La otra pandemia: de ganar 4.000 euros al mes a pedir ayuda

Servicios Sociales. Luis Fernández trabajaba en una cadena hotelera cuando, a causa de la Covid-19, se vio afectado por un ERTE. Hace unas semanas acudió por primera vez a Creu Roja

03 junio 2020 18:00 | Actualizado a 04 junio 2020 16:54
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Detrás de cada uno de los datos que ofrece el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) hay personas con nombres y apellidos. En muchos casos, hombres y mujeres que hace unos meses tenían unas perspectivas laborales buenas, que se truncaron de la noche a la mañana, viéndose obligados a quedarse en casa a raíz del estado de alarma impuesto por esta crisis sanitaria. Uno de estos casos es el que ha vivido Luis Fernández.

A sus 46 años se incorporó el pasado 10 de febrero, en su puesto como jefe de cocina de en un hotel de la Costa Daurada. Con el inicio de la pandemia se vio afectado por un ERTE y, aunque su regreso al trabajo es cuestión «de semanas», asegura que jamás podrá olvidar lo que ha vivido estas semanas.

Fernández es uno de aquellos casos en el sector turístico, con un contrato laboral discontinuo. «Tenía una nómina de unos 4.000 euros al mes, de forma que trabajaba ocho meses y los otros cuatro me daba para vivir», relata. El hotel en el que trabajaba debía abrir en primavera. «Nos llamó la directora que se empezaban a anular reservas», explica. Y un viernes, cuando se fue del trabajo, ya no regresó.

De repente Luis Fernández se encontró con un sueldo de 800 euros, la mujer también en ERTE, tres hijos viviendo en casa y otros dos con sus madres. «Con lo que nos entraba no nos daba para nada. No puedes salir de casa y mis padres no podían mandarnos dinero, porque no les dejaban salir del pueblo», sigue explicando. Día a día el poco oxígeno que le quedaba se iba cargando. «Mi mujer cayó en depresión. Ves como todo se va acabando y hay que llenar la nevera con algo, mientras vas viendo que los precios no paran de subir», añade.

Es una cuestión a la que ha prestado especial atención durante estas largas semanas. «Cuando ibas al súper te dabas cuenta de que productos básicos como la leche o los pañales habían subido. Había días en los que te entraban ganas de darle la vuelta al pañal», asegura.

Los primeros días los pasó «peleando» con el SEPE. «Tuve muchos problemas, porque estuve llamando no sé cuantas semanas y no me cogían el teléfono, y después todos los papeles. Solo salían trabas», añade Fernández. Estuvo casi dos meses sin cobrar nada. Al final, el sueldo que percibe les permite pagar el alquiler y poco más. «Cuando te quedan 300 euros, cinco personas no pueden vivir, aunque aprendes a estirar el dinero como un chicle», manifiesta.

Consiguió también la ayuda de 435 euros del Gobierno para parados. También solicitó la del alquiler. «No tienes respuesta de nada», lamenta. Un mes no pudo pagarlo. «Es lo que tenía de fianza, pero el mes siguiente decidimos pagarlo de nuevo porque tampoco sabíamos si el propietario podría tomar represalias y echarnos», añade.

La desesperada situación le llevó a ponerse en contacto con Creu Roja a través de Facebook. «Les mandé un mensaje de socorro y al instante me contestaron», explica. Luis Fernández jamás había tenido que pedir ninguna ayuda. «Es aquello que acabas de comprarte un coche, porque sabes que en nada vas a volver a trabajar, y haces planes para las vacaciones y de repente te encuentras con que todo se ha venido abajo», argumenta.

En «dos o tres» días Creu Roja Tarragona le mandaba una tarjeta monedero de cien euros para poder comprar comida. «Me llamaron y no me preguntaron en qué situación estaba ni qué cobraba antes. Supongo que si alguien les llama así es porque no sabe qué hacer», dice.

Creu Roja ha distribuido tarjetas monedero durante este periodo por valor de 154.240 euros. De estas, 1.500 son de cien euros a partir de fondos captados por la entidad. Otras 53, de 80 euros, son a través de El Corte Inglés.

«Tenía la nevera pelada», apunta Fernández. La empresa ya le ha llamado y dentro de «unas semanas» se reincorporará en su puesto de trabajo. Pese a ello, ha vivido junto a su familia una pesadilla iimborrable. «Dicen que nadie se va a quedar atrás. Menos mal, porque yo me he quedado en la cola. El Gobierno tan solo se ha preocupado de que no salgamos a la calle, mientras ni siquiera han hecho nada para impedir que subieran los precios de alimentos básicos durante todo este tiempo», concluye.

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