El gerente de Securitas recibió 5 balazos de los 11 que el tirador acertó

El hombre, de 52 años, se encuentra en estado crítico en Joan XXIII. Le extirparon el bazo pero todavía tiene una bala en el pulmón, otra cerca del corazón y metralla en los hombros

16 diciembre 2021 19:30 | Actualizado a 17 diciembre 2021 06:29
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Un total de 14 balas fueron las que recibieron los implicados en el tiroteo y la posterior persecución y detención de Eugen Marin Sabau, el vigilante de Securitas que el martes sembró el pánico en la ciudad de Tarragona. El gerente de la empresa ubicada en la plaza Prim es el que salió peor parado, pues se encuentra en estado crítico en el Hospital Joan XXIII. Recibió hasta cinco proyectiles. De 52 años de edad, vecino de Tarragona y nacido en Reinosa (Cantabria), fue sometido a una primera intervención en la cual le extirparon el bazo, pero todavía le queda una bala en el pulmón, otra cerca del corazón y metralla en los hombros. En este sentido, según declaró un conocido suyo en El Diario Montañés, su estado sigue siendo grave y hay que esperar a las próximas horas para volver a operarle.

Otros dos proyectiles impactaron en otro trabajador de la compañía, en la mano y en el muslo, por lo que fue operado con éxito el miércoles en el Hospital Santa Tecla. Según fuentes conocedoras, si todo sigue igual, podría recibir el alta entre hoy y mañana. Finalmente, otra empleada recibió tres tiros, supuestamente en el glúteo, la vejiga y en una extremidad, y se encuentra en estado grave, al parecer sin que se tema por su vida, también en Joan XXIII.

Por otro lado, durante la huida, Eugen Marin Sabau también disparó contra un agente de los Mossos d’Esquadra de paisano al darse cuenta de que lo perseguía, en una rotonda de la T-11 a la altura de Maspujols. El proyectil impactó en el brazo del policía provocándole una herida de entrada y salida, pero fue atendido allí y evacuado en un helicóptero del SEM que lo trasladó a la Vall d’Hebrón. Estable y fuera de peligro, fue el más ‘afortunado’. Finalmente, durante la negociación en una masía de Riudoms en la que se había atrincherado el atacante, se inició un intercambio de fuego que acabó con tres balas del Grup d’Intervenció Especial (GEI) en la pierna y los brazos de Eugen. Este se encuentra en estado crítico en el Hospital de Bellvitge ya que, al parecer, uno de los proyectiles le dio en la arteria femoral.

Hay pocos avances en el estado de salud de las víctimas 72 horas después del fatídico 14 de diciembre, salvo del trabajador que podría ser dado de alta esta misma semana. Lo que sí ha podido saber el Diari es que ninguno de los proyectiles impactó ni en la cabeza ni en el cuello de los heridos, sino que todos dieron en el tronco y en manos, brazos y piernas. Aparte del mismo atacante, son dos de los trabajadores de Securitas los que han salido peor parados. Eran alrededor de las once de la mañana cuando Sabau entró a las oficinas de la compañía y tras unos minutos de discusión empezó a acribillar a sus compañeros. Al parecer, además de llevar una pistola también utilizó un subfusil. Durante el tiroteo, otra de las trabajadoras consiguió esconderse debajo de una mesa, evitando así ser la cuarta víctima del vigilante. Cabe recordar que este se encontraba de baja por un problema físico, pues al parecer tenía una lesión en los isquiotibiales.

Eugen, aficionado al tiro deportivo, con licencia de armas de tres tipologías diferentes de caza y deportiva, y propietario de cuatro pistolas y un rifle, tenía formación militar, según fuentes cercanas a la investigación, aunque no se ha podido confirmar que antes de venir a España hubiera llegado a formar parte de las Fuerzas Armadas de Rumania, su país de origen. Los permisos de los que disponía el vigilante le permitían tener sus armas en casa, aunque la munición debía estar siempre en el club de tiro. No obstante, según fuentes conocedoras del caso, el aficionado al tiro tenia también una licencia de recargador, con la que podía tener munición en propiedad.

Actuación clave del GEI

Sabau, que se enfrenta a varios delitos de homicidio en grado de tentativa, sigue hospitalizado en Bellvitge en estado crítico. La intervención del GEI fue clave para reducirlo. Una vez atrincherado en un cobertizo a pocos metros de una masía de Riudoms, un equipo negociador intentó que depusiera su actitud. Incluso le llamaron a su móvil personal para hablar con él sin obtener la respuesta deseada. Tras unos minutos, uno de los agentes disparó al aire, lo que provocó que saliera del cobertizo y se pusiera a disparar contra los GEI, los cuales consiguieron neutralizarlo con tres tiros certeros en brazos y piernas.

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