La natalidad toca fondo en Tarragona en el segundo año de pandemia

Los nacimientos se hunden un poco más en Tarragona en el segundo año de la pandemia y las muertes siguen en récord. Sin mejora económica no habrá recuperación de los embarazos. El INE refleja un aumento de la mortalidad por todas las causas, a pesar de que la sexta ola de Covid no ha sido tan letal como otras

22 febrero 2022 15:10 | Actualizado a 23 febrero 2022 06:25
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El golpe demográfico de la pandemia se perpetuó también en 2021, con efectos algo menos acentuados pero bien perceptibles, según los balances de natalidad y mortalidad, recién publicados por el INE. Los nacimientos tocaron fondo, con un descenso de casi el 1% respecto a un 2020 que ya fue un récord negativo. Son 13 años consecutivos de descenso. Hay que retroceder 23 años atrás, hasta 1999, para ver una cifra de alumbramientos más pequeña en la provincia. «Aún seguiremos viendo los efectos de la pandemia durante un tiempo, sobre todo en el primer semestre de este año. La inercia será perceptible un tiempo», apunta el profesor de Sociología en la URV Àngel Belzunegui.

La estadística experimental del INE permite conocer la evolución por meses. La segunda mitad del año fue más positiva que la primera, lo que puede apuntar a una cierta recuperación, acaso como un efecto de una llegada de las vacunas que vislumbró, en parte, una solución a la pandemia. De los 2.865 nacimientos en los seis primeros meses a los 3.278 de los segundos. Igualmente esta cifra última queda lejos de 2019, un año normal, con 3.489 nacimientos en Tarragona en el segundo semestre.

«Quizás en el segundo semestre de 2022 se recuperen los nacimientos de 2020 y 2021»

Pau Miret. Profesor de Arte y Humanidades en la UOC

Hay que recordar que la natalidad ya venía en claro retroceso antes de la pandemia. La Covid-19 ha generado hundimientos mensuales nunca antes vistos, que han llegado hasta el 24%. Especialmente aciagos fueron diciembre de 2020 y enero de 2021, que recibieron nueve meses antes el impacto del Gran Confinamiento domiciliario, en el inicio de la emergencia sanitaria. A partir de ahí, la estadística se fue estabilizando, pero siempre en cifras inferiores entre un 7 y un 12% en relación al mismo periodo de 2019.

Repuntar si hay endemia

La ecuación está clara: cuando haya una recuperación económica podrá empezar a paliarse esta tendencia. «La natalidad se podrá ir recuperando en la medida en que haya una recuperación de dos factores, que la economía tire hacia adelante y que haya un periodo de expansión económica, que se normalice una situación postpandémica en que la pandemia se convierta en endemia. Una vez se dé eso, los nacimientos podrían repuntar algo», cuenta Àngel Belzunegui.

Cuando se llegue a esa fase entrarán en juego otros condicionantes demográficos. «La natalidad repuntará en función de que venga más población inmigrada, pero tampoco puede variar mucho», añade el profesor. 2021 acabó con una bajada de los nacimientos del 6,7% en relación a 2019.

«Si no mejora la economía, sobre todo el paro juvenil, nos estancaremos a la baja y no habrá recuperación»
Pau Miret. Profesor de Arte y Humanidades en la UOC

«En Tarragona, el gran impacto se produce entre diciembre de 2020 y febrero de 2021. Muchos de los nacimientos que estaban planificados no se llevan a cabo debido a la emergencia», indica Pau Miret, profesor colaborador de los estudios de Arte y Humanidades de la UOC. Miret sostiene que «a partir de marzo hay un ligero aumento, sobre todo de julio a septiembre, pero no podemos hablar de una recuperación». El profesor cree que la Covid-19 impactó especialmente en Tarragona en estos términos: «Desde 2016, si miramos anualmente, vemos caídas importantes de los nacimientos. Eso se paró un poco en 2018 y 2019, pero en 2020 hubo una caída muy fuerte. Y ahora hemos visto que en 2021 no ha habido una recuperación. Aún no se ve, y habrá que esperar, seguramente al segundo semestre de este 2022».

La precariedad va a ser clave

Solo en ese momento podrá haber no una restablecimiento de la natalidad pero sí de los nacimientos de 2020 o 2021 que estaban planificados y no fructificaron. Más allá de eso, la economía dictará sentencia. «Puede ser que nos estanquemos a la baja, especialmente si no hay una recuperación económica, que parece que no llega. Sí que se ve en algunos indicadores pero no en aspectos clave como el nivel de paro o la precariedad juvenil. Como no mejoren esos datos, nos estancaremos, especialmente si viene una crisis, como dicen algunos analistas», cuenta Miret.

