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Alejandro Fernández y Victòria Forns firmaron en Valls el pacto para gobernar Tarragona en 2011

El líder del PP en Catalunya revela en su libro el acuerdo con CiU para dejar sin alcaldía al PSC... que Oriol Pujol bloqueó

13 abril 2025 18:51 | Actualizado a 14 abril 2025 07:00
Se lee en 1 minutos
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Las elecciones municipales del 2011 pasaron a la historia como las que dejaron un resultado más abierto en Tarragona, con tres semanas tras los comicios en los que las negociaciones no dejaron respirar al alcalde Josep Fèlix Ballesteros (PSC) hasta pocas horas antes del pleno de investidura.

La cita llegó tras cuatro años de gobierno entre PSC y ERC, en un mandato marcado por el POUM y la Llei de Vegueries que proponía la cocapitalidad entre Tarragona y Reus. Todavía en la fase pre Procés, en ese momento el aliado natural de los socialistas era Esquerra porque la alianza CiU-PP que gobernó la ciudad entre 1999 y 2007 todavía era muy reciente. Los populares, liderados por Alejandro Fernández, concentraron en ese momento el voto de reacción contra la «Barcelunya».

Tres votos de diferencia

La cita dejó un PSC que ganó con solvencia –pasó de 13 a 12 concejales– y un endiablado empate a siete ediles en la segunda posición entre CiU y PP. Los nacionalistas lograron, de hecho, solo tres votos más que los populares: 9.920 a 9.917. Convergència i Unió y Partit Popular sumaban, pues, mayoría absoluta si llegaban a un pacto, ya que dejaban en nada los 13 que acreditaban los 12 del PSC y el de ICV.

“Firmamos un pacto de gobierno que suponía una reorganización profunda del Ayuntamiento para agilizar licencias y optimitzar recursos”

Alejandro Fernández

En el libro A calzón quitao, Alejandro narra detalles de la negociación que hasta ahora nunca habían trascendido, como que la reunión en la que se cerró el pacto se llevó a cabo en la torre del restaurante Casa Fèlix de Valls.

«Creo que aquel pacto habría sido muy bueno. Teníamos en mente una reorganización profunda del Ayuntamiento para agilizar licencias, mejorar procesos y optimizar recursos», escribe Alejandro, quien añade: «Y con el cartapacio completito y el acuerdo firmado por ambos, salimos del restaurante la mar de felices, bien comidos, pero, sobre todo, con un gran proyecto, sin saber lo que nos esperaba en los siguiente días», relata.

El día clave llegó el 9 de junio. «La asamblea de CiU aceptó el acuerdo, pero apareció en escena la verdadera naturaleza supremacista del nacionalismo catalán: Oriol Pujol, secretario general adjunto de Convergència, vino a Tarragona a desautorizarlo», indica Alejandro, quien revela que «Victòria Forns me llamó la mañana siguiente absolutamente hundida». Para compensar, Fernández asegura que Artur Mas prometió a Forns que sería la candidata en 2015. «Ella me contestó que se fiaba de su palabra. Si cedes, no tendrán piedad, le insistí».

¿Marcó 2011 la suerte del espacio convergente? Forns fue sustituida en 2015 por Albert Abelló y CiU pasó de siete ediles a tres. Una década después, la herencia de la antigua CiU sigue a años luz de poder aspirar a la alcaldía.

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