Un fotógrafo de naturaleza encerrado en casa

Reportaje. Ferran Aguilar muestra algunas de las imágenes que ha captado desde el balcón de casa durante estos días de confinamiento. La luz y el sonido han cambiado

26 abril 2020 08:50 | Actualizado a 26 abril 2020 09:18
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Está acostumbrado a perderse por la ciudad, dejándose llevar por la flora y la fauna que va encontrando en su camino. También hace escapadas al campo para cultivar sus grandes pasiones: la fotografía y la naturaleza. Sin embargo, el tarraconense Ferran Aguilar estos días también está confinado. Y lejos de aparcar la cámara ha iniciado una colección, que ya está pensando en presentar de cara al público cuando todo esto acabe y la situación empiece a normalizarse.

Algunas de las imágenes corresponden a artrópodos que hayan podido abrirse paso y penetrar en casa, otras las realiza desde el balcón de su casa. «A veces pienso en la foto que quiero hacer y es más fácil, en cambio cuando miras al exterior es una lotería», argumenta. Y lejos de los que piensan que en una ciudad tan solo hay palomas y gaviotas, algunas de las imágenes que ha capturado incluso le han sorprendido a él. Es el caso de un halcón peregrino que había acababa de comerse a un pájaro y aún llevaba las patas con restos de sangre cuando consiguió inmortalizarlo. «Es una lástima porque no pude ver cuando lo cazó, porque quieras estás encerrado y tienes unas limitaciones», dice.

Aguilar no vive en una casa rodeada de naturaleza sino que habita en un piso en la calle Higini Anglès. «Al tratarse de una calle muy cerrada, no tengo mucha visión y a veces si el animal no pasa despacio te lo pierdes», argumenta. No obstante, este fotógrafo experimentado ha aprendido a despertar todos sus sentidos y a interpretar las señales. «Habitualmente las gaviotas te dan una pista, cuando las escuchas es que pasa alguna cosa», relata. Y él está siempre atento y con la cámara a punto de disparar para inmortalizar este breve momento.

Confiesa que puede pasar entre una y dos horas al día haciendo guardia o esperando la foto que previamente ha visualizado en su retina. «Tampoco puedes planificarte mucho, con dos crías y la mujer que es maestra y sigue con las clases, tampoco tengo demasiado tiempo, pero se trata de ir haciendo sobre la marcha y de estar siempre pendiente de la ventana», certifica.

Siempre atento

El inicio del confinamiento se produjo con la llegada de la primavera y esto ha facilitado que la variedad de especies sea más amplia. No obstante, aún no han llegado los días de máximo esplendor, ya que han sido unas semanas de lluvia y jornadas encapotadas, que podrían arreglarse en adelante.

Gracias a su pasión por la fotografía de especies animales y vegetales Ferran Aguilar se ha pasado muchas horas estudiando qué pasa en nuestro entorno. «Estos días prácticamente no hay tráfico, por tanto la sonoridad de la ciudad es muy diferente. Detectar la fauna urbana a través de los sonidos es mucho más fácil», defiende.

Después de más de cuarenta días de confinamiento la naturaleza poco a poco va recuperando algunos espacios de los cuales había sido apartada por la interferencia del hombre.

En el momento en el que la presión humana se ha visto reducida de esta forma tan drástica, las especies están recuperando algunos de estos espacios que les habían sido arrebatados. «Es un pequeño oasis que será temporal si no cambiamos el modelo productivo. Algunos de estos animales ahora se acercan más a la ciudad a causa de la tranquilidad y de la poca presencia humana, pero en el fondo esto es un espejismo que se acabará de nuevo», sigue explicando.

Este incremento en la variedad de especies no es el único indicador de que la presencia humana se ha reducido estos días. También la luz, de la que siempre hay que estar pendiente para sacar una buena fotografía, no es la que estamos acostumbrados. «Es diferente, se nota que hay menos polución en el aire», añade Aguilar. Con todo, se muestra convencido de que la experiencia actual debe hacernos reflexionar sobre algunas cosas. «Hay que naturalizar más las ciudades ya que nos daría un punto de calidad de vida que entre todos habíamos olvidado», concluye.

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