El otro indicador que ahonda en el invierno demográfico en clave tarraconense son las defunciones. En el segundo año de la pandemia continuaron en máximos, si bien hubo un ligero descenso. El INE ha contabilizado 7.455 fallecimientos en Tarragona durante el año pasado (por todas las causas, no solo por coronavirus), un 9% menos en relación a 2020 (8.187). Sin embargo, es un 6,1% más en comparación con 2019, antes del virus.

Vuelco desde 2017

Así, la pandemia ha agravado una tendencia que ya estaba instalada. Tarragona tardó más que otras provincias en sufrir ese vuelco en el que hay más muertes que nacimientos, pero finalmente el punto de inflexión se dio en 2017. La tendencia ya estaba instalada, pero hay que remontarse a 1938, en plena Guerra Civil, para ver una cifra de muertos mayor, 10.456, según la estadística histórica del INE. El censo poblacional por aquella época en la provincia rondaba los 340.000 habitantes, menos de la mitad que el recuento actual.

La Covid-19 inevitablemente ha impactado en las cifras tan insólitamente elevadas de los dos últimos años. La tercera ola, en enero de 2021, provocó una gran mortalidad porque la vacuna aún no se había generalizado, de forma que el balance está incluido en ese año. Pero mejorar la cifra notablemente de decesos por el SARS-CoV-2 no va a reducir radicalmente los cómputos de muertes. «Vamos a seguir en cifras altas en los próximos años, en la medida en que la población es más envejecida. Hay más gente que llega a edades avanzadas. Por eso las muertes en términos absolutos no bajarán mucho, a no ser que haya una gran revolución tecnológica o médica. Cada vez se incrementa más el porcentaje de gente mayor y eso se traducirá en cifras altas de defunciones», indica Belzunegui.

«Más allá de la Covid, las cifras de muertes absolutas serán altas porque cada vez hay más gente que llega a edades avanzadas»
Àngel Belzunegui. Profesor de Sociología URV

Pau Miret, desde la UOC, opina en esa línea: «Cada vez llegan a edades más avanzadas generaciones más numerosas, así que el número de muertes es normal que crezca, aunque en 2021 aún no hemos dejado atrás toda la defunción provocada por la Covid-19. Esa sobremortalidad ya no se va a producir en el futuro, por lo que las defunciones se podrán reducir pero no en exceso».

Fecundidad en picado

Miret, igual que Belzunegui, supedita una eventual alza de los nacimientos a una cuestión puramente económica: «Desde 1997 hasta 2008 no hubo ningún cambio cultural, así que el incremento de la natalidad solo se explica por la expansión económica y por la inmigración, que a su vez también está muy relacionada con esa economía. Desde 2008 la fecundidad no ha hecho más que caer y lo que ha aumentado ha sido la gente que no tiene hijos».

Tampoco hay un cambio cultural en los millenials, los nacidos en el cambio de siglo. «Los hijos deseados siguen siendo dos. Si no hay algo que facilite la emancipación, seguiremos teniendo a mucha gente que espere una estabilidad laboral para tener hijos y eso no llega», cuenta Pau Miret, que no cree que la baja natalidad sea un problema en términos de población activa o de mercado laboral pero sí muestra su inquietud: «Es un problema porque la gente no tiene los hijos que quiere. Las encuestas nos siguen diciendo que la gente quiere tener hijos. No es que se decida no tener sino que no pueden tener, y eso también está relacionado, por ejemplo, con problemas como la imposibilidad de tener una vivienda».

Históricamente enero es el mes con más mortalidad. Los datos experimentales del INE –por tanto, provisionales– muestran que este 2022 no ha sido una excepción. En las cuatro primeras semanas del año ha habido 840 fallecimientos por todas las causas en Tarragona (no solo Covid-19), prácticamente las mismas que en enero de 2021 (hubo 847) y un 36% más en relación a 2020, cuando aún no había irrumpido la pandemia (615). Por tanto, el exceso de mortalidad del virus sigue afectando a nivel estadístico, aunque las vacunas hayan reducido la letalidad del virus, y teniendo en cuenta también la incidencia que tienen las otras enfermedades.

Ayer ni el Camp de Tarragona ni las Terres de l’Ebre sumaron nuevos fallecimientos por coronavirus, si bien desde el 15 de noviembre, inicio de la sexta ola, hasta ahora el número de decesos se eleva a 148, mucho menor que en otras oleadas. El resto de índices sanitarios o epidemiológicos, como los ingresos o el riesgo de rebrote, prosiguen su descenso, siguien el ritmo de las últimas semanas.

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