Comer como un niño de tres años

Llevar una dieta equilibrada al estilo de un infante empieza a ser tendencia entre los adultos

05 marzo 2018 10:12 | Actualizado a 05 marzo 2018 10:22
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La alimentación de un niño es la prioridad dentro de cualquier familia, así que, ¿por qué no aplicar los mismos cuidados y la misma manera de disfrutar de la comida en nuestra rutina diaria?

Esta nueva forma de llevar una dieta equilibrada no se centra solo en qué alimentos comer, sino también en el cómo: guiarse por la intuición y, sobre todo, centrarse en los sabores y texturas.

Al igual que la alimentación es un pilar básico en el crecimiento y desarrollo de un niño de 3 años, los mismos pasos fomentarán una buena salud mental y corporal para un adulto.

Expertos coinciden en seis claves para seguir esta forma de comer. La primera, ingredientes sencillos y cuantos menos. Fomentar los productos alimenticios frescos o cuyo proceso de elaboración contenga la menor cantidad deaditivos posibles en uno de los pasos para una alimentación cuidada.

Alimentos simples como la leche, los cereales integrales o proteínas básicas como los huevos. La idea es evitar aquellos que estén excesivamente procesados.

La segunda es comer de forma intuitiva, sin remordimientos y pensando en el alimento: su sabor y textura. Uno de los handicaps de un adulto a la hora de disfrutar de una comida son sus preocupaciones (acudir al gimnasio tras terminar el plato; comer lo justo para no superar las calorías diarias…), esto impide que el momento de comer sea placentero.

Nuestro cuerpo y en concreto el cerebro, avisarán del momento en el que debamos parar de comer. Es cuestión de acabar con los remordimientos y ser más intuitivos con lo que nos dice el cuerpo.

La tercer, optar por el souping y el juicing. Sopas, cremas y batidos se convierten en la forma más sencilla de incorporar alimentos poco apetecibles como las verduras, y convertirlos en un plato sabroso y además ligero para un niño de 3 años. En el caso de un adulto, nada como pasarse a la tendencia del souping: convertir en cremas ligeras o sopas cremosas alimentos que lleven más tiempo de preparado o que tengan poco sabor.

Crear la crema perfecta es sencillo: optar por lácteos ligeros sin lactosa y aromatizarla con especias o hierbas aromáticas frescas.

Cuarta: el azúcar, en la fruta. El chocolate, la bollería o los dulces deben ser desterrados como alimentos dulces, sobre todo aquellos que están procesados.

Endulzar con miel o emplear fruta es una buena alternativa a la hora de optar por un bocado dulce sin consecuencias negativas

Engañar al paladar camuflando el azúcar por especias como la canela, es otro truco para evitar los dulces procesados.

La rutina de comidas es la quinta. Inculcar una rutina es otro de los puntos claves durante el crecimiento de un infante, práctica que es importante aplicar en el día a día de un adulto.

Un menú equilibrado de platos elaborados en casa o tentempiés cómodos de tomar como un yogur con muesli y fruta incorporados, evitarán saltarse comidas, empacharse con menús copiosos o el clásico «hoy como en el bar». El tupper, igual que la fiambrera de un niño, se hace esencial.

La sexta: los lácteos, son básicos. La leche de vaca es el alimento por excelencia de un niño pequeño. A partir de los tres años, además, pueden optar por versiones más ligeras como la leche sin lactosa, y muy completas, como las enriquecidas con vitaminas, calcio y hierro.

En un adulto, las proteínas procedentes de los quesos, los derivados lácteos o los huevos, ayudan a mantener una musculatura sana y unos huesos fuertes.

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