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«Nos jugamos la vida día
tras día, enfrentándonos
a unos ocupas conflictivos»

Nueve familias del bloque 37 de la calle Sant Miquel llevan tres años viviendo un calvario. Peleas, amenazas, agresiones con arma blanca, destrozos en mobiliario... Así es su día a día

03 mayo 2023 20:16 | Actualizado a 04 mayo 2023 07:00
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Los vecinos del bloque número 37 de la calle Sant Miquel de Tarragona –en la Part Baixa de la ciudad–, ya no pueden más. Peleas, amenazas de muerte, destrozos en el mobiliario y ruido constante. Llevan tres años viviendo un autentico calvario y jugándose la vida, día tras día, enfrentándose a unos ocupas conflictivos, que han convertido sus vidas en una pesadilla. Son nueve las familias afectadas por esta situación.

Esta semana, y tras un incendio presuntamente intencionado en el inmueble, los vecinos han llegado a su límite. Han mandado una carta al alcalde de Tarragona, Pau Ricomà, pidiendo ayuda y amparo, y exigiendo que se ponga en práctica la ley aprobada el pasado mes de febrero, que permite a los ayuntamientos agilizar los desahucios en caso de que la vivienda sea propiedad de un gran tenedor y de que se trate de una ocupación conflictiva.

El calvario para estos vecinos de la calle Sant Miquel empezó el mismo día que se anunció el estado de alarma por la Covid: el 14 de marzo de 2020. Fue entonces cuando los vecinos detectaron que uno de los pisos de su edificio había sido ocupado de forma ilegal. «En ese momento, todos estábamos encerrados, no podíamos ir a la entidad bancaria –propietaria de la vivienda– para que tomara medidas. Cuando nos dimos cuenta, la ocupación ya estaba establecida», explica una vecina. Las personas entrevistadas, todas afectadas y vecinas del bloque, no quieren dar a conocer su nombre por miedo a represalias.

En un primer momento, el ocupa era un menor tutelado, junto a unos cuantos amigos. «Cuando nadie podía salir de casa, este edificio era un hervidero de personas. Entraban y salían si parar, y sin ningún tipo de protección», explica otra vecina. El menor acabó yéndose del lugar, dejando a sus amigos en el piso. A partir de entonces, las broncas, peleas, puñetazos en el mobiliario, las fiestas y el ruido hasta altas horas de la madrugada fueron una constante.

Desde entonces, por la vivienda han pasado diferentes ocupas. Algunos, incluso, han realquilado habitaciones. «Todos los que han pasado por aquí son conflictivos. Llevamos tres años temiendo por nuestra seguridad, nos ha afectado a nivel personal, pasando noches enteras sin poder dormir», explica la presidenta de la comunidad de vecinos, quien ha recibido incontables amenazas de muerte.

En los últimos meses, los periódicos locales se han hecho eco de noticias relacionados con estos ocupas. Desde robos, hasta tráfico de drogas, pasando por agresiones con arma blanca. La más famosa fue la de la catana, una agresión en la que la víctima acabó con dos dedos amputados. «¿Saben lo qué es salir de casa y encontrarte a quince tíos peleándose? Da miedo. Algunas las hemos grabado, otras no», explica un vecino, quien añade «este piso es un nido de delincuencia».

Los vecinos están hartos de llamar a la policía. «La patrulla de la Guàrdia Urbana quizás viene de seis a siete veces a la semana. Ha habido fines de semana que hasta en 14 ocasiones», explican.

Los afectados piden
al alcalde, Pau Ricomà, ejecutar la nueva
ley sobre ocupación

Entre algunos de los episodios que relatan los vecinos se encuentra uno que ocurrió hace unos meses. «Una mujer vino al bloque a recriminar alguna cosa al ocupa y acabó dando una patada y rompiendo la puerta. Dañar el mobiliario común es muy habitual», explican. A raíz de aquí, la policía aconsejó a los vecinos instalar cámaras de videovigilancia. «Mientras los operadores las estaban colocando, uno de los ocupas amenazó a algunos de los presentes con ir a por la catana y cortarnos el cuello», explican.

Con toda esta situación, el pasado mes de marzo, los vecinos fueron a juicio con uno de los ocupas, por amenazas. «El juez nos ha dado la razón, pero es difícil declarar delante de él y luego encontrártelo por la escalera», dice una vecina, quien añade que «nosotros nos estamos jugando la vida, día tras día». Otras de las amenazas que reciben es que cualquier día, el individuo hará «volar el bloque por los aires».

Pese a la insoportable convivencia, los afectados no quieren irse de su casa. «Existe una ley y ésta nos debe amparar. Somos luchadores y queremos plantar cara ante una situación tan injusta. Como ciudadanos, nos sentimos con la responsabilidad de poner fin a esto», explica otra vecina, quien quiere dejar claro en nombre de toda la comunidad que «el problema no es la ocupación, es la convivencia».

El último episodio

La gota que ha colmado el vaso tuvo lugar el lunes de la semana pasada, después de que la compañía eléctrica cortara la luz a los ocupas. Una vecina regresaba a su casa sobre las once y media de la noche. Subía por las escaleras –tampoco había luz en la comunidad y por lo tanto no funcionaba el ascensor–, y a la altura del piso ocupado empezó a oler a humo, a quemado. Llamaron a emergencias. «Los bomberos nos dijeron que parecía un fuego intencionado y que, en ese momento, en la vivienda ocupada no había nadie», relatan los vecinos, quienes aseguran que «nos da miedo que un día cumplan con sus amenazas».

Los afectados ya no saben a quién más pedir auxilio. Han avisado a las fincas en múltiples ocasiones. «Nunca hemos tenido respuesta resolutiva», dicen. También a la Guàrdia Urbana, quien incluso una de sus unidades ha intentado hacer de mediadora entre ambas partes. Tampoco ha tenido éxito. Ahora, lo único que les queda es agarrase a la nueva ley 1/2023 sobre ocupación. «Hemos pedido al alcalde Ricomà y al Ayuntamiento que hagan uso de sus responsabilidades y que desalojen el piso, ya que lo pueden hacer. Primero porque es propiedad de un gran tenedor y, segundo, porque los vecinos sufrimos por nuestra integridad y salud», explican.

Por su parte, fuentes municipales aseguran estar trabajando en el tema y mañana se celebrará una reunión entre los vecinos y representantes del Ayuntamiento. «Lo primero que haremos es comprobar si la entidad bancaria propietaria del piso ya ha formulado la denuncia de ocupación», explican fuentes municipales.

Algunos vecinos llevan meses con ansiedad, medicándose y sin poder dormir por las noches. El ‘Diari’ ha podido ver los partes médicos.

Algunos vecinos llevan meses con ansiedad, medicándose y sin poder dormir por las noches. El ‘Diari’ ha podido ver los partes médicos.

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