Amina es una joven de Campclar. A primeras horas de la mañana de ayer estaba en uno de los estands de Firavida, pintando los cartones de huevos que Càritas tenía justo en una de las zonas de entrada al recinto, en la plaza Major. Esta feria, que este año llegaba a su décima edición, es un punto de encuentro de las entidades y asociaciones que hay en el barrio de ámbitos tan diferentes como la Fundació Casal l’Amic o el Institut Municipal de Serveis Socials de Tarragona (IMSST). Lo que en un principio era un proyecto colectivo contra la violencia machista organizado por la Comissió de la Dona de Campclar se ha convertido en un escaparate de los diferentes colectivos del barrio.
Pero quienes disfrutaban más en la más de la docena de estands que había en la feria eran los más pequeños ya que las actividades que se realizaban iban dirigidos hacia ellos. Así, en la mesa de AFAC les hacían tatuajes con tinta y en la de la Escola Campclar podían confeccionar libretas creativas. En el estand del CAP La Granja enseñaban, de forma didáctica a través de un juego, las partes y órganos del cuerpo. Al lado se informaba de los perjuicios que para la salud tiene el tabaco, mientras que al otro lado la Associació Sociocultural Shorouk ofrecía te.
Pero donde los jóvenes se lo pasaban en grande era pudiendo subirse a un vehículo de los Mossos d’Esquadra que habitualmente patrulla por las carreteras. «¿Quieres subir?», preguntaba al sargento a uno de los niños que no lo acababa de ver claro pero que, ante tal ofrecimiento, dejaba atrás la vergüenza y veía cómo era el interior de uno de estos coches patrulla.
Y mientras, en el exterior y para dar sensación de fiesta, un pasacalles recorría la Rambla de Ponent con diferentes elementos festivos, desde gegants, timbalers e incluso la Cucafera de Perafort. A lo largo de la jornada lo faltó el baile, una exhibición de taekwondo, una comida popular, la cantada de una coral o la fiesta de la espuma