Vivir seis meses con coronavirus

Dos tarraconenses narran un calvario de medio año con recaídas, secuelas de larga duración y pérdida de calidad de vida. Una plataforma reclama visibilidad mientras la ciencia les estudia

23 agosto 2020 10:30 | Actualizado a 23 agosto 2020 13:53
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«Me puse enferma el 8 de marzo, con síntomas. Notaba picor en la garganta, pensaba que me estaba resfriando. Dos días más tarde perdí el olfato y el gusto. No olía el suavizante ni la ropa y eso me impresionó mucho», cuenta María Fouz, una vendrellense de 52 años que, seis meses después, sigue sin recuperarse de la Covid-19. En aquellos días, antes incluso del estado de alarma, aún no había protocolos claros ni tampoco el acceso que existe actualmente a pruebas PCR. «Fui de urgencia al CAP y me dijeron que era alergia, que tenía la fiebre del heno...», cuenta.

Los síntomas se empezaron a agravar. «Sufría diarrea y me ardía el pecho», explica, a pesar de que no padecía fiebre. Eran momentos en los que acudir al médico era delicado, ya que en muchos casos la recomendación era quedarse en casa. No fue hasta el 31 de marzo cuando fue al hospital. La PCR le salió «indetectable» pero se tuvo que quedar ingresada por una neumonía. «Estuve cinco días y luego salí entre aplausos, pero a los pocos días volví, con la diarrea, con los mismos síntomas», cuenta.

«Estamos desesperados, no sabemos qué hacer, mi madre ha perdido 20 kilos en este tiempo, le han hecho un montón de pruebas y no se concluye nada», explica Nina Ramos, hija de María, a la que las PCR le han dado negativo pero no así la serología, que indica que ha generado anticuerpos y, por tanto, ha pasado la enfermedad.

«Siento dolores, me tiemblan las manos. Recuperé el olfato pero lo tengo distorsionado. Todo  me huele a quemado»

«Por fin nos hacen caso»

Sin embargo, los síntomas perduran. María forma parte del Col·lectiu d’Afectades i Afectats persistents per la Covid-19, una agrupación que en Catalunya reúne a unas 800 personas con sintomatología diversa y de larga duración por este nuevo coronavirus que, meses después de haber estado infectados, les impide hacer vida normal. Reclaman visibilidad, sostienen que no se trata de dolencias imaginarias ni de una cuestión psicológica y piden que se les tenga en cuenta por parte del Departament de Salut. «Nos hemos recorrido todos los hospitales hasta que, por fin, en uno, nos están haciendo caso», relata Nina. En el hospital Germans Trias i Pujol de Badalona, en Can Ruti, han visto algo de esperanza.

Allí, formando parte de un estudio, le han hecho a María una serie de pruebas y de seguimiento para averiguar si tiene afectado el sistema inmunitario, entre otras posibilidades. En general, los médicos no aciertan con la patología exacta pero coinciden en que son afectaciones derivadas del virus, que María, a estas alturas, aún sigue padeciendo. «Me tiemblan las manos, me hormiguean las piernas. Tengo dolores. Recuperé el olfato pero lo tengo distorsionado. Todo me huele a podrido y a quemado» cuenta ella, desesperada. También siente quemazón en el pecho que asocia a los bronquios y, en general, una suma de dolencias más o menos graves que le impiden volver a hacer una vida normal.

La lista de síntomas persistentes es muy amplia y va de la cefalea, la opresión torácica, las palpitaciones, los calambres musculares o la febrícula, hasta la hipertensión o la visión borrosa, pasando por la apatía o los hematomas. Para estos enfermos, entrar en la red y ver que hay más gente que comparte el mismo cuadro prolongado de achaques ha supuesto un relativo alivio. «En su momento hubo mucha gente que no fue al médico y que no estuvo ingresada a pesar de estar pasándolo muy mal, y que han visto cómo no se han curado y siguen estando enfermos», cuenta Nina Ramos.

