'Rodar una película es una odisea'

Jorge Acebo (Tarragona), director de cine, asegura que hacer una película es como montar una empresa

19 mayo 2017 15:28 | Actualizado a 19 mayo 2017 15:28
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Rossi Vas

«Los cinéfilos hoy ya no van al cine, van a la filmoteca. Hay una diferencia enorme entre las salas de antes y las de ahora», relata Jorge Acebo, de 42 años y nacido en la provincia de León. Es licenciado en Informática por la Universitat Rovira i Virgili en Tarragona, y después estudió también Dirección de Cine, en Barcelona.

«Me gustaría rodar con dinero. No se vive sólo del cine, es imposible. Se necesita otro trabajo», dice. En realidad, trabaja en el Departament d’Informàtica del Ayuntamiento de Tarragona. Es realista, un hombre que acepta la vida tal y como viene. Eso dice, pero detrás de sus palabras se esconde el deseo de una persona inquieta que no para de buscar la manera de que sus ideas se hagan realidad. La prueba está en el hecho de que ha elaborado varios cortometrajes, entre ellos, De las relaciones, Mención Especial en la 56ª edición del Festival de San Sebastián, además de haber sido premiado en Cine Joven en Valencia y seleccionado en Cannes, San Petersburgo, Kalovy Vary, Bradford y Angers. Publica narrativa corta y ha sido realizador de televisión. Ya con seis años sabía que «de mayor quería hacer cine», era su ilusión. Muchas veces de pequeño se quedaba solo en la sala, pero esto no le molestaba, todo lo contrario, le hacía soñar; era la magia de la pantalla.

«Cuando yo era niño, el concepto de las salas era diferente. Ahora todo es más podrido en el mundo del cine. En Estados Unidos se generan películas que son para niños de unos doce años. Así ellos van junto con los padres». Jorge busca la explicación de la actual situación cinematográfica. Precisamente, le gustaría que su hijo de mayor escoja el camino del cine, pero es consciente de que esto es algo complejo. Los motivos están en la falta de tiempo para dedicarle, viendo juntos películas; si este amor y cultura no se generan desde niños, luego es tarde; tiene que ser como una «obligación positiva», igual que la lectura. Si no, opina, se llega a un «cóctel explosivo de gente ignorante e inculta».

Otro concepto del cine

«Antes se iba al cine con otro concepto». Añade que en este punto ayudará a su hijo a que encuentre su camino «para que no sea un ignorante». Pero dice que es penoso que en la televisión ya no pongan las películas de siempre, algo que antiguamente le ha inculcado esta pasión que tiene. A pesar de que sea guionista, nunca mira las películas de manera profesional. «Me siento y las disfruto, sin analizar. Son para disfrutar», confiesa.

Hace poco acabó un proyecto en el que estuvo trabajando seis años. Se trata de su película Occidente, en la cual es guionista, director y coproductor. «Cada paso es un gran logro», cuenta. Aún queda por hacer el montaje, que tienen previsto empezar a mediados de junio. «Es una reflexión sobre el lugar que ocupamos en el presente, en el mundo tecnificado y global, y una reflexión ética sobre los actos del individuo frente a la civilización humana que avanza sin destino», cuenta Jorge, añadiendo que «está dirigida a quienes buscan en el cine aquello que los interpele directamente». La película narra la historia de unos personajes en un mundo privado de deseo, y también es una historia de amor, de un regreso al pasado de un hombre y una posterior huida sin salida con la mujer que ama.

Antes de rodarla, en diez años no había hecho nada. Dice que a veces se necesita precisamente esto, «pararte en silencio. No puedes ir produciendo como si fueras una vaca lechera». Detrás de sus palabras se percibe el disgusto de que el mundo del cine en el día de hoy «está lleno de mediocres», y la amargura porque «es difícil encontrar el camino hacia la cultura si no tienes mucho dinero o padrinos o no te mueves en el ámbito televisivo.

¿Si tiene sueños por cumplir? No cree, porque afirma tener los pies en el suelo. Sabiendo que la industria del cine es como una fábrica, donde el resultado es de múltiples propuestas, sigue en su «lucha día a día». Aunque no le guste, considera que estamos delante de una producción masiva de una cadena que, por desgracia, actualmente para realizar un proyecto, aparte de ímpetu, se necesita buscar las circunstancias, los actores, los productores, la financiación, hacer la preproducción, el rodaje, el montaje y la postproducción.

«Hacer una película es como montar una empresa. Yo tuve la suerte de tener a un grupo de gente con el que me muevo». Aunque concluye diciendo que esto sigue siendo una odisea.

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