No hará falta que busque refugio en un búnker. Ni siquiera que llame a Bruce Willis. No es el Armagedón del Apocalipsis. Usted tiene más opciones de morir en un accidente de tráfico que aplastado por la chatarra oriental que caiga de los cielos. Incluso antes le atravesaría un rayo que unos escombros espaciales. Por ponerse positivos: es más fácil que le toque el Gordo de Navidad que un satélite se le cuele en el salón de casa.
La órbita del artefacto procedía del interior de la península. Ahí llegó tras sobrevolar áreas de Oceanía, Sudamérica y el Atlántico. Desde Tarragona, se adentró en el Mediterráneo (una de las numerosas zonas de riesgo de caída) en dirección a Italia.
No está previsto que el satélite vuelva a pasar por Tarragona en los próximos díasEl Tiangong-1, que pesa unas ocho toneladas, se encuentra ahora en pleno proceso de regreso a la atmósfera sin control. Está previsto que se precipite sobre la Tierra entre el 30 de marzo y el 6 de abril en algún lugar todavía no definido y con un margen enorme, entre los 43 grados sur y los 43 grados norte, según ha informado la oficina de Desechos Espaciales de la Agencia Espacial Europea (ESA).
Será imposible afinar el pronóstico hasta escasas horas antes de la reentrada. El satélite cruzará estos días varias veces por España pero no transitará por Tarragona. De hecho, no hay previsión de que vuelva a pasar por aquí antes de que se desintegre.
Los expertos, sin embargo, niegan todo tipo de alarmismo y remarcan que el riesgo de que se produzcan daños es mínimo, ya que sólo golpeará la Tierra una pequeña cantidad de desechos. Está previsto que la fricción con el aire de la atmósfera desmenuce la mayor parte de la aeronave.
El satélite cruzará estos días varias veces por España pero no transitará más por TarragonaEl artilugio ha pasado por encima de Tarragona a una velocidad de 7,7 kilómetros por segundo –unos 27.000 km/h– y a una altura de unos 225 kilómetros, que va variando durante el avance.
Pronosticar el momento y el lugar de la caída es muy complicado. El Tiangong-1 completa una órbita alrededor de la Tierra cada hora y media. Pequeños cambios de orientación o en la densidad de la atmósfera pueden hacer variar mucho su trayectoria de descenso. A esas velocidades, es difícil predecir el lugar exacto en el que podrían caer los restos.
A estas alturas, la orientación de Tiangong-1 se mantiene estable, a pesar de que el hecho de que vaya a la deriva genera cierta irregularidad en la trayectoria. Todos los días su órbita pierde varios metros de altura. Cuando estaba operativa, la estación volaba entre 300 y 400 kilómetros de altitud; el 16 de marzo se cernía sobre la Tierra a 237,8 kilómetros, según el último comunicado de China Manned Space.
La caída de la estación ya es algo previsto desde hace tiempo. En marzo de 2016, una declaración oficial china dijo que los servicios de telemetría con Tiangong-1 habían cesado, aunque según el análisis de Aerospace, el último ajuste orbital para Tiangong-1 se realizó en diciembre de 2015.
Meses después, en septiembre, China informó de que Tiangong-1 volvería a entrar en la atmósfera terrestre en la segunda mitad de 2017. Eso finalmente no sucedió y hubo un nuevo retraso. Ahora parece la ocasión definitiva.
El agua, destino probable
Ayer estaba a 225 kilómetros en la vertical de la provincia, mientras que a partir de los 100 kilómetros de altitud la densidad de la atmósfera será suficiente para atrapar al artefacto, comenzando así la descomposición definitiva.
La mayoría de los restos de satélites o de estaciones orbitales caen en el mar, que ocupa el 70% de la superficie terrestre. Aunque caigan sobre tierra firme es muy difícil que impacten con zonas pobladas, que ocupan un porcentaje mínimo de superficie.
La mayoría de los restos de satélites o de estaciones orbitales caen en el mar, que ocupa el 70% de la superficie terrestreDe esta forma, las posibilidades de afectación a poblaciones son pequeñas. Además, las trayectorias de las estaciones orbitales se puede corregir hasta el último momento activando sus motores.
Por si a estas alturas todavía quedaran temerosos o amigos del Apocalipsis, mejor atender el último mensaje de la Corporación Aeroespacial: «Incluso si se considera la peor ubicación, la probabilidad de que una persona reciba uno sus fragmentos es aproximadamente un millón de veces menor que la de ganar el premio mayor de Powerball».