La entrega de condecoraciones de Sant Raimon de Peñafort siempre coincidente con la fiesta anual del Col·legi d’Advocats. Pero este año, el ministro de Justicia, Rafael Catalá, se adelantó y ayer se trasladó a Tarragona para imponer condecoraciones a una funcionaria, a un médico forense y a un Letrado de la Administración de Justicia de Lleida, en un acto en la Subdelegación del Gobierno.
A la misma hora, delante del Palau de Justícia, jueces y fiscales protestaban, un jueves más, para pedir una equiparación salarial, la independencia de los jueces y la autonomía de los fiscales.
Y ello mientras preparan la huelga del martes. Isabel Gil, funcionaria jubilada del cuerpo de Tramitación Procesal y Administrativa en la Audiencia Provincial de Tarragona, recibió la medalla de plata.
«Hoy es un día muy especial que jamás podré olvidar, de esos que te hacen tan feliz. Es mucho más que un regalo», dijo, a la vez que mandó un agradecimiento a los dos presidentes de la Audiencia Provincial con los que ha trabajado –Antonio Carril y Javier Hernández, también presentes–.
«La recibo en representación de todas mis compañeras –muchas de ellas la acompañaron en este acto–, por su dedicación y responsabilidad al servicio de la Administración de Justicia». «Seguiré disfrutando de este maravilloso día, que por algo me lo han regalado», sentenció.
Catalá recordó que Isabel comenzó a trabajar en 1989 como interina en el Juzgado Decano de Zaragoza, donde comenzó preparando las oposiciones. Poco después se presentó al concurso, en el que se ofertaban 300 plazas para toda España. Esta turolense de nacimiento –vio la luz en San Pedro de Calanda– quedó entre las diez primeras de la promoción.
Estuvo destinada en Barcelona, en Pedrola (Zaragoza) y en el Juzgado de lo Contencioso 2 de Tarragona. Finalmente, cuando ascendió en 2000, llegó a la presidencia de la Audiencia de Tarragona.
Isabel Gil señaló que durante estos casi treinta años en los Juzgados no ha tenido momentos duros. Y cuando se le pregunta sobre el mejor, aseguraba entre foto y foto con sus amigas, compañeras y magistrados: «Cada día cuando iba a trabajar».
El segundo homenajeado destinado en Tarragona es Francisco García, al que todos conocen como ‘Paco’, quien recibió la Cruz de Segunda Clase, una distinción que aseguró que era una «sorpresa y un orgullo». Este doctor en medicina –que además es profesor en la URV– participa en carreras de montaña de 101 kilómetros –según confesó–.
Nació en la ciudad malagueña de Ronda, aunque se siente tarraconense de adopción. Reconoció que ser forense tiene un «carácter especialmente vocacional» y que el galardón «tiene un doble valor para mí». Aseguró que seguirá prosperando en su carrera profesional», entre aplausos de numerosos de sus compañeros del Institut de Medicina Legal.
El ministro no se refirió directamente a la situación en Catalunya, aunque dijo que «cumplir las leyes es una regla democrática», e hizo una defensa férrea de la Constitución «y del estado de derecho que hemos construido entre todos». Sobre los homenajeados, dijo que son un «ejemplo de servicio fiel a la Justicia y al Derecho».