Hombre, más joven y sin vacunar: así es el difunto en la quinta ola en Tarragona

Salut notificó ayer nueve fallecimientos en la provincia, la mayor cifra desde el 5 de febrero. El 56% de los muertos desde junio son hombres y la edad media baja ligeramente. Dos treintañeros han perdido la vida

11 agosto 2021 11:40 | Actualizado a 11 agosto 2021 16:47
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La quinta ola da sus postreros coletazos en cuanto a mortalidad, el  último indicador que suele resentirse cuando viene un nuevo envite del virus. Tarragona vivió ayer una jornada negra, a la altura de los momentos más dramáticos de la pandemia. Salut notificó nueve defunciones en el Camp de Tarragona en solo 24 horas, la cifra más alta de la quinta ola, que arrancó a inicios de julio, y la más elevada en los últimos seis meses.

De hecho, según la estadística oficial del Departament, hay que volver medio año atrás para ver un registro tan abultado. El 5 de febrero se notificaron 10 fallecimientos en la provincia por Covid-19. Fue la cresta de aquella mortífera y devastadora tercera ola, amplificada y desatada en enero, sobre todo por los efectos de las reuniones navideñas. 

La letalidad en esta quinta oleada es menor pero no desdeñable: desde Sant Joan el SARS-CoV-2 ha provocado 43 defunciones, pero es en los últimos días cuando este aciago indicador está creciendo especialmente. Sin ir más lejos, la semana pasada hubo 12 en tres días. De siete fallecimientos se ha pasado a 17 en dos semanas. Para ver un impacto similar hay que retroceder, igualmente, a febrero, con medias de hasta 30 defunciones semanales, en un momento en el que la vacuna, cuya campaña de administración era entonces incipiente, apenas había protegido a grupos de población. 

Ellos, más vulnerables

Por lo tanto, esta quinta oleada, apoyada en el exponencial boom de contagios entre las franjas jóvenes e inesperada por parte de las autoridades sanitarias, ha acabado generando un incremento de defunciones, a pesar de la cobertura notable que han procurado los antídotos. El perfil del fallecido apenas ha variado en estas semanas, aunque sí se nota un cierto rejuvenecimiento, tal y como había pasado con los ingresos. 

Los hombres siguen siendo bastante más vulnerables que las mujeres frente a este coronavirus. A pesar de que ellas se contagian algo más, son ellos los que sufren los estragos de manera más severa. Así, el 55,8% de muertos en el Camp de Tarragona y las Terres de l’Ebre en esta quinta ola son hombres mientras que el 44,2% son mujeres. La franja que acumula más muertes es la de 80 a 89 años. El 63% de las muertes eran de personas de menos de 80 años pero también se han registrado óbitos de personas más jóvenes. Ocho personas tenían menos de 70 años. De ellas, una tenía entre 50 y 59 años y, quizás lo más preocupante, es el fallecimiento de dos jóvenes que contaban entre 30 y 39 años, un segmento de población que acumula siete fallecimientos desde que empezó la emergencia sanitaria. 

Desde Sant Joan, a finales de junio, ha habido 43 defunciones. Ocho eran de menores de 70 años

La muerte de jóvenes –ayer se conoció el deceso de una joven de 20 años en Málaga– no deja de ser, en este contexto epidémico, una cuestión estadística. Roger Guimerà, profesor de Ciencias Experimentales y Matemáticas en la URV, advertía a principios de julio en redes sociales: «La tasa de letalidad de la Covid-19 en personas de 20 a 30 años es del orden del 0,01%, una defunción por cada 10.000 casos. En la última semana ha habido 12.573 casos en Catalunya. Por tanto, de aquí a dos semanas habrá jóvenes muriéndose de Covid». 

El 81% tenían más de 70

En el análisis de toda la pandemia, el 86% de los que han perdido la vida tenían más de 70 años, mientras que en esta quinta ola ese porcentaje cae al 81%, lo que muestra ese descenso sensible de la afectación, si bien la edad avanzada sigue siendo el punto principal que determina la gravedad de la patología y, en último término, los riesgos potenciales de fenecer. Las enfermedades previas o no estar vacunado son otros factores. 

Nada de esta estadística se entendería sin el rol de la vacunación, que ha evitado una auténtica hecatombe, de no haber protegido a las franjas más frágiles. Los datos del grupo de investigación de Biología Computacional y Sistemas Complejos de la Politècnica, Biocom-SC, son elocuentes: con la evolución actual de la pandemia, en lugar de 30 muertos diarios en Catalunya habría 200. Otro dato contundente: la vacunación ha evitado 3.000 fallecimientos en este 2021. Y otro más: los pinchazos han ahorrado al sistema sanitario catalán más de 26.000 días de ocupación en UCI y 128.000 jornadas de hospitalizaciones en planta. 

Eso no quita, sin embargo, que cuando el virus prolifera tanto en el exterior y, sin la inmunidad de rebaño alcanzada, siga habiendo personas especialmente de riesgo o no vacunadas que acaban muriendo. Tampoco han salido indemnes las residencias, donde ha habido una cierta incidencia en mortalidad, aunque muy alejada de la que azotó en otros momentos. En la última semana se han notificado cuatro fallecidos por Covid-19 en estos espacios en Tarragona. Son 16 en el último mes. En el intervalo anterior del mes previo solo hubo una defunción en esos equipamientos. 

Estos desenlaces fatales se dan, como ha pasado siempre en la epidemia, cuando empiezan a desalojarse los hospitales de casos y comienza a bajar, muy levemente, la presión asistencial. Ayer se notificó un pequeño repunte, de dos pacientes más, si bien la tendencia es a la baja. Hay 128 ingresados por coronavirus en Tarragona, de forma que el pico de 185 de hace unos diez días ha quedado atrás. Más costosa será la desocupación de las camas de UCI, donde también parece haberse llegado al cúspide. Hay 44 tarraconenses ingresados, uno más en las últimas 24 horas, aunque en el global de Catalunya esos pacientes graves volvieron a subir, en concreto, en 14 personas, y el índice se acerca de nuevo al umbral de 600 casos. 

Ayer se comunicaron 238 contagios en al provincia. Los principales índices epidemiológicos continúan en retroceso, si bien la Rt o velocidad de contagio subió en el Camp y el Ebre. 

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