Whatsapp Diari de Tarragona
  • Para seguir toda la actualidad desde Tarragona, únete al Diari
    Diari
    Comercial
    Nota Legal
    • Síguenos en:

    El narcotráfico vuelve a las playas de Tarragona

    La presión en Gibraltar dispara los desembarcos de hachís, y no solo en el Delta. Ha habido 13 actuaciones en un año. En los cinco anteriores solo dos

    08 mayo 2022 19:42 | Actualizado a 08 mayo 2022 19:48
    Se lee en minutos
    Participa:
    Para guardar el artículo tienes que navegar logueado/a. Puedes iniciar sesión en este enlace.
    Comparte en:

    Una narcolancha abandonada en Tamarit, un desembarco en la playa Waikiki de Tarragona, con más de 2.400 kilos, otra barcaza intervenida en la costa frente a L’Hospitalet de l’Infant, otra operación en la playa de Mont-roig, en L’Ametlla de Mar o en la playa de Riumar, en pleno corazón del Delta. Y, por supuesto, varias actuaciones en Deltebre, algo así como la localidad que es la referencia ebrense en esta vuelta del narcotráfico a las playas tarraconenses.

    El tráfico de sustancias se ha disparado en los últimos meses, volviendo a los niveles registrados en la primera década del siglo, cuando el Delta se convirtió en la puerta de entrada del hachís con destino a Europa. En los últimos meses los movimientos y, por tanto, las operaciones, se han disparado. Entre julio de 2021 y abril de 2022, en diez meses, ha habido 13 actuaciones contra el narcotráfico en la costa tarraconense. Hay que tener en cuenta que en los cinco años anteriores, entre 2016 y 2020, solo hubo dos. Los kilos interceptados son también otro termómetro certero de esta tendencia al alza: de 4.270 kilos en un lustro a más de 15.000 en el último año, incluyendo ahí el saldo de las Operaciones Maius y Drift, nacidas aquí pero con ramificaciones en diferentes puntos de España.

    Lanchas botadas desde aquí

    Esas intervenciones, todo un golpe a la logística en la Costa Daurada, destapan un nuevo papel de Tarragona, desconocido hasta ahora: la costa no es un solo punto de descarga de los alijos que proceden de Marruecos, y por tanto escala intermedia de la droga que luego irá hacia Europa, sino que por primera vez las narcolanchas también se botan desde aquí, lo que quiere decir que ha habido centro de operaciones, con embarcaciones que se preparaban aquí y que hacían el trayecto de ida y vuelta hasta el norte de África.

    «Las dinámicas son cíclicas», indica el cabo mayor Juan Carlos Lara, portavoz oficial de la Comandancia de Tarragona. En 2018, 2019 y 2020 no hubo ninguna operación pero fue en este último año, el de la irrupción de la pandemia, cuando algo empezó a cambiar. «Hay varios años en los que no se hace ninguna actuación. Hubo un mayor enfoque en la cocaína porque no había tantas entradas, pero en 2020 se intensifica la vigilancia, a raíz de investigaciones en otros puntos de España. Cada unidad de policía judicial tiene una oficina de análisis, así que la de Tarragona empieza a recibir información», cuenta Lara.

    Todo ello se enmarca en el llamado Plan Telos, una operación encaminada a impedir la distribución de estupefacientes hacia Europa. Es ese mismo dispositivo el que se intensifica de antemano en previsión de posibles operaciones de las bandas, una actividad que se manifiesta unos meses después, cuando se concreta esa advertencia a las comandancias costeras sobre una posible recuperación del mercadeo con hachís, más allá de Andalucía. Como en un juego de vasos comunicantes, lo que sucede en el sur acaba repercutiendo aquí. «Influye la presión que reciben las organizaciones en la zona sur. Es algo que condiciona. A las bandas les sale más barato meter una lancha por Huelva, Almería o Cádiz, pero se intensifica tanto la presión allí que van subiendo cada vez más. Es cíclico, cuando se presiona mucho en el Campo de Gibraltar, donde la situación se estaba desbordando y se crean unidades nuevas, se nota aquí», aporta Lara.

