Castells
300 castellers en un local de 100 metros cuadrados: así es la situación de los Xiquets de Tarragona
El cap de colla de los 'matalassers', Roger Peiró, reconoce que las circunstancias del local acaban pasando factura a la calidad castellera. La colla lleva siete años ensayando en un espacio del Palau Municipal

Ensayo de los Xiquets de Tarragona en el Pati del Pou, el pasado martes.
Siete años es lo que llevan los Xiquets de Tarragona sin un espacio propio donde poder ensayar. Desde que les cerraron el local de la calle Santa Anna por problemas estructurales, en 2018, la colla ensaya en el Pati del Pou del Palau Municipal. Es un espacio de apenas 100 metros cuadrados, con problemas de ventilación y sin salidas de emergencia. La situación es insostenible.
La colla no quiere utilizar la falta de local propio como excusa para justificar el momento difícil que está atravesando, pero sí que reconoce que, sin ningún tipo de duda, esta circunstancia les está afectando a la calidad castellera.
El problema se agrava cuando se acercan actuaciones importantes, como por ejemplo este mes de septiembre, con la Diada del Primer Diumenge de Festes -que se celebra este domingo- o la Diada de Santa Tecla. En el Pati del Pou se pueden llegar a reunir unos 300 castellers, con sus respectivas mochilas. A ello hay que sumarle la red de ensayo, los muebles, las neveras y las bebida, entre otras cosas. No se cabe.
"Esto implica que, técnicamente, ensayemos peor de lo que ensayaríamos en un local orientado a la práctica castellera", explica Roger Peiró, cap de colla de los Xiquets de Tarragona, quien añade que "las condiciones están bastante lejos a lo que sería recomendable".
La colla lleva años adaptándose a las circunstancias. Cuando hace calor, intentan salir a ensayar a fuera. El problema de estos días de fiestas es que la Plaça de la Font casi siempre está ocupado con actos.
El problema no es tanto a nivel técnico. La red está bien puesta y, una vez las pinyes se cierran, corre un poco el aire. La dificultad se centra sobre todo en el flujo de castellers. "Es muy incómodo. Es que no cabemos. Por suerte, somos mucha gente", explica Peiró.
Los castellers buscan cualquier rincón para dejar la mochila y para enfaixar-se. No es tarea fácil. "Esto hace que nos activemos más tarde y todo vaya más lento. Los ensayos dan menos de sí, porque no podemos alargarlos más", asegura el cap de colla.
Una cuestión de orgullo
La cosa no acaba aquí. Las alternativas de ocio, como son los castells, también entran por los ojos. "No es lo mismo ensayar en un local atractivo o en un espacio cutre como este. Tener un equipamiento a la altura genera orgullo de pertenencia, lo que acaba repercutiendo en la calidad de los castells", explica Peiró, quien añade que "cuando viene una familia nueva, que desconoce nuestra realidad, se tira atrás cuando ve este espacio. Es difícil vendernos en un escenario tan hostil". Sin ir más lejos, la canalla no ha contado con un espacio propio hasta este año. Ha costado seis años conseguirlo.
Otra de las situaciones que se han vivido tiene que ver con la seguridad del recinto. El Ayuntamiento, como cualquier equipamiento municipal, cuenta con un vigilante de seguridad. En ocasiones, no han dejado entrar a personas que querían ver el ensayo. Otro agravio comparativo con el resto de collas de la ciudad.
Los festejos
A nadie se le escapa que la actividad social de una colla castellera es muy importante para conseguir más adeptos. A la hora de hacer celebraciones o de llorar las penas, los Xiquets no tienen un espacio físico donde hacerlo. La colla va de plaza en plaza, buscando un lugar donde celebrar fiestas y actos sociales. El grupo de grallers -que ha ganado en varias ocasiones el concurso musical del Concurs de Castells- ensayan en casas particulares o en la Casa de la Festa, y el archivo de la colla se encuentra en una sala llena de humedad en la Casa Canals.
La colla está convencida de que si el local fuera óptima, la situación castellera también sería mejor. Pese a ello, no se rinden y aseguran que "con lo que tenemos, haremos. No queremos excusas. No queremos llorar. Vamos a tope", dice Peiró.
El histórico
El origen del problema se remonta a abril de 2018, cuando la colla se vio obligada a abandonar el local de la calle Santa Anna por problemas estructurales. Había riesgo de derrumbe. Como curiosidad, el edificio se ha convertido actualmente en un nido de palomas en el que no se ha hecho ninguna intervención, pese a estar protegido.
La colla ensayó en cuatro ubicaciones, hasta que el Ayuntamiento les ofreció una solución provisional: el Pati del Pou.
Los Xiquets llevan años trabajando codo con codo con el Consistorio para encontrar una alternativa definitiva. Primero se decidió levantar desde cero un local en un solar de la calle Sant Llorenç. La propuesta quedó en nada después de unos estudios arqueológicos.
La sorpresa llegaba en 2022, cuando el ICAC (Institut Català d'Arqueologia Clàssica) anunciaba que el espacio donde están, en el antiguo Mercat del Fòrum, se les había quedado pequeño. Buscaban nueva ubicación y rápido la encontraron: la Tabacalera.
Fue entonces cuando Xiquets y Ayuntamiento vieron la oportunidad de trasladar el local en este equipamiento de la Plaça d'en Rovellat.
La propuesta parece avanzar y la Generalitat ya trabaja con el traslado del ICAC. Los Xiquets, por su parte, trabajan en el anteproyecto de lo que debe ser su local, pero reconocen que, siendo optimistas, el equipamiento no estaría operativo hasta, como mínimo, en 2030. La colla pide que los plazos se aceleren y así poner fin a una situación provisional que ya va camino a los ocho años.