Pobre Tarraco Viva

Tarraco Viva es como el Barça de Laporta. Lo tiene todo para estar en la parte de arriba de la clasificación y de ser uno de los equipos favoritos para llevarse la Champions, sin embargo, los problemas económicos hacen que ahora mismo se haya instaurado el qui dia passa any empeny. La única diferencia es que el festival de recreación histórica del mundo romano por excelencia hace ya tantos años que está atrapado en este día de la marmota, que empieza a tener los tics del RCD Espanyol, cuyo único aliciente es la permanencia año tras año.

El festival recibe alabanzas de todas partes. Nadie cuestiona que es un referente en la divulgación del patrimonio a nivel nacional e internacional, que ha sido copiado en otras partes. Pero nadie es profeta en su tierra y estos elogios no se traducen en apoyo económico. Tarraco Viva cuenta este año con un presupuesto de 220.000 euros, lo que representa una reducción de 50.000 euros respecto al año pasado. Tirando de hemeroteca, uno puede ver como en el año 2004 por ejemplo, el certamen disponía de 270.000 euros, con un programa de un centenar de actos. Este año serán más de 350, sin embargo, el presupuesto disponible está lejos de los 410.000 euros que habían llegado a invertirse en algunos momentos.

A nivel presupuestario se ha retrocedido prácticamente veinte años, por contra, la organización siempre ha intentado tirar del carro y hacer un festival de máxima calidad, ajustándose a la situación del momento. Este año no ha sido fácil. Lo reconocía el propio concejal de Patrimoni, Hermán Pinedo, el martes en el marco de la presentación de la vigésimo cuarta edición. «Los 220.000 euros de presupuesto total que disponemos no es lo que queríamos, que era superior». Y añadía: «Hasta hace dos meses no sabíamos si dispondríamos de dinero para el festival y esto nos ha condicionado».

Está claro que un escenario de no presupuestos no facilita las cosas. Sin embargo, es incomprensible que hasta el mes de diciembre se estuviera trabajando con una idea y en enero tuviera que reiniciarse el sistema y empezar de nuevo. Con esta improvisación Tarraco Viva nunca podrá situarse en la posición que se merece, porque si queremos potenciar el festival, apostando por la internacionalización y la participación de las escuelas, esto no se hace de un día para otro.

Hay partidas en el presupuesto que se blindan y nadie se atreve a cuestionar. ¿Por qué Tarraco Viva no es una de estas? ¿Por qué no creemos que la cultura también debe estar en esta esfera? ¿Qué papel debe jugar el festival ahora que está a punto de cumplir 25 años? Quizás sería el momento de hacer una reflexión profunda.

A Tarragona le da pereza volar alto. Recordemos que en el año 2011 incluso se puso encima de la mesa la posibilidad de hacer el certamen bianual para recortar el gasto corriente del Ayuntamiento. Al final tuvieron que negociarse las cuentas y el Partido Popular no pasó por el aro.

¿Cuántas veces hemos escuchado aquello que debemos conseguir que Tarraco Viva esté presente en los monumentos de la ciudad durante todo el año? ¿Se acuerdan del proyecto Colònia Tarraco? Proponía una sede permanente para la divulgación histórica en el recinto ferial del Palau de Congressos. Un macroproyecto ambicioso con una inversión de entre seis y ocho millones de euros, que se preveía desarrollar por fases, y que vimos a través de unos renders que se han quedado en esto, a pesar de que incluso se anunció que habría una partida en el presupuesto de 2016.

Algo está fallando en esta ciudad. Tan solo hay que ver qué pasa con otros festivales para constatarlo. A modo de ejemplo, Les Santes de Mataró disponen de un presupuesto de 750.000 euros para este año o el Mercat de Música Viva de Vic, que antes de la pandemia disponía de más de 826.000 euros. El Temporada Alta de Girona ya es otra liga, con 3,3 millones de euros de presupuesto, de los cuales más del 59% se obtienen a través de los ingresos de taquilla y espesores. Lo han sabido hacer bien en el norte, teniendo en cuenta que arrancaron en 1992 con 46.270 euros. Aunque aquí merece la pena hacer un último apunte. Y es que en este caso la aportación de la Generalitat es de alrededor de 700.000 euros, mientras que la administración catalana también aporta unos 360.000 euros para el Mercat de Música Viva de Vic. En el caso de Tarragona, la participación se limita a la colaboración, a través de la organización de actividades en los recintos que gestiona la administración catalana.

Hay los equipos que luchan por la Champions y los que lo hacen para no bajar de categoría. Y aquí el que tenga dos minutos que busque el informe del Departament de Cultura sobre El Impacte dels Festivals de Música de Catalunya 2019. Tan solo hace referencia al ámbito musical pero el mapa de intensidad que recoge muestra claramente un país a dos ritmos. Es un claro ejemplo de la situación cultural en las comarcas del sur de Catalunya y Ponent. Si no nos lo creemos desde aquí, pobre Tarraco Viva.