Vivir para defender la tierra

La activista mexicana Karen Izolda denuncia en Tarragona la situación del Valle del Mezquital 

08 marzo 2019 12:44 | Actualizado a 08 marzo 2019 12:50
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«En el entorno del Valle del Mezquital se están sembrando 90.000 hectáreas con aguas totalmente contaminadas por lo que existen innumerables casos de cáncer, problemas renales y diarreicos. Y lo que más nos preocupa es que hay un sinfín de niños, cada vez con la edad más temprana, con cáncer». Son palabras de Karen Izolda Taxilaga, dirigente campesina en México, defensora de los Derechos Humanos, los pueblos indígenas y el medio ambiente.

Karen Izolda pasó por Tarragona donde dio la charla "Tezontepec de Aldama: la defensa de la tierra y de la vida", en la Universitat Rovira i Virgili (URV), dentro del Programa Català de Protecció de Defensors i Defensores dels Drets Humans. Y es que en su batalla Karen se ha granjeado poderosos enemigos que no han dudado en atentar contra su vida.

Karen forma parte de la comunidad indígena de Tezontepec de Aldama y lleva dos décadas residiendo en el Valle del Mezquital. «Me casé con una persona de ese valle», cuenta y la defensa de esa tierra ha pasado a ser su razón de ser. Este pueblo otomí es muy cercano a la capital y se dedican, ellas al bordado y ellos al jornal.

«Nos regimos por los usos de la comunidad. Trabajamos todos para un solo bien común», explica. Un bien común que, desde hace tiempo está acaparado por la lucha contra la contaminación. ¿De dónde procede? «Del Estado de México. En 2005 el relator de la ONU dijo que éramos la zona más contaminada del mundo. En aquel entonces había 500 empresas. Ahora son 5.800 en un corredor industrial», revela.

Empresas cuyos desechos van a parar a la comunidad, a causa de las características geográficas. «Incluso tenemos residuos radioactivos», denuncia. Se da la circunstancia además, de que ese entorno contaminado del Valle del Mezquital es el huerto de la zona metropolitana, desde donde se exportan verduras y hortalizas.

Mientras, otra grave consecuencia de la contaminación son los abortos espontáneos que se producen, con el agravante de que la mujer puede ser detenida y acusada de infanticidio, lo que conlleva penas de 30 años de prisión. Por lo que uno de los cometidos de Karen es intentar pacíficamente ayudar a esas mujeres, muchas de las cuales «ni siquiera saben castellano».

Esa es una dura batalla. La otra, la propiedad de las tierras. En este sentido, Karen narra cómo en 1693, bajo unas mercedes reales «don Luis de Velasco otorgó al pueblo de Tezontepec 1.899 hectáreas, justo donde se encuentra el manto freático más grande de la zona centro del país y que a nosotros nos ha significado una lucha jurídica ancestral», que todavía continúa. Así, en 1993 lograron demostrar que ese territorio pertenecía a aquellas mercedes reales. Sobre el papel. En la práctica es el gobierno mexicano quien las tiene en su poder. 

Como activista, Karen se ha convertido en una pieza sumamente molesta en el tablero de los intereses económicos, hasta el punto de que en 2017 fue secuestrada, torturada y gravemente herida. «Me dejaron, atada, junto al río más contaminado de México y estoy aquí gracias a que 1.300 mujeres se dedicaron a buscarme por cada centímetro de tierra», relata con lágrimas en los ojos, pero también con determinación.  

Su paso por Tarragona es parte de su recuperación. «Estoy fortaleciéndome y ahora ya me siento capaz de volver y de no permitir que esto le suceda a una defensora más porque si me quedo callada van a ser muchas más y yo ya no tengo nada que perder». ¿Miedo? «Si nada más tuviera yo amenazas, tal vez tuviera yo miedo, pero ya no me pueden hacer más daño. México no es Cancún o Acapulco. Es un lugar hermoso, sí, pero se están violando los derechos y garantías de las comunidades indígenas y sobre todo de los activistas sociales», concluye.

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