Un paraíso modernista marinero y rural

En el Baix Camp podemos pasar del dinamismo de Reus o el atractivo de algunas de las mejores playas, a la paz y la autenticidad de un interior rico en patrimonio histórico y natural

23 febrero 2022 17:30 | Actualizado a 23 febrero 2022 17:41
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El Baix Camp es la comarca donde se fusionan el mar y la montaña. Algunas de las mejores playas de la Costa Daurada se encuentran aquí, pero también el techo del Camp de Tarragona, en Prades, a más de 1.000 metros sobre el nivel del mar. Entre un punto y el otro, hallamos una ciudad viva y modernista como Reus y un paisaje interior rural, rico y diverso, todo ello sazonado con una gastronomía que también vive de esa conjunción entre el mar y la tierra. Cuna de un genio como Antoni Gaudí y abrigo de otro como Joan Miró, en el terreno cultural, el Baix Camp también es capaz de proponer planes para todos los gustos.

Empezando por su capital. Reus es la ciudad de las compras, del vermut, de la avellana y del modernismo. Aquí vivió y creció Gaudí y hoy se puede hacer una ruta por diferentes escenarios que marcaron los orígenes del arquitecto. El recorrido pasa por algunos de los puntos imprescindibles de la ciudad, como son la Iglesia Prioral de Sant Pere, donde se bautizó, o el Santuario de Misericòrdia. Para profundizar un poco más en la formación de este artista universal, en el centro de Reus se sitúa el Gaudí Centre, un moderno espacio de interpretación que desmenuza la obra del genio de forma interactiva.

Para los amantes de la arquitectura modernista, Reus es el destino ideal. Fruto del gran poder económico y social que vivió la ciudad a principios del siglo XX, hoy todavía se cuentan cerca de 80 edificios catalogados que dibujan un singular paisaje urbano que se ha convertido en la esencia del patrimonio reusense. Dos obras de Lluís Domènech i Montaner, la monumental Casa Navàs, en la plaza Mercadal, y el Instituto Pere Mata, ya en las afueras, son los grandes estandartes del Reus modernista. Una ciudad cómoda, que invita a pasearla e ir de tiendas, a sentarse en sus terrazas a degustar el famoso vermut de Reus, o a cultivar la mente con su intensa agenda cultural.

Cambrils, capital gastronómica

La segunda ciudad de la comarca es Cambrils, un importante puerto pesquero y destino gastronómico de primer orden. Tal es el dinamismo de su restauración, que Cambrils alberga a pocos metros de distancia dos de los restaurantes reconocidos con una estrella Michelin. Cada año, además, se programa un calendario gastronómico con ocho jornadas diferentes en las que los restaurantes de la ciudad se vuelcan con los productos de cada temporada, como son las galeras, buque insignia de la cocina cambrilense, el romesco, las alcachofas, los ‘fideus rossos’ o el aceite de oliva de la DOP Siurana que produce la Cooperativa Agrícola.

La Torre del Port, en el epicentro del barrio del Port, es uno de los grandes símbolos de Cambrils. Una ciudad que bebe del mar, con más de 9 kilómetros de playas de gran calidad, una gran vocación náutica y una flota pesquera que se convierte cada tarde en una atracción más con la llegada de los barcos cargados de pescado al puerto. Pero que también bebe de la tierra, que posee un cuidado barrio antiguo y un paraje tan singular como el Parc Samà.

Las últimas playas vírgenes

Esa conjunción entre el salitre y la montaña se manifiesta perfectamente en los dos municipios más extensos de la comarca, Mont-roig del Camp i Vandellòs i L’Hospitalet de l’Infant. Dos localidades vecinas que comparten una idiosincrasia similar, con un núcleo de población interior que conserva su estatus tradicional y un sector agrícola muy vivo, que convive con atractivas playas y un potente sector turístico que se ha ido especializando en el sector campista.

En esta zona encontramos algunas de las últimas playas vírgenes que quedan en el Mediterráneo catalán. Es el caso de la playa del Torn o la Cala Justell, enmarcadas en el espacio protegido de la Rojala, en L’Hospitalet de l’Infant. Un auténtico paraíso natural donde sólo encontramos aguas cristalinas, arena y vegetación. Todo ello lo convierte en un punto perfecto para practicar snorkel y observar las increíbles praderas de posidonia que cubren su rico fondo marino.

Si ya de por sí la ruta por el litoral del Baix Camp impresiona, a escasos kilómetros, el interior de la comarca esconde muchos más tesoros. Conjuntos históricos como los de L’Aleixar o Alforja, leyendas como la que encierra el pueblo de Pratdip, el monumental Castillo Monasterio de Sant Miquel d’Escornalbou o el pueblo abandonado de La Mussara, un balcón de lujo hacia toda la Costa Daurada, son solo algunos de los atractivos patrimoniales de un entorno trufado de ermitas erigidas en sitios imposibles, como atestigua la de la Mare de Déu de la Roca, en Mont-roig.

La Vila Vermella

Capítulo aparte merece Prades, uno de los epicentros turísticos de nuestro interior. La conocida como ‘Vila Vermella’, por el color rojizo de la piedra con la que está construida buena parte de sus edificaciones, es un destino perfecto para cualquier época del año. Punto de partida de innumerables rutas de montaña, Prades alberga el punto más elevado de todo el Camp de Tarragona; la cima del Tossal de la Baltasana, a 1.201 metros de altitud. El pueblo, además, cuenta con una variada oferta de alojamiento y restauración donde poder degustar alguna de las delicias locales, como son las patatas de Prades, que cuentan con Indicación Geográfica Protegida (IGP).

Las Muntanyes de Prades, distinguidas por la Generalitat con el sello de Destino de Turismo Familiar, encierran algunos de los atractivos naturales más singulares de Catalunya. La Roca Foradada, a escasos metros del núcleo urbano, o la Cova de les Gralles, en la vecina Capafonts, compiten en belleza con otros accidentes geográficos únicos como son los Avencs de la Febró o los Gorgs de la Febró, en la sierra de la Mussara.

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