En la Plaça Corsini el Amparito Roca suena, como cada día, puntualmente a las seis de la tarde; solo que esta vez no solo hay familias con niños esperando para ver salir el carrillón. De hecho, la plaza está llena de personas de todas las edades con ganas de Carnaval.
Un grupo de señoras habla sobre lo pesado que es «terminar de cuidar a los hijos para cuidar a los padres», discuten sobre la inflación: «porque los precios bajar no bajan», o sacan a colación el tema de la ayuda de 200 € para las familias vulnerables, «que está muy bien, pero resulta que si eres pensionista no puedes»...
Y de pronto todo cambia con ver entrar a la plaza las primeras plumas. Son el Rei Carnestoltes y la Concubina con sus respectivos séquitos. Ahora la conversación gira en torno a los trajes, los peinados o lo guapísima que ha quedado la hija de la vecina. Todo hace pensar en Celia Cruz cuando advertía que «no hay que llorar, que la vida es un carnaval y las penas se van cantando».
Ayer por la tarde por fin podría recuperarse el acto de la entrada a la ciudad del Carnestoltes y la Concubina a la ciudad y comenzaba con un homenaje a los ‘boters d’honor’, tres personas que han trabajado desinteresadamente por el Carnaval en la ciudad. Se trata de Alicia Navarro, Quico Pérez y Enric Parès, históricos de la fiesta, e impulsores de actos como la Rua de Lluiment o la Disfressa d’Or.
Chartreuse contra el agobio
Pero el objetivo del acto era el que era: conseguir que el alcalde entregara la vara de mando al Carnestoltes, algo que Pau Ricomà hizo, siguiéndoles el juego. «Por mí, encantado», les dijo, antes de comenzar a enumerarles lo que tendrían que hacer hoy. «A las 8.30 tenéis que estar en el Consorci d’Aigues, después Junta de Govern y luego...»
No conforme con explicarles la agenda también trató de quitarles presión: «no podéis estropear nada más de lo que ya está estropeado». Y, si les vence el estrés, incluso les explicó dónde encontrar una botella de Chartreuse escondida en un libro.
La buena disposición del alcalde, no obstante, no le salvó de la sátira del Rei que dijo que con el dinero que se destina al Carnaval «no nos llega ni para condones».
Y es que el Carnestoltes y la Concubina (que no se conformó precisamente con hacer de reina consorte) no dejaron títere con cabeza. Recibieron desde Putin hasta el rey Juan Carlos, pasando por el Papa y Dani Alves. A propósito de este último se pusieron serios para recordar que «no es no».
No faltaron tampoco los políticos de la ciudad y los deberes pendientes del Banco de España o el mamotreto de El Miracle. Eso sí, reconocieron que ellos no están para arreglar nada, aunque la diversión y el desmadre están asegurados.
Y ayer mismo por la noche ya comenzaron a cumplir su palabra con la gala junto a sus séquitos que tuvo lugar en un Teatre Tarragona; lleno hasta la bandera para las dos sesiones. Sus comparsas Colorus Fantasy y Disc 45 se esmeraron en un espectáculo sobre el cielo y el infierno en el que se agradeció ver cuerpos de todos los tamaños.
«Mientras nosotros mandemos, el dinero del Ayuntamiento será para el desenfreno... Los políticos no nos arreglarán nada, mirad el ejemplo del Banco de España, el mamotreto...» Rei Carnestoltes