    Del Delta a la Waikiki

    En ese desplazamiento es vital el papel del Delta de l’Ebre. «Su misma figura geográfica facilita la entrada y la salida de embarcaciones. No es accidental. El Delta es muy llano, es fácil de controlar, en cuanto entran patrullas las pueden detectar», sostiene Lara. Playas amplias y zonas con poca densidad de población son puntos a favor, si bien también se impone la exigencia de conocer bien el terreno y sus laberínticos caminos por los arrozales.

    Pero no solo del Delta pueden vivir las organizaciones en su incursión tarraconense: la cala Torrent del Pi, rodeada de pinares que protegen, en L’Ametlla de Mar, ha sido un lugar reciente de desembarco, con más de dos toneladas y dos detenidos; o la Cala Fonda o Waikiki, en Tarragona capital, una playa aislada y de difícil acceso fue escenario de un desembarco, con más de 2.400, el año pasado, en pleno agosto. «En una operación pueden llevar 3.000 kilos y el hachís lo van sacando a mano, así que dependen de cómo sea una playa geográficamente les va mejor o peor, por eso se centran en algunas concretas», cuenta Lara.

    En la lucha contra el narcotráfico es vital la aportación del Sistema Integrado de Vigilancia Exterior (SIVE), un circuito de cámaras que abarca toda la costa tarraconense, controlado las 24 horas por agentes. Esa monitorización se intensifica en función del momento, lo que se combina con la actuación o el control sobre el propio terreno. La ampliación del sistema de cámaras tuvo en su día un efecto disuasorio y es decisivo en la labor. «Los agentes SIVE y las cámaras cubren todo el litoral. Van viendo las trazas de las embarcaciones y te puede decir con seguridad si es una goma, como se llama en el argot, o una narcolancha. Si lo ven y está claro, se activa la operación», explica el responsable de la comandancia tarraconense.

    Hacia el amanecer

    Pero al mismo objetivo de anticiparse se puede llegar por pura investigación, con una casuística muy amplia que abarca desde seguimientos personales a interceptaciones telefónicas. «Las unidades están siempre encima, nunca se descarta nada, siempre hay alguna investigación en marcha, aunque muchas no vayan a ningún lado. Esto es algo prácticamente imposible de erradicar», añade Juan Carlos Lara. Cuando hay indicios suficientes se monta la operación, para la que no hay reglas escritas pero sí algunas consideraciones más o menos habituales: suelen ser de noche, pero generalmente hacia el amanecer, ya que necesitan algo de luz, son de cierta complejidad debido a que son alijos considerables (más de 3.000 kilos, con fardos que pesan entre 30 y 40) y suponen siempre un riesgo para la seguridad policial: «Hay que tener en cuenta que igual puede haber 12 personas descargando, muchas tienen experiencia, están entrenadas, así que puede haber un riesgo de agresión física».

    La playa es el punto intermedio de un material que, en caso de éxito, queda guardado en lugares cercanos, como chalets o almacenes, que en la jerga reciben el nombre de ‘guarderías’. Allí permanecen hasta que se dan las condiciones ideales para la salida, siempre con furgoneta o camiones, en una ruta por carretera hacia algún punto de Europa: «No es lo mismo un kilo de hachís aquí que en Europa. Según vas hacia el norte, el precio es más caro, aunque también hay una parte de la droga que se queda aquí. La AP-7 es una vía importante en ese tráfico, pero incluso se ha mandado droga por paquetería postal en grandes cantidades».

    De momento, el balance policial por las intervenciones costeras contra el hachís y las desarticulaciones recientes de tramas al completo es satisfactorio, a la espera de ver si la presión se mantiene en los próximos meses, en la línea de lo que pasó en la primera década de los años 2000. Por entonces había unos 20 decomisos al año. En cuatro meses se han hecho siete intervenciones, incluidas dos grandes operaciones.

    Comentarios
    Multimedia Diari