Malestar entre los ciclistas por el cierre de la Escullera los viernes

La decisión se ha tomado por seguridad, ya que la llegada de los cruceros conlleva un elevado tráfico de autobuses 

30 julio 2017 19:05 | Actualizado a 14 noviembre 2017 13:30
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El paseo de la Escullera del Port se ha convertido, en los últimos tiempos, en un espacio donde los tarraconenses van a hacer deporte, ya sea andar, correr, en bici o en patines. Todo era perfecto hasta que llegaron los cruceros a la ciudad. La Autoritat Portuària ha decidido cortar el acceso de la Escullera a los ciclistas y patinadores cada viernes, que es cuando atracan los cruceros en el dique de Llevant. Y es que son muchos los autobuses y autocares que pasan por la Escullera a buscar a los pasajeros para llevarlos al centro de la ciudad, o bien, a las diferentes excursiones que se llevan a cabo. Esta medida ha causado la indignación de gran parte de deportistas que tienen como rutina practicar deporte en la zona de la Escullera. 

Se trata de una medida de seguridad, ya que la Escullera solamente cuenta con un carril de circulación de vehículos, lo que no permite que los grande autocares puedan ir y venir del crucero con facilidad. Es por esto que la Autoritat Portuària ha decidido cortar el paso a los ciclistas y convertir el carril en el de vuelta de los autocares. Los encargados de informar a los deportistas son los agentes de la Policia Portuària, quienes aseguran que hay quien se lo toma bien, deja los bártulos en el coche y se va andando, y también hay quien se va con mala cara, enfadado. «Poco a poco, se van acostumbrando a la situación. Se trata de un día a la semana, tampoco es tan grave», asegura José Ramon Pons, secretario general del sindicato SPPLB.

El acceso está prohibido para bicicletas y patines, no para corredores o peatones

Jesús Peralta, un ciclista que habitualmente practica en la zona, asegura que «me parece fatal esta nueva medida, ya que, en teoría, esto está pensado para los tarraconenses y es muy típico venir los viernes por la tarde con los hijos. Pero ahora ya no podemos». Por su lado, Fernando Mayo, ciclista también, explica que «la primera vez que me encontré a un agente de la portuaria que me dijo que no podía entrar, me quedé sorprendido. Faltaba información. Yo creo que se puede compaginar el hecho de ir en bici y que circulen los autocares».

La otra cara de la moneda la representa Ricard Virgili, también ciclista, que asegura que, «si que 500 tarraconenses no vayan en bici o en patines sirve para que muchas otras personas –conductores de autobús, taxistas y otros–, puedan ganarse la vida, ya me parece bien. Total, solamente es un día a la semana. Si todos cedemos un poco, todos podemos ganar, vale la pena el sacrificio», considera.

Autobuses lanzadera, autocares y taxis se adueñan del rompeolas

No lo ve igual Carmen Solis, que patina cada día por la Escullera del Port desde hace dos años. «No es justo. El Port debe velar por los intereses de los tarraconenses, y después, por los turistas que vienen», y añade que «el día que me prohibieron el paso, me enfadé mucho, tuve que irme a casa. Esto demuestra que los intereses privados son superiores a los públicos y comunes».

La voz del Port

Por su parte, la Autoritat Portuària explica que la medida se ha llevado a cabo por motivos de seguridad, ya que los cruceros conllevan un elevado tráfico de autobuses y taxis entre la terminal de cruceros y la ciudad. «Esto significa que el rompeolas se convierte, en los días en que hay operativa de cruceros, en una vía de acceso de autobuses y taxis, con doble carril –de ida y vuelta–, quedando muy poco espacio para los ciclistas y patinadores. De manera que, por razones de seguridad, no se permite el acceso al KM0 a los practicantes de este deporte». La Autoritat Portuària quiere dejar claro que «el rompeolas no se cierra, ya que sí que se permite el acceso a corredores y peatones». Estos deben seguir pasando por su carril, el de color verde.

Lo cierto es que el tráfico es muy intenso, ya que se reúnen los autobuses lanzadera, que se dedican a trasladar a los pasajeros de los cruceros hasta el centro de la ciudad, y los autocares que llevan a los cruceristas a distintos puntos del territorio, como Barcelona, PortAventura o el Monestir de Poblet. Además, también hay que contar con los taxis. Parece que cerrar el carril de bicicleta es la única opción para garantizar la seguridad de los usuarios del rompeolas.

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