Volver a escribir tras el robo de dos novelas y un ensayo

Manuel Lara, de La Granja, publica ‘Luna tardía’, un homenaje a la aldea perdida. Así se quita la espina del hurto de tres manuscritos

26 abril 2019 06:07 | Actualizado a 26 abril 2019 06:09
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Tiene la lucidez dolorosa, algo amarga, de quien ha luchado en los envites de la clase obrera y lo ve todo con escepticismo. «Veo demasiada barbarie en la calle y demasiada estupidez y te das cuenta una vez abres la mente. Creo que la sociedad es muy conformista», asume. Aun así, Manuel Lara, granadino tarraconense de adopción, vecino de La Granja, está «feliz y satisfecho» por Luna tardía (Silva Editorial), su nueva novela, que será la última que publicará, zanjando una etapa de escritura y edición que llegó tarde pero fue fructífera y reconfortante. «Seguiré escribiendo pero para mí», anuncia.  

Su nueva criatura, un drama con fogonazos para la esperanza, tuvo su semilla en una visita a una aldea abandonada, casi en ruinas. Digirió aquello sin más  pero luego, en una madrugada de insomnio, casi de revelación, empezó a darle forma a la idea, siempre siguiendo un modo de crear propio, con poco método, algo anárquico. «Recuerdo que mi mujer, no sabemos por qué razón, empezó a toser insistentemente y no dormíamos, en la casa de campo. En aquella noche tuve la idea», explica.

Manuel escribió el libro entre Navidades de 2015 y abril de 2016. «Salió rápido, pero luego lo dejé reposar, porque creo que es bueno. Lo pasé a limpio y hubo correcciones». Y eso que escribir le lleva a una burbuja que le espanta los fantasmas, los de fuera pero también los de dentro. «Me relajo y me aíslo también del ruido interior. Y lo consigo». Luna tardía explica la historia de Demetrio, que llega a un pueblo en ruinas. «El propio Demetrio también está en ruinas, porque es alguien que tiene mala conciencia, que ha estado alejado de la familia. Cuando ve el pueblo intenta rehabilitarse; él y el pueblo. Es una historia de lucha», relata Manuel. «Siempre hay algo de uno, me suelo desnudar, aunque los personajes son todo lo libres que necesitan». 

Lara ha acabado alumbrando un libro que es, en realidad, un homenaje a los pueblos perdidos y una toma de conciencia de la despoblación, algo que, por otra parte, ha irrumpido definitivamente en la agenda pública. 

«Es la historia de muchos pueblos abandonados. Te detienes ante uno de ellos y la mente se dispara. Retrocedes en el tiempo, te sitúas en la piel de la gente que vivió ahí. Es un espectáculo triste. Cuando veo que alguien intenta recuperar una casa siento alegría», resume. 

Manuel, ilusionado con la publicación de su obra, se repone de un varapalo que ha acabado afectando a su labor de escritor. «Hace un año y medio ocurrió algo muy extraño. Me robaron tres obras inéditas». Se llevó una caja con 720 folios escritos a mano de su casa a su cochera. La guardó en una estantería. «Cometí una estupidez pero no me di cuenta», lamenta. Entraron, robaron varias herramientas y aquella caja que contenía las novelas El pacifista beligerante, El suicida intermitente y el ensayo político-social La casa de uno. «Lo denuncié a los Mossos d’Esquadra pero no he vuelto a saber nada». Ahora, con Luna tardía, intenta quitarse, aunque sea un poco, la espina del mal trago. 

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