500 metros cuadrados se prevé la instalación de entre 16 y 19 empresas, todas ellas del sector de la construcción y cada una especializada en un oficio concreto, para no competir entre ellas. Se calcula que podrían crearse entre 200 y 250 puestos de empleo, mientras que en la segunda fase del proyecto se desarrollará la parte residencial, con 147 viviendas. Con todo, la inversión ronda los quince millones de euros.

Sin embargo, el ámbito del sector Culubret no figuraba en el plan general de 1995, que es el que está vigente ahora, después de la suspensión del POUM. Lo deja como suelo rústico, de forma que los 27.379,13 metros cuadrados de superficie que ocupan estos terrenos, quedaban como un pequeño reducto junto a la gran Terres Cavades.

Tiempo de espera

La mayoría de las empresa lleva más de veinte años en esta zona. Es el caso de Marbres Ibars, que tenía previsto trasladar una parte de la empresa, mientras mantenía el obrador en las actuales dependencias, para moverlo posteriormente al nuevo edificio. La compañía emplea a seis personas. «Cuando nos digan alguna cosa nos iremos, pero de momento seguimos aquí esperando sin saber el qué», decía Pere Ibars.

En espera

No saben si tendrán que esperar hasta que se apruebe un nuevo POUM para que finalmente puede desarrollarse el proyecto o si finalmente éste podrá salvarse. Es uno de los aspectos sobre el que están hablando los técnicos de la Generalitat y del Ayuntamiento de Tarragona, que están trabajando en la redacción de las normas urbanísticas.

Desde un primer momento, la administración local ha manifestado que por su avanzado estado de tramitación este es un proyecto que debería poder seguir adelante. Ahora se está estudiando el cómo. «Están actuando con celeridad y nos están manteniendo informados», indica Quim Culubret. Este defiende que se trata de un proyecto estratégico para la ciudad, que permitirá mejorar la imagen de esta entrada a Tarragona y que contribuirá en la compactación de esta zona entre Sant Pere i Sant Pau y el centro.

Estas familias se mantienen a la espera de que «muy pronto» sepan qué pasará con su futuro. «Esperamos que pueda solucionarse y que en seis meses o así, al menos puedan decirnos algo, porque no podríamos seguir aguantando demasiados años. Aquí todos somos industriales pequeños y todos hemos invertido mucho dinero», sigue explicando este empresario, quien recuerda que «hay compromisos y contratos firmados».

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