La mayoría de restaurantes de Tarragona no prevé abrir el día 11

Aseguran que no sale a cuenta subir la persiana si solo se puede ocupar un 30% de la capacidad normal de las terrazas. La esperanza que les queda es poder modificar los ERTE

29 abril 2020 19:00 | Actualizado a 30 abril 2020 07:50
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«No me sale a cuenta abrir el restaurante. El 30% de 48, que son las personas que caben en mi local, son 16. ¿Tengo que abrir para 16 clientes? Si fuera así, nos tocaría poner dinero de nuestro bolsillo. Esto no es un negocio, es una ruina». Así opina Xavi Morente, propietario de La Botifarra, mítico restaurante de Tarragona, ubicado en la calle Cervantes. Como él, son muchos los restauradores que no abrirán sus puertas el próximo 11 de mayo. Con las reducciones de aforo y la obligación de mantener a la totalidad de la plantilla, los números no salen de ninguna de las maneras.

Según el plan de desescalada anunciado por el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, la fase 0, desde el próximo 4 de mayo, permite abrir a bares y restaurantes sólo para ofrecer comida para recoger en el local. En la 1, a partir del 11 de mayo, la apertura se restringe a las terrazas y al 30% de su capacidad. Todavía no se podrá ocupar el interior de los locales. La fase 2 –25 de mayo– contempla que se pueda llenar un tercio de las mesas del interior de los establecimientos y, la etapa 3, del 8 de junio, el 50% de las mesas y barras de los negocios. Todo esto siempre que no se haya registrado un rebrote.

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Los restaurantes y bares tarraconenses no ven claro abrir puertas el próximo 11 de mayo en las condiciones que el martes anunció el gobierno español. Solo podrán funcionar las terrazas con una capacidad del 30% de ocupación. Es decir, quien tenga diez mesas, solamente podrá servir a cuatro.

Con esta información sobre la mesa, muchos restauradores apuestan por abrir cuando todo vuelva a la normalidad. «Quizás hubiera sido mejor no ir tan deprisa y alargar un poco más esta situación hasta poder abrir en condiciones», opina Morente, propietario de La Botifarra, quien tiene claro que, por el momento, seguirá con las persianas bajadas.

En una situación muy parecida se encuentra Txema Solichero, propietario del bar restaurante Tòful, ubicado en el corazón de la Part Alta de Tarragona. Cuando empezó la pandemia, hizo un ERTE a toda la plantilla. Tiene nueve mesas en la terraza, lo que significa que, a partir del día 11, podrá montar unas tres. «No me sale a cuenta. Tengo diez personas contratadas, con su sueldo y la seguridad social. No puedo tener a diez trabajadores para seis clientes», opina Solichero, quien añade que «solo abriré si puedo despedir o mantener en el ERTE a algunos de los empleados. Que conste que mi intención es no echar a nadie».

Como Solichero, son muchos los empresarios que solo les queda la esperanza de que se modifiquen las condiciones de los ERTE para que los trabajadores se reincorporen de manera progresiva a sus puestos. «El reingreso de los empleados debe adaptarse al ritmo de las aperturas y al incremento de las facturaciones. Sino, será imposible asumir tantos gastos», añade Solichero.

Por otro lado, Carme Ibáñez, propietaria del Celler Ramon de la Vall de l’Arrabassada, descarta abrir puertas el día 4 de mayo, para que los clientes vayan a recoger sus platos. «Ya hace días que hacemos comandas a domicilio. Seguiremos así hasta el día 11. No nos vale la pena tener la persiana subida para esperar a que entre alguien», explica Ibáñez, quien añade que «a partir del día 11, abriremos con las restricciones anunciadas. Empezaremos mi marido y yo y, cuando vuelva a ponerse en marcha todo, ya volveremos a incorporar al equipo habitual». Ibáñez, como la mayoría, tiene dudas sobre cómo será la vuelta. «¿Podremos servir en copas de cristal o todo deberá ser plástico? Que alguien nos saque de dudas, por favor», comenta.

Más afortunado

Un poco más afortunado es Gerard Pardo, propietario del restaurante L’Àncora de El Serrallo. Tiene dos terrazas bastante grandes. Por norma general, cuenta con unas cien mesas. «Ahora montaré unas 40. Solo abría la segunda terraza durante el fin de semana pero, ahora, la abriré todos los días para garantizar que se respete al 100% las distancias entre comensales», explica Pardo, quien añade que «desde el anuncio de Sánchez que no puedo sacarme de la cabeza mis compañeros del barrio que, o bien sus restaurantes son más pequeños o no tienen terraza. Siempre pienso en todo El Serrallo. Para que todo funcione, nos tiene que ir bien a todos. Sino, mal vamos».

Finalmente, Javier Escribano, presidente de la Asociación de Empresarios de la Hostelería de Tarragona ciudad, asegura que «lo bueno de todo esto, es que el gobierno no nos obliga a abrir. Es decir, aquellos que quieran engancharse podrán hacerlo y, aquellos que no puedan por las circunstancias que sean, podrán esperar a que todo vuelva a la normalidad».

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