'El ruido no es un tema menor en Tarragona si no puedes dormir en tu casa'

Vecinos de distintas zonas de la ciudad se lamentan de la inacción de las administraciones ante este problema. La Guàrdia Urbana recibió 140 denuncias al respecto el año pasado

26 enero 2020 15:00 | Actualizado a 27 enero 2020 11:28
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«No nos toman en serio porque no lo sufren en carne propia, porque no tienen problemas para dormir en su propia casa», dice Mireia Barrio, quien vive en la calle Jaume Vidal i Alcover, muy cerca de la A-7, o, lo que es lo mismo, la zona de la ciudad donde se registran niveles de ruido más elevados.

Las mediciones que se realizaron en 2018 (ver gráfico adjunto) para realizar el mapa acústico de la ciudad, arrojaron que la autovía, en azul, es lo más ruidoso del municipio.

El año pasado los vecinos supieron que, después de años de desacuerdo con el Ayuntamiento de Tarragona, el Ministerio de Fomento aceptaba pagra de la instalación de pantallas acústicas en la zona. Eso sí, entonces el ministerio no dio fechas. Hoy siguen igual.

«¿Que cómo lo estamos arreglando? De momento poniendo dinero de nuestro bolsillo. He instalado doble ventana y en verano discutiendo por si abrimos o no las ventanas y aguantamos el ruido», relata.

Suspenso en la encuesta

El pasado mes de diciembre, el Diari de Tarragona realizó una encuesta ciudadana para evaluar el estado de los servicios públicos de la ciudad, en la cual participaron un total de 9.234 personas, logrando casi 30.000 visitas a la página web desde 15.000 dispositivos diferentes. El control del ruido fue uno de los aspectos peor valorados de la consulta con 3,75 puntos sobre 10.

Entre los votantes, un 23% otorgó una valoración de «nada satisfactorio» –un cero– al control de las emisiones acústicas, mientras que un 39% lo valoró con un «poco satisfactorio» o, lo que es lo mismo, una nota de ‘3’. Por contra, un 38% aprobó el control del ruido.

La queja más recurrente entre los vecinos se encuentra la poca atención que reciben de las autoridades cuando denuncian el problema, tal como comenta Andreu Ximenis, portavoz de la plataforma ciudadana Farts de Soroll, quien se lamenta que desde la Guàrdia Urbana, como mucho, cuando se llama para denunciar problemas de ruido, se limitan a tomar nota.

Desde la policía municipal explican, no obstante, que el año pasado se tramitaron 140 denuncias por problemas de ruido. El mayor número de denuncias, 67, fue por «perturbar la tranquilidad pública con gritos, escándalos, peleas y tumultos». Le siguieron en número las 58 denuncias que tenían que ver con «Producir molestias a los vecinos por la utilización de aparatos emisores de sonido o por actividades de cualquier tipo y fiestas en domicilios , especialmente de las 22 hasta las 8 horas».

Destacan, además, que durante 2019 la Unidad de mediación y resolución de conflictos trató 45 casos vecinales (no todos acabaron en denuncia) relacionados con el ruido, de los cuales resolvieron 26.

Un agente consultado reconoce, no obstante, que la mayoría de las denuncias llegan en fin de semana y en momentos en que toca priorizar si hay acciones urgentes. Eso sí, asegura que todas las quejas se revisan y evalúan.

Mapa acústico ¿y qué más?

Reconoce Ximenis que desde la plataforma hubo satisfacción cuando en 2018, por fin, Tarragona aprobó su mapa de capacidad acústica. En el informe previo se reconocía que la Part Alta, donde desarrolla principalmente su actividad Farts de Soroll, tiene un exceso de ruido.

No obstante, señala, desde entonces el cambio ha sido poco. Apenas ha habido para reseñar el cierre temporal de una discoteca.

Pero, más allá de la inacción de las autoridades, Ximenis reconoce que el problema del ruido también es un problema de civismo. «No puede ser que estés a las tantas de la madrugada riéndote y cantando, y no te de por mirar un poco hacia arriba y pensar en el vecino que esa noche no puede dormir, que sufre lo mismo cada noche y cuya salud se va minando... Estamos en una sociedad que relaciona la alegría con el estruendo», reflexiona.

Eso sí, recuerda que pese a la falta de sensibilidad de la administración con este problema que afecta a la salud, hay vecinos que deciden se gastan su dinero para ir a la justicia.

«No hay dinero que lo pague»

Es justo lo que hizo Manuel (prefiere no dar su nombre) vecino de la Tarraco Arena Plaça, quien consiguió que, tras sus denuncias, se suspendiera la actividad en el recinto hasta que se solucionara el exceso de ruido y se condenara la inacción del Ayuntamiento. Recientemente la plaza se ha acondicionado para cumplir con la normativa y ha vuelto a hacer conciertos por la noche.

No obstante, llegar hasta aquí ha supuesto una lucha de diez años y mucha insistencia. Aunque la justicia les ha dado la razón, los 6.000 euros que han recibido de compensación no han dado para pagar las costas en abogados y, las sonometrías contratadas por ellos. En algún caso, de hecho, les tocó dormir un fin de semana fuera de casa para que las mediciones fueran fiables.

Pero, más allá del tema económico, dice que «nadie nos pagará los días de ir al trabajo sin haber dormido, las jaquecas, los ansiolíticos... Nos queda un mal sabor de boca».

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