Cuando las estadísticas del último trimestre de 2007 mostraron un descenso del 60% en el consumo de cemento, Gerard Casas pensó que el tsunami no tardaría en llegar al sector del mueble. Así que, para poner la empresa familiar a salvo, decidieron dar un giro de 180 grados y apostar decididamente por la innovación. Nueve años más tarde, el 95% de la producción de Sindar va para el exterior y tienen un portafolio de proyectos en el que se encuentra desde el palacio del emir de Qatar en Marruecos, al palacio presidencial de Turkmenistán, la Biblioteca Nacional de Bruselas o el hotel Four Seasons de Casablanca.
La sociedad, ubicada en Alcover, ha dejado atrás la carpintería tradicional, orientada a edificios de viviendas y obras pública, para dedicarse a un producto con valor añadido. La ornamentación a la que pueden llegar a someter la madera, hace que el suyo sea un trabajo prácticamente artesanal. «Nos hemos reinventado completamente y el valor añadido es que somos técnicos en carpintería», argumenta Gerard Casas.
Por ello han creado una oficina técnica con tres arquitectos y delineantes, que son los que se encargan de resolver las necesidades de sus clientes. «Damos respuesta a nivel técnico a proyectos que técnicamente ni nos habíamos planteado», describe.
De hecho, Gerard Casas comenta una frase que a menudo le suelta su padre: «Veo que seguís haciendo de carpinteros porque entran camiones llenos de madera, pero hacéis unas cosas que nadie lo diría». Y es que, nada tiene que ver la actividad de los hermanos Casas con la profesión que sus dos abuelos compartieron. Uno, desde una carpintería en Guadalajara, el otro, aserrador en Alcover.
El padre prosiguió con el negocio, hasta que en 1998 los hermanos Gerard, Valentí y Laura cogieron las riendas y definitivamente constituyeron Sindar. El primero es licenciado en Derecho, mientras que sus hermanos son Ingeniero Forestal y Decoradora de Interiores respectivamente. Ya en 2010 comenzaron a exportar a Marruecos, Bélgica y Francia, y poco a poco a la lista se han ido sumando también Kuwait y Rusia, entre otros.
Sindar dispone de una plantilla de cincuenta trabajadores, de los cuales una treintena están en el centro de producción de Alcover y los veinte restantes como montadores en París, Moscú y Tánger. Con una facturación de 3,5 millones, esta sociedad se plantea el nuevo año desde el punto de vista de conseguir la consolidación en los mercados internacionales. «No se acaba el trabajo cuando se consigue hacer un primer proyecto en Kuwait, sino cuando conseguimos una continuidad en los encargos», describe Gerard. Cada uno de estos es todo un reto, desde el diseño a la ejecución y su posterior montaje pueden traducirse en un alrededor de un año de dedicación. Tan solo en estos momento tienen encima de la mesa unos cinco encargos en los que hay desde una residencia privada en Kuwait, al hotel Hilton de Tánger, una villa en Moscú, un edificio de oficinas en París y la Cité de la Musique también de la capital francesa.