¿Qué han hecho otras ciudades con su Tabacalera?

La de Tarragona es la única que está abandonada. En San Sebastián y Málaga hay centros culturales

19 mayo 2017 17:01 | Actualizado a 21 mayo 2017 16:02
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Tarragona se sitúa, una vez más, en lo alto de un ranking, pero por motivos negativos. Mientras el resto de ciudades que contaban con una fábrica de tabacos han sabido espabilarse, Tarragona aún está a la espera de que el Ayuntamiento defina las bases del concurso del Plan de Usos, se convoque dicho concurso, se adjudique, se redacte el Plan y se ponga en marcha algo tangible. El primero de estos pasos está previsto para enero del año que viene.

Mientras se soluciona la maraña de trámites administrativos, la Tabacalera se va consumiendo lentamente (ver la web del Diari y el ejemplar de ayer).

La suciedad, los muebles rotos, los desconchones, las humedades, las pintadas, los cristales resquebrajados, los excrementos de paloma... se adueñan de una factoría que llegó a emplear a 800 personas. Ahora solo una pequeña parte de sus 47.000 metros cuadrados están ocupados por instalaciones municipales.

La Tabacalera de Tarragona es la única fábrica histórica del Estado que no cuenta no sólo con instalaciones en funcionamiento sino ni siquiera con un proyecto en firme. El único caso equiparable es el de Sevilla. Su fábrica original –construida en el siglo XVIII– fue cerrada en 1950. Se construyó otra fábrica con una arquitectura moderna que fue clausurada en 2007 y permanece sin destino claro. El edificio histórico de la Tabacalera sevillana –comparable al de Tarragona– fue remodelado como sede de la Universidad de Sevilla.

Museos, tribunales...

Las demás factorías importantes de Tabacalera sí están en funcionamiento con diferentes proyectos, todos ellos públicos. O en obras, como es el caso de la de ACoruña, que albergará la nueva sede judicial. Los trabajos cuestan 14,16 millones de euros que asume la Xunta de Galicia.

La Tabacalera de SanSebastián se ha convertido en el Centro Internacional de Cultura Contemporánea. El Ayuntamiento donostiarra, la Diputación Foral de Guipúzcoa y el Gobierno vasco desembolsaron 50,3 millones.

En la Tabacalera de Madrid se ha instalado un centro social.

En la de Gijón se desarrollan obras de remodelación para convertirla en un museo, con una inversión de 4,8 millones a cargo del Ayuntamiento.

La de Alicante es el Centro Cultural Las Cigarreras.

La de Málaga es un museo y alberga dependencias municipales. Su remodelación le costó al consistorio 31 millones.

La de Valencia también acoge servicios municipales, tras un escandaloso sobrecoste que se elevó a los 60 millones y una operación urbanística que acabó en los tribunales. Una empresa compró la antigua factoría a Altadis y se la cedió al Ayuntamiento que dirigía la difunta Rita Barberá a cambio de unos terrenos en pleno centro. Aparte del pelotazo de la inmobiliaria en cuestión, se demolieron dos naves y se construyeron pisos en su lugar.

El módulo 6, para Oppida

El Ayuntamiento de Tarragona espera ubicar en su Tabacalera la nueva sede del Museu Arqueològic de Tarragona y la Biblioteca Central, pagando el Estado. El Gobierno se niega.

De momento ya parece haberse definido un uso para Tabacalera: el que propone la plataforma social y cultural Oppida, en la que se han unido una veintena de asociaciones de la ciudad. Según explica uno de sus responsables, Pedro Redondo, hay un compromiso verbal del Ayuntamiento para que en el citado Plan de Usos se incluya la cesión del módulo 6 de la fábrica a la entidad.

El módulo 6 es un edificio de cuatro plantas, de mil metros cuadrados de superficie cada una, ubicado en la Avinguda Vidal i Barraquer, justo al lado de la Necrópolis. Oppida entregó al consistorio un detallado documento de 26 páginas explicando que quiere ubicar «un centro social que dé respuesta a las necesidades de las veinte asociaciones y que trabajará sobre tres ejes: el pedagógico, el artístico y el social», explica Pedro Redondo.

Museo de la Setmana Santa

La asociación Amics de la Tabacalera –que amenaza con demandar al Ayuntamiento por el deplorable estado de conservación de la antigua fábrica–, también entregó otro exhaustivo documento al consistorio con la propuesta de creación de un centro de interpretación de la Tabacalera y otras fábricas de la ciudad.

Su vicepresidente, XavierMorató, cree imposible que se instale el nuevo Museu Arqueològic por su alto coste, pero insta a que «se hago algo». Y por pedir, que no falte. Los Amics de la Tabacalera proponen que se abran los jardines al público –algo que requeriría escasa inversión– y, a más largo plazo, que se ubique en las naves el Museu de la Setmana Santa y una sala de exposiciones y pequeños talleres.

Morató es consciente de que el Ayuntamiento tiene otras prioridades presupuestarias –como atender las demandas sociales–, pero concluye que «con ideas, ilusión y ganas de trabajar se puede evitar la degradación de la Tabacalera. El problema es que no hay voluntad política».

Desde la oposición municipal, Ciudadanos y CDC coinciden en que se deberían ubicar allí todas las dependencias municipales. Para Rubén Viñuales (C’s), «así aproximaríamos la Administración a la ciudadanía. Hay más opción de parking y más asequible».

Albert Abelló (CDC) apunta que el consistorio se ahorraría el alquiler de diversos edificios y critica que «es lamentable que ocho años después de pasar a ser municipal, la Tabacalera siga desaprovechada con almacenes totalmente vacíos y degradados». Añade que «el proyecto Smart de la Tabacalera (el jardín vertical) es una tomadura de pelo».

El portavoz de ERC, Pau Ricomà, reclama al Ayuntamiento que sea «combativo y exigente para que se impliquen las diferentes administraciones». La edil de ICV, Arga Sentís, pide que se haga un Plan Director «como Dios manda» y no se lancen «propuestas iluminadas». Y la cupaire Laia Estrada demanda que se den a la Tabacalera «múltiples funciones (equipamientos públicos municipales, oficinas administrativas, un centro de arte, espacios que se cedan a las entidades para que los autogestionen...) y que sirva para vertebrar el centro de la ciudad con los barrios de Ponent».

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