Catalunya

El tarraconense Cèsar Puig se enfrenta a 11 años de cárcel

La Fiscalía acusa al mayor Trapero y al resto de la cúpula del cuerpo de rebelión por cooperar de forma "decisiva y consciente" con el 'procés'.

Cèsar Puig con el letrado Jaume Alonso Cuevillasen la entrada de la Audiència Nacional.FOTO: ACN

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La Fiscalía mostró una dureza inesperada con la cúpula de los Mossos d'Esquadra por su intervención en la intentona secesionista.

El mayor de la policía autonómica Josep Lluís Trapero y sus superiores políticos, el exdirector del cuerpo Pere Soler y el ex secretario general de Interior, el tarraconense César Puig, se enfrentarán a 11 años de prisión por rebelión.

La Fiscalía fue más allá que la juez de la Audiencia Nacional Carmen Lamela, que procesó a Trapero, Soler y Puig y a la intendente de los Mossos Teresa Laplana por dos delitos de sedición y uno de pertenencia a organización criminal, en principio penados con menos cárcel que la rebelión.

El fiscal Pedro Rubira es tajante: "no sólo omitieron toda actuación tendente a evitar la celebración del referéndum, sino que contribuyeron de forma decisiva para que el cuerpo de los Mossos se pusiera al servicio del plan secesionista".

Argumenta su decisión de aplicar el delito de rebelión a Trapero y a su superiores jerárquicos porque fueron "pieza clave" para "llevar a cabo el plan secesionista" del otoño del pasado año. Queda mejor parada la intendente de los Mossos Teresa Laplana, para la que Fiscalía que pide cuatro años de prisión.

La acusación más grave contra la cúpula de los Mossos es que fueron parte activa del plan de los líderes secesionistas porque intentaron independizar un parte del territorio nacional y para ello sustrajeron parte de la "fuerza armada (el cuerpo autonómico) a la obediencia del Gobierno".

El Ministerio Público cree que en ese plan fueron meros "mandos subalternos" y no dirigentes, por lo que no reclama la pena máxima por rebelión (de 15 a 25 años), sino que la sitúa en el grado inferior (entre 10 y 15 años). Pero aún así, Trapero, Soler y Puig cooperaron de forma "decisiva, consciente e intencionada" en la rebelión. El exmayor, admite el fiscal, "cumplía órdenes", pero era "consciente" de las consecuencias que acarreaba.

La Fiscalía acusa a los tres tanto por su participación en el plan secesionista que desembocó en el 1-O como por haber permitido el acoso a la Guardia Civil durante el asedio a la Consejería de Economía el 20 y 21 de septiembre de 2017. En el caso de Laplana solo le imputa responsabilidad por los disturbios frente a la consejería.

Insiste la Fiscalía en que Trapero y sus jefes fueron "una pieza clave para, dentro del ámbito de sus respectivas competencias, impedir o dificultar gravemente el cumplimiento de las órdenes emanadas por los tribunales de justicia". Los tres participaron en "el plan secesionista ideado por los máximos responsables del Govern y del Parlament de la Generalitat así como por los líderes de los grupos parlamentarios y de las asociaciones independentistas".

"Los acusados, vulnerando su especial obligación de acatar la Constitución como norma fundamental del Estado, dieron cobertura efectiva a las actuaciones de una parte de la población catalana movilizada desde las instituciones autonómicas y las asociaciones independentistas para imponer por la fuerza de las masas derechos de los que carecían", zanja el Ministerio Público.

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