Iftar en El Serrallo: «Nosotros es que somos muy de compartir»

Tere y Agustina son dos vecinas del Serrallo de toda la vida y están sentadas a la mesa, colocada debajo de la pérgola, porque su vecino Omar, de Senegal, les explicó que iban a organizar un iftar (comida que rompe el ayuno durante el Ramadán en la cultura islámica) comunitario. «Venimos porque a Omar, le tenemos mucho aprecio. Es un chico muy atento».

Las dos vecinas representan uno de los muchos perfiles que hay sentados a las mesas preparadas para 300 personas. Hay gente de muy distintas edades y procedencias.

La responsable de toda esta actividad es la Asociación de Mujeres Africanas de Tarragona. Hay una cuarentena de mujeres que están cocinando desde ayer jueves, incluida su presidenta, Marian Thioubé.

Pero mientras las matriarcas están todavía ocupadas en los fogones, Thioro, de 27 años, nos cuenta como lo que vamos a presenciar es una muestra, a nivel macro, de lo que es tradición en su país, Senegal, donde es de lo más habitual que se cocine en cualquier casa y que se invite a familia y amigos. «Nosotros es que somos muy de compartir, en Senegal hay una para eso: teranga». Además, durante el Ramadán es costumbre estar muy atentos a las personas que pasan necesidad o que están solas para invitarlas a estas comidas nocturnas.

A Thioro le gusta la idea de que esta vez ese compartir sea abierto a la ciudad porque ella, que llegó con 12 años, se siente muy de Tarragona.

Zohra y Olga son técnicas de la Comisión Española de Ayuda a los Refugiados y en su caso han venido porque acompañan a un grupo de jóvenes de Mali, Ghana y Senegal, y les pareció que era una buena oportunidad para que conocieran a otras personas con sus mismos orígenes. Están encantadas porque se lo han puesto muy fácil para asistir «tendría que haber más cosas así», señalan.

Miriam, de la asociación de mentoría social Quilòmetre Zero, cuenta que un grupo de mentores con sus mentorados también se han apuntado porque era una manera de aprender más acerca de las tradiciones de las personas musulmanas que participan en sus programas. «Es una manera de romper mitos, porque mucha gente solo sabe que estos días no pueden comer ni beber».

Naret Terán, de la Comunalitat Urbana de Tarragona, explica que encuentros como este son una gran oportunidad para conocer mejor lo que han venido a aportar las personas migrantes y, a su vez, mostrar que están abiertas a la cultura local.

Los papeles se mezclan y gente que no se conoce se pone a poner la mesa. Hay buñuelos, empanadillas, arroz con pescado, zumos... Una pareja que pasa por allí pregunta qué está pasando. Les explican y se quedan incrédulos cuando les dicen que es gratis. Se quedan a cenar.