¿Cree que el año debería empezar en el mes de abril?
Sí. En abril han pasado grandes cosas. En Portugal tuvo lugar la llamada Revolución de los Claveles el 25 de abril de 1974, que dio paso a las primeras elecciones democráticas en 48 años. A la tercera fue la vencida e instauraron la Tercera República. Y nos les va nada mal. Aquí el 14 de abril de 1931 se inició la Segunda República.
Usted edita cada año un calendario republicano. ¿Por qué?
El título de concepto editorial es ‘Calendari Republicà’. Nos sitúa en ese tiempo histórico. Está acompañado de dos carteles con el ‘Acta de nomenament d’autoritats republicanes’ y el ‘Ban de la primera alcaldia republicana’ (de Tarragona). Josep Bru i Ferrer fue esencial en esos momentos históricos de Tarragona.
Se refiere a su bisabuelo. ¿Es un homenaje en forma de memoria histórica?
Sí. La idea surgió junto a mi socio, Ferran Roch, que es el director de arte y diseñador gráfico de la editorial. La idea de recuperar y editar los momentos históricos clave ligados a nuestro territorio nos llevó a mi bisabuelo paterno.
Ahora hablaremos de él. Antes, una pregunta de corte político. Felipe VI está pasando casi desapercibido en esta crisis. Y está la polémica por las supuestas cuentas suizas de Juan Carlos I. ¿Cómo ve la situación de la monarquía?
Los hechos que enumera y el conjunto de todos sus actores (actuales y pasados) deben verse, a mi entender, con perspectiva histórica. El 11 de febrero de 1873 se proclama la Primera República, pero solo se mantiene hasta el pronunciamiento del general Martínez Campos el 29 de diciembre de 1874, que restaura la monarquía borbónica.
Siga.
Hay más fechas clave: 1898 (con la pérdida de Cuba, Puerto Rico y las Filipinas), 1920-1926 (la Guerra del Rif), 1923-1930 (la dictadura de Primo de Rivera), el Franquismo, la Transición… Siempre hay un elemento común: la Monarquía. Creo que es congruente pensar que no faltan motivos para dudar de su vigencia. Si nos paramos a pensar, el término «república» va más allá de una idea de Gobierno. En filosofía política es «virtud cívica» y «modelo de ciudadanía».
Su bisabuelo fue un ‘pionero’. Se casó por lo civil en una fecha tan temprana como 1907. Y tuvo represalias por esa ‘osadía’.
Se casó el 17 de febrero de 1907 con Rosa Maria Sans Cartanyà, de Vilaverd. Hacía mucho tiempo que en Tarragona no se celebraba boda civil alguna porque estaba muy mal visto. Después de la boda, al volver a su trabajo de cajista, se le comunicó su despido.
Era republicano convencido.
El 17 de mayo de 1902 escribió en ‘La Avanzada. Semanario Federal’ un artículo, coincidiendo con la coronación de Alfonso XIII, en que reclamaba la abdicación del monarca.
Tuvo una amplia experiencia en la prensa.
Colaboró en varias publicaciones y también dirigió algunas, como ‘La Justicia’ (1900), ‘La Avanzada’ y ‘Senyera Federal. Portavoz de la Juventud Republicana Federal’. Esta publicación nació en octubre de 1907 cuando el Partido Federal acuerda en asamblea la publicación de este nuevo semanario de amplia difusión. Entre 1920 y 1923 dirige la publicación ‘Renovació. Setmanari Nacionalista Republicà’.
Fue uno de los impulsores de la proclamación de la II República en Tarragona.
Tras la proclamación el 14 de abril de 1931, Josep Bru i Ferrer formó parte del Comité Revolucionario. Era el secretario y estaba a las órdenes del presidente del comité, el doctor Rafael Battestini, que fusilado posteriormente por Franco. Durante la Guerra Civil ejerció de secretario del alcalde de Tarragona, Pere Lloret.
Durante la contienda salvó la vida del padre Francesc Iglesias, al que Taragona ha dedicado una calle cerca de la catedral, y de otros sacerdotes.
Así lo explica Joaquín Icart en un artículo publicado en el ‘Diario de Tarragona’ el 20 de febrero de 1955, con motivo del fallecimiento del padre Iglesias. Icart recuerda que a finales de julio de 1936 recibió una llamada de alguien explicándole que es «preciso hacer lo posible para sacar al padre Iglesias de Tarragona porque si le descubren lo van a asesinar».
¿Qué pasó?
Icart pidió ayuda a mi bisabuelo porque eran compañeros de trabajo. Bru i Ferrer logró que todos los comités revolucionarios de la época estamparan un sello en un salvoconducto que decía: «se ordena a todas las patrullas y agentes de autoridad no impidan la libre circulación por todo el territorio nacional al camarada Francisco Iglesias Doménech».
¿Le sirvió?
Y tanto. El padre Iglesias fue a coger el tren para ir a Barcelona. Pero alguien le reconoció y le denunció. Según cuenta Icart, dos milicianos se acercaron a Iglesias y le preguntaron si era fraile. Iglesias lo admitió pero les enseñó el salvoconducto. Al ver «tanto sello y tanta estampilla quedaron aturrullados» y le dejaron irse.
¿Qué le sucedió a su bisabuelo al acabar la Guerra Civil?
Con la entrada de los nacionales se exilió a Francia. Regresó a Catalunya en 1948, pero se quedó en Barcelona. Finalmente la familia pudo enterrarlo en su ciudad natal, junto a sus hijos.