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Historia de Tarragona para tiktokers: Visigodos, Wallapop y Charlton Heston

Después de los romanos, llegaron los visigodos, que eran los ‘seguratas’ contratados por Roma contra el turismo de borrachera

19 noviembre 2023 12:02 | Actualizado a 19 noviembre 2023 13:00
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Después de los romanos, llegaron los visigodos, que eran los seguratas que había contratado la propia Roma para acabar con el turismo de borrachera que se traían, a principios del siglo V, suevos, vándalos y alanos. Los visigodos, que eran bárbaros pero no tontos, debieron pensar que la tierra es para el que la defiende –palabrita del niño feudal– y en cuanto vieron que se liquidaba imperio en Wallapop, aprovecharon para lanzar su opa. En realidad, los godos eran bárbaros –recuerden que bárbaro significaba extranjero–, pero sólo a medias. Llevaban tanto tiempo a la greña con Roma que el roce hace el cariño. Muchos habían estudiado en colegios latinos de pago, habían hecho la mili en la legión o se habían casado (barra secuestrado) con nobles patricias. En definitiva, que habían aprendido a hablar en latín sin que se les notase apenas el acento. El problema es que eran arrianos, o sea, que no comulgaban con el misterio de la Santísima Trinidad, y eso, para una sociedad hispanorromana, católica y apostólica, según nueve de cada diez encuestados, era peor que la amnistía.

Sí, como lo oyen, a estas alturas, la iglesia ya dominaba el cotarro y había escogido su palabra del año: hereje. El cine bíblico, además, estaba de moda. Podríamos decir, sin equivocarnos, que Charlton Heston ha hecho más por la difusión del cristianismo que muchos papas. La cuestión es que el hijo de uno de aquellos reyes, Hermenegildo se llamaba la criatura, a base de tanta peli de Semana Santa, salió más católico de lo que era costumbre en la familia y se armó un pifostio considerable. Al final, el jaleo se resolvió por la vía diplomática de la época. Decapitaron al chaval, precisamente, en Tarragona. ¡Habemus nuevo santo! El escarmiento, desde luego, no debió funcionar como esperaban algunos. Lejos de achantar a la parroquia, se llenaron las calles de manifestantes que daban la murga rezando el rosario hasta las tantas de la madrugada. ¿El resultado? Sólo cuatro años después, en el 589, los visigodos se convirtieron al catolicismo en el tercer concilio de Toledo. Comenzaba entonces un idilio entre iglesia y estado que iba a dar todo tipo de portadas a la prensa del corazón in sécula seculórum.

A estas alturas, la iglesia ya dominaba el cotarro y había escogido su palabra del año: hereje

Es importante señalar dónde se produjo el flechazo, en Toledo, porque demuestra que Tarragona ya no era el epicentro de todas las juergas. De hecho, la ciudad había perdido su antiguo esplendor y sólo era capaz de mantener cierta pose eclesiástica. Cuando hay miedo, ya se sabe, el comercio se contrae y el consumo se resiente. O al revés. Aquí el orden de los factores tampoco altera el cierre de los negocios. Es de primero de marketing. Echaron la persiana el Eroski, les Gavarres y todas las grandes superficies extramuros. También los casoplones que en otro tiempo salpicaban la costa. La gente se metió en su casa, dentro de las murallas, y fueron tirando con el comercio de barrio, el de siempre, el de toda la vida, como ocurre en cualquier crisis que se precie. Así, más o menos, durante poco más de dos siglos, si las cuentas no me fallan. Fueron décadas convulsas. Aquello, con tanto monarca, heredero y fantoche con pedigrí, más que un proyecto de estado parecía un capítulo de Juego de Tronos. Cada cuarto de hora la palmaba un fulano.

En total, treinta y cinco reyes en el casillero. Existe toda una generación de españoles que recita sus nombres como si fuera el once de la Roja que ganó el Mundial de Sudáfrica. Es una generación marcada por aquel listín telefónico y la cicatriz en el brazo que dejaba la vacuna contra la viruela. Pero de pandemias y nacionalismos, hablamos luego. (To be continued).

A estas alturas, la iglesia ya dominaba el cotarro y había escogido su palabra del año: hereje
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