«Estoy desesperada. He perdido 20 kilos. Los médicos lo achacan a secuelas de la Covid-19»

Judit –nombre ficticio–, de Tarragona capital, se infectó también en marzo y aún hoy sigue diagnosticada de Covid-19 y de baja. «Tengo 42 años y parece que sean 80. Yo antes salía, me encontraba bien, hacía deporte, y ahora no puedo hacer nada de eso. Salgo a caminar y ya está. Antes era una persona muy activa, siempre con ganas de hacer cosas», cuenta Judit.

Su calvario comenzó a principios de marzo. «Me empecé a encontrar mal, fui al médico y me dijeron que era un resfriado. Me dieron un jarabe y me mandaron para casa. Estaba tranquila, me lo tomaba con calma, pero empecé a tener dificultad para respirar. Me dijeron que era un principio de bronquitis y me dieron un antibiótico», cuenta.

Judit siguió haciendo vida normal pero adoptó algunas precauciones, como aislarse de la familia. Sobre el 10 de marzo, tenía fiebre, fue al CAP y se lo achacaron a un constipado. «Pasaban los días y no mejoraba. Le dije a mi doctora que no me encontraba bien. Tenía muchas molestias en el pecho, en la zona de los pulmones», explica.

Problemas de memoria

Pasaron tres semanas hasta que acudió a Joan XXIII, donde le detectaron una neumonía provocada por Covid-19. «La PCR no me dio positivo pero me lo diagnosticaron igual, porque la neumonía lo delataba», narra. Allí fue tratada con hidroxicloroquina y estuvo aislada en su casa, pero con unos síntomas recurrentes que no se han ido. «No me he recuperado. Sigo teniendo molestias en los pulmones, mucho cansancio, me ahogo, sufro dolores de cabeza y también problemas de concentración y de falta de memoria. Estoy un día bien y siete mal. Tengo crisis respiratorias y he tenido épocas con tanta migraña que hasta me daban náuseas», añade.

Judit está pendiente de los resultados en diversas pruebas en los pulmones para intentar arrojar luz sobre las indisposiciones que arrastra: «Aún hoy me cuesta respirar, tengo mucosidad en el pulmón y siento pitidos». A la pesadilla física se añade la angustia de vivir en la incertidumbre, al menos hasta que Judit ha podido compartir su vivencia con otras personas. «Yo pensaba que me había vuelto loca, hasta que he conocido a gente que está igual. Un día me dio por buscar en internet las cosas que a mí me pasaban, el cansancio, la falta de concentración, las crisis respiratorias… Y di con personas que estaban en mi misma situación o parecida».

El caso de Judit, que se medica con broncodilatadores y otros medicamentos como nebulizadores, ilustra el de este perfil específico de contagiados que viven en la desesperación: «No he vuelto a trabajar, sigo en casa. Somos muchas las personas que estaban sanas, que no tenían patologías previas y que tardamos mucho en recuperarnos, o nos han quedado secuelas duras. Está claro que algo en mí no va bien. Hay días en que estoy optimista y otros en los que se pasa muy mal. Lo que tengo claro es que no puedo estar toda mi vida así».

El colectivo pide que se siga investigando y que tanto la ciencia como la sanidad les tenga en consideración. «Es una enfermedad nueva, a muchos no nos hicieron PCR en su momento porque había acceso pero luego hemos dado positivo en anticuerpos. No hay suficientes estudios, hay que hacer más investigación para conocer el alcance real de la enfermedad», confiesa Olga Martí, una de las portavoces de este colectivo, que a base de sumar miembros consigue avances. Uno de ellos es el hecho de que la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familias (FEMG) está comenzando a estudiar esta casuística. «Hemos hecho reuniones de trabajo con Salut y logramos que hicieran un comunicado a todos los centros informándoles de que hay una serie de enfermos leves y moderados de Covid-19 de larga duración, para que se nos tenga en cuenta», zanja Olga.

Se puede contactar con el colectivo de afectados en Catalunya a través de su cuenta de twitter o del correo electrónico ‘simplleusabandonatscovid19@gmail.com’. La plataforma catalana de afectados difunde sus ideas y manifiestos en las redes sociales y en la página ‘https://sites.google.com/xtec.cat/afectatspersistentscovid19/home’. 

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