Las ruletas de casinos que volvieron millonario a un médico

05 junio 2019 15:09 | Actualizado a 05 junio 2019 15:20
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Pocas personas en el mundo han logrado encontrar un fallo en las populares ruletas como para hacerse millonario. Durante varios años, un hombre se paseó por los casinos del mundo estudiando las maneras de encontrar algún defecto en las ruedas de las ruletas que lo favoreciera, como dice la historia según ruleta-casino.info. Esta fue la manera de cómo logró volverse millonario.

Richard Jarecki nació en Stettin, Alemania, en 1931. Tras la explosión de la Segunda Guerra Mundial, su familia emigra a Estados Unidos. En este lugar, el joven Jarecki observa un don que le seguiría el resto de su vida: es enormemente bueno para los juegos de azar; para aquel entonces, de cartas, donde con frecuencia ganaba dinero. Dado de una mente admirable capaz de memorizar números y estadísticas, el chico decide estudiar medicina.

En los años 50, Jarecki, se había desenvuelto como un investigador médico importante de su época. Sin embargo, nada le llenaba más que esa pasión que había desarrollado desde pequeño.

Unos años más tarde, a comienzos de la década de 1960, reseña la web ruletaeuropea.org, Jarecki aumentó una obsesión con la ruleta, el famoso juego donde se pone a girar una bolita alrededor de una rueda multicolor de números y el jugador hace apuestas sobre dónde descenderá la bola, dónde la mayoría de las personas pensaba que cualquier resultado tenía que ver con la suerte. Jarecki estaba convencido de que esto no era así.

Este hombre adquirió un método de observación único. Notó que, mientras que los casinos substituían los dados y las cartas por unas nuevas, las ruedas de la ruleta, quedaban intactas, y que a menudo, permanecían en servicio durante períodos muy largos antes de ser reemplazadas.

Esto significaba que los pequeños defectos, como el propio desgaste por el paso del tiempo (rasguños, superficies desiguales, astillas, abolladuras), debían acumularse y perjudicar la forma de juego. También observó que algunas ruedas eran diferentes a otras, lo que influiría en un posible sesgo de estas.

Jarecki tuvo éxito tanto en la detección de las ruedas inclinadas como en el hallazgo donde las llamadas zonas calientes existían en la rueda para darse una ventaja sobre la casa. Todos estos defectos sumados podrían hacer que ciertas ruedas cayeran en ciertos números con mayor reiteración que la aleatoriedad que se les suponía.

A comienzos de 1960, se podía ver al médico viajando los fines de semana visitando todas las ruletas que podía, registrando manualmente miles y miles de giros y estudiando los datos en busca de singularidades estadísticas. 

Experimentó hasta que tuvo una representación general de un sistema basado en los números ganadores anteriores. Si los dígitos 1, 2 y 3 ganaron las últimas 3 rondas, pude pronosticar cuando era más probable que saliera victorioso el próximo 3.

A su vez, el médico trabajó en conjunto con su esposa Carol Jarecki, de forma que jugaban a la ruleta en los casinos basándose en un sistema que perseguía las ruedas de la ruleta sesgadas por fallas mecánicas. Carol fue escritora de ajedrez, organizadora y árbitro internacional.

Probablemente no fue el primero en interpretar el código y cómo ganar números importantes en la ruleta. No obstante, fue el primero en hacerlo todo por sí mismo y perfeccionar la técnica. 

De hecho, el método de Jarecki fue parecido al de Williams Jaggers de la “rueda sesgada”: analizar paciente miles y miles de resultados para identificar zonas en las ruedas imperfectas de la ruleta. Mientras practicaba, lo hacía de manera moderada, sin tomar riesgos descomunales, pero lo hacía veloz buscando capitalizar su intuición privilegiada de dichas zonas calientes.

Posteriormente llegó el día de poner a prueba todos los conocimientos de años. Después de recoger suficientes datos, Jarecki apostó los 100 dólares que tenía ahorrados y obtuvo 5.000 dólares, alrededor de unos 42.000 dólares conforme a la inflación. A partir de ese momento, sus apuestas fueron creciendo exponencialmente, al igual que sus ganancias.

Luego regresan a Alemania. El factor geográfico sería clave para su éxito a futuro. Y es que, en parentesco con la Ruleta Americana, la Ruleta

Europea tenía menos números (ya que solo tenía una ranura 0). Como resultado de ello, prometía mejores probabilidades. La ventaja de la casa sobre los apostadores pasó a ser del 5,26% a tan solo el 2.7%.

Carol también exploró centenares de ruedas en los casinos de toda Europa: Mónaco, Francia, Alemania, España, entre otros para perfeccionar la técnica un poco más. La pareja incorporó a un grupo de 8 cronometradores que inspeccionaban las estadísticas de los casinos, hasta 20.000 giros durante un ciclo de un mes. 

El año 1964 fue el mejor momento para la pareja. En apenas medio año, ganaron el equivalente actual a 6.7 millones dólares. En poco tiempo se habían bautizado en una sensación mundial, agotando un casino en Italia dos veces. Al caer en la bancarrota, el dueño del casino no tuvo más opción que emitir a Jarecki una exclusión de 15 días por ser excesivamente bueno. Y es que caer en bancarrota es una situación que lleva a las empresas a tomar decisiones desesperadas, como sucedió recientemente cuando Gibson se vio en este escenario.

Al poco tiempo se produce un cambio en el sector. La mayoría de los casinos comenzaron a sustituir las ruedas viejas y llevaban un seguimiento de sus jugadores muy de cerca. Los casinos realizaron grandes inversiones en busca de desperfectos y la fabricación de ruedas menos susceptibles al sesgo. Cualquier cosa con tal de erradicar el “método Jarecki”.

Hoy en día todo ha cambiado demasiado como para que aquello volviera a ocurrir. Si hay un jugador que destaque, ya sea de forma fraudulenta o legítima, esa persona se estudia y sus detalles se comparten a través de la red. Igualmente, la mayoría de las ruedas se han vuelto digitales, ejecutadas por algoritmos programados.

En cuanto al hombre que quebrantó a los casinos europeos, a finales de los 70, Jarecki había ganado el equivalente de 8.000.000 dólares. Partió a Estados Unidos, y posteriormente al cansarse de los casinos en Atlantic City, se mudó a Filipinas, lugar en donde vivió el resto de su vida hasta su muerte el 25 de julio de 2018. 
 

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